miércoles, 4 de noviembre de 2015

de El Libro de Elías

Se dejaba llevar por ti - Antonio Vega

...
 "...temor, alcohol de quemar..." se oía en el coche. Viajábamos hacia Alicante. Mr.P había concertado una lectura de poemas en El Corte Inglés de la ciudad. Veníamos charlando, como de costumbre, del sentido de la creación poética y sus modos. Él creía en el sentido, yo quería destruirlo. En un silencio, cayó en la cuenta de la canción. Un ángel le había elegido a ese compositor para el viaje. Enarcó las cejas:
 ---¡Está hablando de la heroína, el cabrón!---y aguzó la oreja.
 "...se dejaba llevar, se dejaba llevar por ti,... y no espera/habla si no es por ti..."
 Hacía nueve años que Mr.P había conseguido desengancharse de ese alucinante caballito de mar, de esas "...líneas en el mar, ¡qué profundo y sin domar!...(azul)". Por el camino había quedado seropositivo; así, cuando hablaba de poesía podías verle el corazón en la mano palpitando de amor; así, cuando hablaba de creación podías estar seguro que hablaba desde el dolor más ancestral, desde la verdad. Sí, Mr.P era un ser capaz de fabricar contigo una realidad más que tangible. A día de hoy no sé si "el cabrón" era por Antonio Vega, hermano suyo de infierno, o por el poeta al que acababa de publicar y al que suplicaba, intentando no dar muestra de súplica, que levantara un poquito el pie del acelerador. Da igual, Mr.P tendría aún la fuerza, más allá del texto poético, de fabricar un hermoso poema vital cuando metió la mano en el fuego de mi propio infierno para intentar sacarme de allí. Fue su último poema directo a y desde el corazón, de esos que no se escriben sino en el corazón de otra persona, donde sus muescas quedan grabadas para la eternidad sin intermediarios. No lo consiguió en su momento. Pero lo bueno de esas muescas es que fructifican en el tiempo cuando toca, aún si el receptor de esa transfusión llegó hasta la muerte para apreciar su doliente verdad. 
 Mr.P desapareció. En realidad, toda realidad desapareció. Sólo había infierno, un dolor que te arrancaba, literalmente, la piel a tiras día tras día con sus noches y en el delirio sólo la luna oía tus gritos. 

Magic Bubble - Ryky (in DevianArt)














 San Miguel, en Lliria, es un hermoso monasterio en la cumbre de la montaña que acuna a la ciudad. El tiempo, una entidad que ninguno de nuestros sentidos es capaz de percibir,  había ido aminorando la intensidad de sus punzadas. Estaba allí con dos de mis hijos y una vieja amiga. Nunca había estado allí. Pero en los peores momentos de mi estancia en los infiernos, el terrible anhelo de un solo segundo de paz entre los punzantes espasmos que mi cuerpo recibía del pasado como esferas o gotas ardientes que se burlaban del tiempo traía entre sombras, sin venir a cuento, la figura del Arcángel Miguel y el poderoso aleteo de sus alas que tiraban de mi cuerpo hacia arriba. ¿Entender? Nada. Pero allí estaba, años después, en el monasterio de San Miguel de Lliria, una hermosa mañana de primavera. ¿Mera curiosidad? ¿Agradecimiento? Da igual. Sonó el teléfono, ahora móvil. Era Mr.P:
 ---¿Cómo estás?
 ---Bien, me alegro de oírte.
 ---Y yo, amigo mío. Un abrazo.
 ---Adiós Mr. P.
 Poco después, por un casual, me enteré de la muerte de Mr.P. El seropositivo pudo con él. Pero Mr.P se fue de este mundo sin estrellas negras en su brazo. Mr.P se fue limpio no solo por eso. Su redención en vida había sido asomarse al infierno de otro hombre, oler su azufre muy de cerca, por intentar dar lo mismo que a él le había regalado otro hombre que a su vez hubo de usar sus alas, su diamante, su inteligencia más remota, da igual la forma, para salir de otro infierno.
 Recuerdo sentirle infinitamente feliz.


 El tiempo y sus esferas sin tiempo. Otro lugar, otro momento, la misma canción "...se dejaba llevar por ti..." una noche de verano entrante. Sonaba en la calle. Varios compañeros habíamos salido de cena. Alguien empezó a tararearla. Gracioso el tiempo: en su lectura, no había heroína, no había punzada de un pasado doloroso, sólo veían una dulce melodía romántica. El ángel sonreía.
... 

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