domingo, 29 de diciembre de 2013

de El Libro de Elías [with John Serrie]


The Sentinnel - John Serrie

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 La lámpara de cabecera me acogía en su círculo de luz lectora, "La Casa de los Enanitos": 
 «...Por la senda amarilla hacia el misterio de la creación. El viajar de fragmentos que en sí contienen el centro, todo. En su búsqueda parte el alma inquieta, taladrar el sentido, percutir para liberarse de él. Dimensión oscura, la piel en su yema infinitos. Por el ámbito de rea­lidades antes sólo percibidas atrapar la llama. 
 La llama. Aquel rapaz, la paloma ennegrecida y con sudor cayéndole los pantalones cortos, bolas de roña entre los dedos del pie, sandalias de esparto. ¿Qué soplo anima esa vitalidad rotunda, sin miedos? Requena un pueblo de niños acerados por la supervivencia, el Arrabal, los campesinos. 
 Saltar terrazas de seis metros, prender fuego a un cañizal, una roca a mis pies, por un palmo la cabeza, inter­minable marcha salvaje, el juego del escondite. Para entrar en la banda comprar al rapaz, una vuelta en bicicleta, me rom­pió el manillar. Y el rito primitivo de apalizarse con aquel desgra­ciado. 
 Todo viene en coágulos de sangre que difícilmente se licuan en la tinta de la pluma, la vida fluya como experiencia hilada en el curso de las pala­bras. La casa de los enanitos surge puerta en los montes de la infancia, final de un trayecto y comienzo de otro. Allí otra morada encantada, un cuento de elfos, de esos con los que mi madre llenaba mi cama envenenándola con el aliento de los fantasmas, de los seres venidos de más allá del tiempo.


















 Quedé solo. Sólo la luna y el sombreado celo de los árboles que guardaban la finca, hipnotizado frente a la herrumbrosa verja. Sólo yo había visto la mágica llama pasear su misterio por el ámbito de la ventana. Y tuve la certidumbre de que aquella era la benéfica señal del fantasma tantas veces invocado en la infan­cia. El niño, pedazos de magia capturados a una realidad aún carente de armazones, ilimitada, aún centro sin desmembrar, el niño. La llama recoge su anhelo, pero por encima de la ilusión puede la mirada curiosa, cartesiana, del chico grande. Cruzo el jardín para saber quién es el dueño de esa peque­ña luz poderosa, ando la curiosi­dad de convertirme en enano bajo los gigantes, los árboles».
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Pic: house of flame, The Pic-Poem Book - Nature

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