viernes, 22 de marzo de 2024

(a, por, desde mi maestro) Pedro Gandía Buleo. POÉTICAS

mi línea de ceniza perdura
en el espejo inmenso
que el viento bruñe
por darle un sentido. Queda
esa sombra entre los días 

en esa línea me sitúan
los abismos vertical, 
arriba y abajo se prolongan
columna alada, y de vida
ungido se libera la sierpe
que lúbrica alcanza estrellas
ha ya mucho marchitas. Sí,
perdura su música 

teje el oscuro animal 
sus puntas con el brillo tenue
de un deseo dibujado 

el fuego tensa de un orgasmo
sepulcral las cuerdas de ese útero celestial, derrama su esperma
ardiente las miríadas de luz
que a mis sentidos seducen 

mece la tarde una mar 
de voces púrpura: 
"no need to fight, never 
a frown with golden brown".
Una de ellas se estrangulaba 

soy también la noche salvaje
violando de rocío virgen
la desnudez que amanece,
la herida antigua y constante 
que con su líquida luz negra 
hace de lo real artificio 

traían las aves nubes blancas
en un carro de rosas encendidas 

abruma esta batalla perpetua
con las punzantes picas
de sus satanizadas fuerzas,
maltrecha belleza del equilibrio
frágil 

y se oye el canto ahogado
"no need to fight, never
a frown with golden brown"

soy el caballo salvaje
de torso encendido, de ojos
turbios que el deseo prende,
de labios hinchados en el venero 
'de los besos criminales
como una de las bellas artes'

es la memoria ser 
sin necesidad de progresión, posibilidad abierta en un espacio
vibrante donde todo signo
se amaga 
ante su propia divergencia infinita 

perdura tu línea de ceniza

perfilo las líneas
con las que entrelazar estrellas, 
celeste gímnico que alivia
la tiniebla, donde se forja el hierro 

se hace la noche fragua,
sucumben allí los hijos de la vigilia,
forja los pensamientos 
con el acero nuevo, había destruido el poema su propia lumbre,
narciso que el agua inunda
con natural lascivia 

te da el sueño la otredad
irreconciliable, el ahora mítico 
donde representarte
en cada personaje, te llega 
el humilde ruego de un mañana, 
una frecuencia sutil 

arde cada sueño en su ficción, 
restos del lar que la arena cubre, y ligero te elevas con alado pie.
Has entregado al aire tus tesoros.
Abajo, en tierra, relucen otros 

el poema te pregunta
los versos no escritos, 
y hasta cuestiona el camino
que andas. El poema es un punto de infinita densidad que eligió
expandirse, crear materia
indiferente a tus creencias.
Letras y números conflagran
en forma de nueva estrella,
te da el sueño la otredad

se hace la noche dádiva
de su más alambicado anhídrido.
Me viste la mañana
de la más erguida hoja.
Han ungido mi frente con ceniza 



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