mi yo viviendo sus preguntas que en desfile interminable regresan desleales, la urbana necedad del reproche constante en los ojos ansiosos, banales, el desprecio de sórdidas multitudes en su afanosa lucha, tiempos vacuos
entrelazados, las preguntas tristes en medio de la vida, su drama en un verso que regresa. "A cuánto sube la apuesta?", solía preguntar a mi capitán
en los años libro cada poema sobre la hierba, hojas que el tiempo amarillea
y te considero padre poético de vieja factura, un amplificador de lo externo, obra marcada por insignes escrituras
obedece mi palidez a una enfermiza voluntad de ensayar lo humano, transitar de lo real a lo trascendental en perpetuo movimiento, obrar cada filosofía incorporada con y sin pasión. Y te considero madre entre mis letras llamando al verso libre sobre la hierba, su deídica inmortalidad
quietud me trasciendes entre los istmos filosóficos, la urbanidad literaria, tan floreciente, cada reforma con ínfulas de unidad procurando extenderse en el tiempo, cada sentido pensamiento al que la intuición arrulla
mi experiencia de tí tiene impactos en la cara oculta de la Luna, prisioneros injustamente encarcelados, también un hogar que honrar sin más razón que tu proximidad. Y me constituyo en mayoría del uno donde nada quiebra, todo en bondad se invierte, la vida es, nada frena el poder de su rebelde ensayo
trasciendes almas hacia el alma mundi tan llena de contenido, trabajosas sensaciones con periódicos lapsus de advenimiento revitalizándote, de eras al alcance de la mano, de críticos tiempos y su irreflexiva inconformidad, de búsqueda urgida por palabras con tinte de universalidad, tan reflexivas
tengo meses en mi cuenta donde encontrarte recaudando saberes, pagando años de atraso, de un esclavizante intervencionismo que se hace noche oscura, una realidad carcelaria que parece negar la vida. Un buen día se libera esa opaca voluntad, ya pagaste
trasciendes propuestas con razonable fundamento, filosóficos planteamientos sobre lo que es posible conocer, un sí mismo destructurado sin espacio ni tiempo, el aparatito proyector desconectado: no hay objeto pues no hay sujeto. Partes de una idea indefinible, un Yo que no eres tú, una elaborada reflexión de todo a la que das representación
tu obra escribe deliberados bosques donde afrontar esencias, vida que aprende al enseñarse, muerte que descubre la vida, renuncia que no es tal. Quiere vivir la profundidad de donde extraer su propia médula, una intensidad que prescinde de lo innecesario
las figuras en movimiento se asocian por trascender
mi concordia se purifica en cada poema, desobedece filosofías y escritos con civilizada cortesía, mi particular agrimensor rotura el alma con lápices de colores, pone en práctica literarios conceptos con una elegante desobediencia
tu concordia masacra mis escritos con sutiles movimientos, principian las figuras sus discursos sentando las bases de alguna creencia en el banquillo, ideas que desarrollar en el gran ensayo de la naturaleza y su lenguaje, la posibilidad de un neologismo asentido. Ella me desarma ante los diccionarios, se hace universal. Ella aprende de mis deseos mejorando su tácita gramática, su libro sin páginas
tu filosofía libera su potencia en cada individuo con afirmativa vitalidad, un yo optimista que alaba sus dones olvidando su propio nombre, sus propias facultades mentales con perfecta aceptación. Y ve pasar un tren de preguntas con deleite
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