tu norte te debe su húmedo cielo, el espectacular ambiente que te prepara primavera, que acelera tu pulso con sus mantos de frío
la inexactitud da margen a los fenómenos, a revertir lo precipitado, variar temperaturas según el roce, la fricción que en tí se manifiesta, la relatividad de las formas
me significo parte de ignorada procedencia, carne de aquel viento transmisor, tan poco romántico. Mi dialecto es abreviatura de un grafema antiguo anterior a su escritura, de un fonema fetal previo al nombre
esa termodinámica explica los vientos de las más altas cordilleras, tu obligada ascensión a sus cimas en aras de tu especie, condensar lo etéreo en su fría expresión, traer la lluvia a pesar de la sequía, la calidez de un diagrama comprensible, la teoría que parece no fallar, la hora que te descubre parte. Y consideras los días en una percepción que se estira, una temperatura templándose. Van tus cimas acompañándote, el lugar desde el que precipitarte. Sí, esa termodinámica te explica, radical fenómeno en el valle de ignorada procedencia. Miro al pasear las laderas hasta sus cotas más altas: en una de ellas me siento, masivo ascenso hacia el aire frío, estática altitud, profundos desfiladeros, relativas formas
he producido la ocasión tal nube lenticular, gaseoso platillo donde las ideas convergen. Estoy llamando a las condiciones necesarias que hagan visible lo invisible, planeadora ascensión
el límite es una marca en el tiempo, alguna forma errónea que dejó huella, alguna región del alma oscurecida, tan difícil de determinar. Es mis pies en la masiva ascensión, la termodinámica entre valle y montaña, los días que se contraen en un bloqueo estival, el invierno añorado, sus mantos de frío
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