miércoles, 28 de junio de 2017

Definición

...y un tonto currante le dijo a otro: "Yo soy republicano, salvo si me nombran rey, entonces soy monárquico".

Hablaban de políticos, cualquiera. Sí, pensé, es un aspecto de la mente, la minúscula, la instrumental, la enseñada- aprendida, cualquiera, en cualquier lugar, en cualquier momento, cualquier nivel, el animal o alien que nos mantiene en el tipo de civilización 0, la misma que alimento jornada tras jornada como pan nuestro de cada dia agradeciendo la vida...

El mismo tonto le decía a un otro, hablando de su espos@: "...quién va a aguantar mi tontería a estas alturas sino quien me eligió como espos@ sin más altar que el cielo como testigo, sol, estrellas o luna...". Y siguió currando.

 Ese bendito currante almorzaba luego con dos abuelos supervivientes de todos los abusos a que los vencedores de la guerra quisieron someter impunemente a sus familias. Se reían orgullosos de todas las tropelías de las que habían conseguido salir vivos, recordando con una nube en su cejo a los que no lo consiguieron. ¡Quién lo diría por el gozo y la paz con que se almorzaban bien regados de vino, purito incluido con el carajillo!
---Los niños reproducen lo que ven, huelen, sienten, maman en casa...
El tonto currante apostilló:
---Bueno, los adultos reproducen lo que ven, maman, ingieren como animalitos 
en el telediario, la publicidad, el cine, el móvil, la tablet, el ordenador. ¡Oye! ¡Y lo amplifican colectivamente! ¡Qué toca tiros,  a tiros! ¡Qué toca, violencia de género, a imitar! ¡Qué toca, pederastia, más madera que es la guerra! Goebbles ya se dio cuenta de eso y convirtió a Hitler en un Mesías con millones de borregos idolatrándolo absolutamente ciegos y sordos a la vez que dispuestos, corderos que quitan el pecado del mundo, a cualquier Holocausto! ¡Esos ilusionados rostros de las juventudes del partido---ponedle las siglas que queráis,  aquí o en Sebastopol, dispuestas a salvar el mundo de sus males 'apartando' la escoria!
---¡Bueno, bueno, jovencito! También sacan cosas 'buenas' por la tele. Será más bien que nos tira el morbo, si no ya me dirás tú los Gran Hermano y Sálvame y Salvados que aquí ve todo el vecindario.
---Eso estoy diciendo. Tenerlos así, en masa, analfabetos, asustados, en un estrés perpetuo, desconectados de sí mismos y en masa que cuando digan de invadir Polonia, yeah, con alegría.
---¡Ale, ale, tira y déjanos almorzar que por hoy ya va bien!
Y el tonto currante se fue pal curro satisfecho de sí mismo

 Era Viernes, no el compañero de Crusoe sino el patrón secuenciado laboral que nos fue impuesto. En realidad a la mesa del almuerzo se sentaba un viejo labrador. Miraba el cielo y de vez en cuando decía, como letanía, "hoy no lloverá". El tonto currante miraba a lo alto y veía las golondrinas haciendo abanicos en el aire encapotado por las nubes.                              De repente el viejo hizo un giro mental inesperado:                                                                ---Miedo igual a cáncer, cáncer igual a miedo, si todo es energía y no soy sino polvo, como todo lo que veo, el cuerpo no es causa de nada. Están vendiendo miedo y lo compramos en masa, promociones del ego más animal con los más destacados como ejemplo a seguir.                                                                      El tonto currante dejó el bocado que estaba dando a su bocadillo de panceta en suspenso. La ligereza de aquel devenir matinal adquirió densidad. Arqueó una ceja mientras ladeaba la cabeza por comprobar la expresión del viejo. La piel quemada del buen hombre le confería un halo de sabiduría inesperada. ¿De qué cojones estaba hablando el viejo?                       ---Está programado, desde la guardería, se incrusta en el lenguaje como quistes. Ninguna ecuación, ninguna sustancia, ningún discurso, ningún producto te libera de él, al revés, lo espesas hasta petrificarlo y hacen creer cientificamente que es real, una alergia colectiva a la vida. Y no está ahi fuera...              El tonto currante quedó mirando fijamente la panceta de su bocadillo. Se le había ido el apetito, incluso la alegría de aquel almuerzo bendito. Pagó y se fue. ¡Quién lo iba a decir! Aquel hombre que desde niño no habia hecho otra cosa que andar entre campos, azadas y acequias le había, casi sin alzar la voz, revuelto las entrañas.

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