se apodera el calmo sopor
de venas y arterias que mar y arena las recorren
hasta brotar palmera
en el ocaso
las pequeñas luciérnagas del paseo responden al brazo luminoso del castillo
se descorre el manto nocturno a veladuras de azul, un fragor dulce, pausado
vuelvo a mirar, precioso ojo ígneo
me contempla, me piensa humano
entre la arena
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