tus diferentes aspectos forman mares desde los que nombrarme, como rosa me circundas
da el niño su mano al viento, que por ese mar le lleve, padre y madre de una genealogía primordial, un alfabeto protocelular
su peligro es una navegación enrarecida, un exceso mantenido: se aceleran las partículas para una próxima eclosión, absoluta incertidumbre, repentina quietud. Ha humedecido la borrasca mis escarpados pensamientos, ha convertido el peligro en isla edénica
te nombre y el origen vibra, aquí en el ático vislumbro toda relación como una, toda probabilidad como alivio, toda derivación en su matriz esencial, todo nombre uno. Se ve el mar al fondo
el mar me sitúa ser sin un entre, una atracción multidimensional, una mayoría de edad
has recibido los nombres de la antigüedad, soberbio espectro de edades renaciendo, dominios libertarios donde el suelo reinaba
desde el ático surgen sentidos ilimitados, una extensión hacia penínsulas ignotas del pensamiento, profundos desfiladeros hacia nuevos nombres, pequeñas radas en un golfo magnífico de estimulantes aguas que no hallo en el mapa
mi antigüedad acostumba a transportarme a puertos de abundantes bienes, a atravesarme con transversales vías de conocimiento que uso en mis mentales trapicheos
mi nombre deriva de ancestral designio, pequeña porción de un brutal origen que supera mi entendimiento en terrorífico grado, todo aspecto diluido
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