sábado, 27 de enero de 2024

Wisteria. SIN FONÍA (de los árboles)

en infinitos esquejes me multiplico según el don concedido, en técnica me convierto cultivando el tiempo 

mis lapsus de histeria plantan flores que me trepan médula arriba, mi corteza llenan de tupido jardín hasta asfixiarme. Se adornan de temporada con lo más innecesario 

tus cuidados te pretenden especial, tóxica planta en el herbolario, semillero de histerias colectivas, de un futuro vómito colectivo 

tu origen te conoce, de tí se descolgó hace tanto ya que lo olvidas, y te adscribes especie, género, trepadora planta porque sí, frenético impulso. Tu origen te lleva dando desde el tiempo todos los estados posibles que tu razón tratará de sintetizar. Te facilitas, querido Leucipo, en una práctica dualidad entre lo uno y lo plural, tu sentido del orden y el caos, tus condiciones de vida y sus desechos. Crees optimizar. Traen mis lapsus de histeria lo increíble, crece la hiedra desbocada, optimizo 

cultiva lo que necesitas su saber en esotéricas síntesis, viajeras cápsulas que sólo el tiempo destapa: se airea el jardín, de intemporalidad se riega 

resiste la vieja fortuna a tus embates, a tus síntesis facilonas; cultiva tus capacidades en luna de cosecha, tu evolución ideal, tan difícil, tus encuentros de casual apariencia, tus plantaciones de esperanza inconfesables resistiendo al frío cálculo, a las intensas heladas del corazón. Fomenta sin que lo sepas los factores lumínicos de tu existencia deshaciendo superfluas condiciones, sol y sombra jugando a esquivas dualidades, aún si no ves beneficio en el corto plazo, aún si ves contradicción. A ella le importa un bledo si crees o no crees, el color de tu piel, la fé que dices profesar, atea o no, política o religiosa, historicista o no, exo o esotérica, productiva o pasiva, nihilista o apasionada...Y es inmanente más allá de la luz, más allá de tu miedo, incontrolable 

necesitas del abono diario, del fertilizante emocional para tu floral desempeño, la función que cumplas. Creces en el durante con la energía que admites, un ahora sin años, cuando tu razón no interfiere. Necesitas la fuente constante de los nutrientes cósmicos, la constante desde la que partiste, la floración perpetua, lo único indispensable. Y fertilizas otras plantas bendiciendo tu propio estiércol en afán de equilibrio, el suelo que pisas, el nutriente recibido 

hallaste tu suelo, descubriste la siembra adecuada, y andas tú jardín de síntesis necesarias que te den la idea de ser. Orgánico, fresco, profundo, los recuerdos son un aquí y ahora omnipresente, pero no retienes. Conservas la humedad iniciática del suelo primigenio, y hasta admites charcas. Con su arcilla te entretienes creando formas, recreando tan arcano mito, la humedad constante en tu durante. Cultivas el correcto desarrollo en cruda selección sin más interferencia que la razón compulsiva, profundo suelo, duras raíces. Y exploras esa fuerza inagotable. Un ave está saltando de rama en rama, de trino en trino 

voy aprendiendo mis dosis justas de otredad, de riesgo calculado; voy reconociendo la frecuencia probable en cada entorno, indiferente a la especie, el lapsus de histeria y su flor trepadora. Crece mi entorno en sus capacidades, libera sus potencias con periódica asiduidad, sequía y charca jugando a sus duales, el riesgo comedido: crezco 

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