jueves, 18 de enero de 2024

Jabuticaba. SIN FONÍA (de los árboles)

soy mi propio fruto desclasificándome, perecedera baya sin cáscara trepando árbol. Se hace mi pulpa jugosa en la altitud, que al ingerirme paladeo el agridulce sabor de luz y sombra. Se pierde esa frescura, en la multiplicidad me consumo, doméstico licor de mi maduro tallo, la medicina imposible de sintetizar 

nació el árbol familia, como esas mirtáceas que rondan mi jardín, los infinitos nombres de un árbol lingüístico inacabado. Te siguen llamando desde solitarias sierras 

no me uses para hacerte daño, ruralízame en tu área emocional, cultiva hogar al alcance de tu mano, úsate como remedio 

eres un aspecto más del tortuoso árbol, rama y corteza espinosa dando fruto y sombra. Creces pegado al terrestre tallo, tronco de muchas formas, de colores que maduran

naces planta de cada continente, nombre por conocer, sonido de tu fruta al caer. En la corriente de pensamientos me mordiste por descubrir tu causa, la medida de tus capacidades, tu natural misión, tu área emocional. Seca, húmeda, en el valle , en altitud, reportas tus hallazgos con empírico empeño,  la ciencia que elegiste. En lo más hondo me encuentras de tu ser, rico litoral de los asombros 

expresan tus ojos inmortalidad, el canto constituyente de universo, el halago de vida sinónimo de  pensamiento, su hermosura mi gracia, una viva oscuridad 

mascullaba  tu nombre entre las plantas, a tí adaptada mi clima tolerando lo leve, lo breve, la más fiera helada 

en libros registro aquel cultivo equinoccio tras equinoccio, las palabras que me reproducen

quiere el decir una lengua fructífera, el sonido gástrico de la vida, las hojas del árbol en vívida búsqueda,  los ramos que de mi tronco brotan, la raíz descubierta desde la copa, el sabor a tí 

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