sábado, 20 de enero de 2024

Álamo temblón. SIN FONÍA (de los árboles)

apareces floral con tu velada amenaza de vida por proteger 

y estás trémula en esta brisa que nos estremece, este fluido en que mis crótalos encogen, este viaje del espíritu 

una muchedumbre de especies se hibridan al alba sin mediar lenguaje, ocasional abundancia que disfruto, la viabilidad de un semillero universal 

el árbol me describe caducifolio en mi esbelto porte, y hasta alcanzar la verdosa corteza de las nubes me estiro; hace el tiempo grietas en mi piel, hace gríseo el cabello sobre mi arraigado tronco, hojas que alternan sencillez y complejidad. Sí, observa el árbol mi carácter ramificándose en sus experimentos vitales, pausados, extremos, lampiño rostro del niño que juega, roma barbilla del baqueteado adulto, las secciones más planas de mi cerebro. Soy otoño en la inmensa gama de colores, vistoso concilio de hojas y aves, de géneros entre amor y lucha tal decía mi amigo Empédocles, de flores aciculándose para pinchar las nubes, de preciosos amentos como collares de perlas. Se encapsulan los frutos en pequeñas bolsitas fonéticas madurando significados, liberando a la materia de su peso. Es semilla su excremento que el viento dispersa, bendito tamo en la apasionada anemofilia de aquella muchedumbre 

nombra el árbol a sus pobladores, les da el epíteto adecuado, les da el movimiento a seguir en la trémula brisa 

en ese laboratorio de especies tectónicos temblamos 
 
es fina la información en mi madera, fáciles astillas del tiempo y su brutal tornería, la elaborada cestería para las palabras con que forro la vida, los ornamentos que se extienden por el camino como rodales, naturaleza que consideras tamizada 

y te crees independiente tras ardua lucha, trémula suficiencia que en un ay se estremece, tus crótalos zarandeados por un viento atroz 

ecólogo de tu valle te  acompaña tu bosque de infancia, la hoja caduca que quebraste, la humedad de tus riberas más bucólicas. Esos rodales de la mente rebrotan tal pioneros en otros bosques, reforestan tu alma que en otras orillas, a veces, reposa. Prometen el mar

en la montaña me refugio, redibujo mis atlas mentales, me habita el monte cubriendo mis escaseces. Los ojos de la serranía, como la vieja Amalteya, me amamantan. Y floral apareces 

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