lunes, 14 de mayo de 2012

Sobre los Ángeles, Rafael Alberti [with Lucette Bourdain]



Mistery of the Midnight Sun - Lucette Bourdain

 Al parecer, Rafael Alberti, en la intensa crisis espiritual de existencia herida por un “amor imposible” que enfrentaba sus propios “celos rabiosos”---citándole---, remueve su propia noche oscura del alma entre los años 1927 y 1928 dándole voz a sus ángeles y demonios hasta sanar ese dolor en forma de libro en 1929 con el título Sobre los Ángeles, como si el lado oscuro, demoníaco que cada ser amaga en su interior por miedo al rechazo social hubiera sido ya definitivamente asimilado. El propio Rafael expresaba, años más tarde, la veracidad de ese conflicto interno que suele dar, como elijado elixir, las mejores gestaciones artísticas sea cual sea su 'textura' o soporte.
 Aquí, a diferencia del populismo de libros anteriores---Marinero en Tierra o El Alba del Alhelí---, surgente de las canciones folclóricas andaluzas de su Puerto de Santa María natal, esa desenfadada musicalidad común tan apreciada también en Lorca, o el gongorismo de Cal y Canto, Alberti abre la caja de Pandora de la imaginería onírica y se deja invadir por el Surrealismo que Breton y su recua hispana plasma en sus obras---Dalí, Lorca, Buñuel…---en el formato coherente del verso libre que da rienda suelta a las imágenes en cuerpos formales ajustados, necesarios. 
 Para muchos, esta obra de la Generación del 27, es la obra maestra del gran Rafael. La crítica ha ensalzado esa adecuada conjunción de imagen y concepto en la que el poeta cincela la citada dualidad de lo angélico y lo demoníaco, del bien y el mal, confiriéndole ‘realidad’ en los cuerpos angélicos textuales y, con ello, disolviéndola en sí. Es por tanto lectura jugosa para los seguidores del autor, equiparable en modos, intenciones y sincronía con su tiempo a La Tierra Baldía, de T. S. Eliot, a Residencia en la Tierra, de P. Neruda y a Poeta en Nueva York de F. G. Lorca, donde el supuesto contraste entre lo imaginario y lo realista en el lenguaje se estiliza en una convivencia artística que supone un logro o hallazgo creativo que da un paso más en la historia de la literatura en cuanto iluminación poética, algo que sería común a las mejores propuestas de aquella generación, la del 27: V. Alexandre, J. Guillén, P. Salinas, L. Cernuda, F. G. Lorca.
 Una muestra de ángeles albertianos, sirve para completar los muchos aspectos de una misma voz humana que va de lo folclórico, realista, ‘adornado’ o panfletario-comprometido a lo metafísico, infantil o el dolor de la carencia o pérdida:
        
         “El ángel bueno

        Un año, ya dormido,
        alguien que no esperaba
        se paró en mi ventana.
        "¡Levántate!"
        Y mis ojos vieron
        plumas y espadas.
        Atrás montes y mares,
        nubes, picos y alas,
        los ocasos, las albas.
        "¡Mírala ahí! Su sueño,
        pendiente de la nada."
        "¡Oh anhelo, fijo mármol,
        fija luz, fijas aguas
        móviles de mi alma!"
        Alguien dijo: "¡Levántate!"
        Y me encontré en tu estancia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario