se habia dejado caer
a lo largo del día
el fín del verano hasta alcanzarnos
su onda de celestes y púrpuras,
calmo son del regreso
a los silencios del árbol,
de sus criaturas recobrando
su tempo, su voz, el sordo vibrar
de música verdadera
El fuego de la vida
prendiéndose en las ramas
imperturbable, un aliento
de la estrella más lejana
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