jueves, 25 de septiembre de 2014

de El Libro de Ash-Rael


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 Cierto ritmo tribal vibraba esta mañana desde las efervescentes llamaradas de un sol majestuoso. Mundana despertaba un día más con el silencioso bullicio de los colonizadores transitando en sus transportes eléctricos. El gran generador, la rotación de Marte aprovechada por pirámides y obeliscos de cristal, era una vibración imperceptible para la gran mayoría de los Mundanos.
 Esta mañana, Sura me permitía percibir esas ondas leves a través de ella, y no sólo a través del oído, sino que podía notar cómo mi corazón latía con matices desconocidos, colores hechos de esa música sutil. Así conectados, mi sonrisa, su sonrisa, se fundían en la ausencia de emisor-receptor, en la ausencia de cuerpos: la pureza de ese conocimiento nos expandía más allá del sistema solar, más allá del corolario de galaxias en trance viajero, más atrás del tiempo hasta romperlo en el estallido de un parto vaginal, una muerte llena de vida en irisadas microentidades libres de toda ley fabricada.



















 Aún del otro lado resonaban los 'nombres': que si neutrinos, quarks, bosones W y Z, que si bariones, Zc...Aquí, en este lado, todo era una danza de colores cambiantes y formas evanescentes que se repetían o no, asimétricas o no, multiplicadas o no creando aparentes cuerpos de luz desconocidos que al girar en la conciencia emitían sonidos de un júbilo incesante. Con ecos del otro plano, de Mundana, de la Tierra y su Luna conquistada, semeja una sinfonía en la que todos los genios de la música, todos, sin exclusión de medios o géneros, sin tiempo, se hubieran fundido en cuerpo y alma para devolver a su origen el verdadero saber.
 Y al volver, el secreto se revela en ti sin gesto, sin voz. El sol se eleva ahora sobre la fértil Mundana como poderoso padre de todo el sistema. Mi edad corporal aquí aumenta año tras año, y ríe mi corazón al oir, una vez más, en eterna juventud, las palabras que brotan de la mente como manantial de agua fresca:

    "Adiós y Hola, Amor sea
     cual fuere tu nombre,
     que ahora yaces incorpórea
     en mi pecho,
     en toda esta vasta llanura
     que mis ojos bendice,
     Adiós y Hola, Amor"
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