domingo, 29 de septiembre de 2013

de Cuba Libre, Alcohorelas ©

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 Ese ía me tocaba turno ‘e noche. No era tan la calor como la humedá  que ‘erretía a los blanquitos. Nos, los adelantaos, soportamos mejor. Al moreno no le verás una gota ‘e sudor, los muy empingaos. 
  La recepción ‘el hotel estaba vacía a esas horas. Frente a mí, ambia, s’alargaba el pasillo ‘e la entrada con los reflejos ‘e luz sobre el piso. Ni un alma. Ni una llave moraba en los casilleros, ‘etrás ‘e mí. La noche era ‘e los grillos. 
  Mangui s’aburría como un zopilote sin carroña to’o soliapao. Y dale al crucigrama comecandela. Uno espera más yumas en la estación ‘e las lluvias. La isla los espera como agua ‘e lluvia en la sequía. Esos singaos ‘e los yanquis no nos ‘ejan ni clavos pa construir. 
  Sí, bue. S’oye la música ‘el garito ‘e abajo. Cuatro encañaos con las niñas mamando daikiris y mojitos a ritmo ‘e salsa. Pero acá en recepción, to’o andaba muerto. Y he ahí que m’aparece el galleguito con un pedo ‘e abuso. Menda tan tranquilo, cuando allá al fondo, entre las matas ‘el seto que bordea el pasillo ‘e entrada, el andoba s’arrastra ‘e rodillas por el suelo. Menuda sopa. ¡Ah, camarada! Al fin un alma en pena.
  Si viene pa recepción, clarito lo lleva, pensé. El muy tralla ‘ebía creer que s’ había extraviao en la jungla, apartaba hojas y ramas como un sietepesos en su primer campamento. ‘Esde luego, hay que tener los timbales más grandes que Maceo pa coger tremenda carga, pensé, y ‘ejé el crucigrama pa mejor ocasión. Aquello era espectáculo. 
  Al niño juai, ambientoso él, le gustaba chuparle el rabo a la jutía y esta vez le habían enganchao bien. Alguien le había dao tremendo cañangazo a la chola. Allá que se levanta como un zombi, allá que s’esploma, unas veces ‘e fei, otras ‘e fambá. Pierde el sentido ‘e la orientación, s’arrastra en dirección contraria al que supongo su objetivo, la llave. 

  No, si ya cuando lo vi con aquel camaján y familia me lo adiviné. Este le van a dar semejante palo hoy. Que si a vuestra habitación, que si a la nuestra, un motivito y al arrancar la noche en pelotas por el hotel haciendo carreritas con las hembronas ‘e jinete, que si un bañito en la piscina y el hijo ‘e ellos ‘etrás dándose con las columnas. Y el galleguito ja, ja, ja, venga la risa.  
  Y ahí va. Cruza el pasillo ‘e diez metros ‘e ancho como el tronco ‘e un árbol a punto ‘e ser ‘erribao. Y s’erriba sobre el otro seto con tanta fuerza que levanta polvo. ¡Vaya la ostia que se dio! Me tenía aciscao. Estaba dando por el siete al seto, pero el espectáculo valía la pena. S’arrastra ‘e nuevo. Lo intenta ‘e nuevo que se la tiene pelá al pobre seto. Abre tremenda raya echando pies como un zombi ciego y extraviao, con los remos extendidos, en paraje extraño.  
  Al final ‘e la corrida llega a cuatro patas hasta el mostrador. Yo sigo con una mano apoyando el güiro mientras espero el momento en que sea capaz ‘e pedirme la llave. Por un rato le pierdo ‘e vista al galleguito. Hasta que oigo un cloc. Su cabeza ha topao con el mostrador. Ha llegao. Primero una ruca, luego la otra, aparecen sobre la ma’era e intentan anclarse lo suficiente como pa tirar ‘el resto ‘el cuerpo. Entre sonidos guturales más bien propios ‘e animales, surge una jeta retorcida por el esfuerzo. La lengua fuera, un bombillo cerrao, babita y un bailoteo ‘e chola que recuerda a una peonza a punto ‘e ‘etenerse sobre su eje. Está que habla, pero primero busca en su cerebro, visto el levantamiento ‘e cejas, qué era a lo que venía. Ah, sí, la llave. Y abre los labios torcidos con el aire suficiente como pa articular algo. 
  Lo que articuló era incomprensible. Como si le hubieran anestesiao la sinhueso, lo que aquel buzón profería era un lenguaje ‘e neandertal arrebatao...

Music&Video: Sam va, Prima Vitae, ddaluz

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