lunes, 13 de mayo de 2019

SIN FONÍA DE LOS ASTROS

47 Ursae Majoris d




 de ser luz constelada a distancia 
que se descubre interior, órbita
presente alejándote de tu sistema 
de vida, duración masiva alargándose
espectros gramaticales

 descubres designio, haces de uso gramatical
como modelo de nuevos sistemas,
 permisivas veces de la voz probable,
el tres anunciado por esa órbita diaria,
excéntricos seres descubriéndote método,
 radio veloz en imágenes directas,
un púlsar que mide tu tiempo


55 Cancri b




eres calor diciéndose en tus similitudes,
una relatividad elevada, principio causal
 por proximidad a tus estrellas. 
Ves indicios que se te inclinan obedientes
en grados cosificados, creas temperatura 
a tu entorno con tus altas expectativas,
el calor de tu sol interior, tu masa 
 aproximándose a tierras orbitales
como días acompañantes de cuerpo gigantesco, 
tomas y bebes, inhalas sus aires,
 practicas allí lo imposible: ser uno, 
 rocosa similitud improbable que te posea,
satélite del Ya en la marea cósmica
 destrozando esos cuerpos, 
esa captura gravitacional​

la similitud te descubre descubridor,
fecha de métodos, detección de inmanencia
en un lugar inesperado, designio categórico,
un estado estelar materno
constelándose como un cáncer de vida,
recta ascensión con leves declinaciones 
del verbo distanciándote de la materia,
años luz de magnitudes espectrales,
apariencias de temperatura a cada elemento,
edades que te orbitan como argumentos,
los excéntricos seres que te derivan
metal pesado, ángulo de distancia,
días acompañantes radiando sus atmósferas
desde tu cuerpo, el anterior, el siguiente, celeste

tus designios denominan alternativas,
un saber virtuoso de reglas y nombres,
de objetos binarios, una llamada formal 
que te utiliza en la confusión 

tu sol simula interiores, gráciles astronomías
que miden tu influencia, la gravedad
 de tu impulso, el radio de tus tendencias,
 contabilizan tus contradicciones más lejanas. 
La elevada relatividad de tus sistemas
descubre mundos

la reverencia de tus indicios da gravedad
a tus piernas, composiciones inciertas, suposición
 química de una estabilidad, creencias sin nube, 
los espectros que dominan tus líneas de absorción,
que te derivan metal pesado, suficiencia,
ese canto atmosférico que transita tu estrella

eres abreviatura impropia, designio extrasolar
 que orbita masivo tu dualidad,
constelación enfermiza que te aproxima 
luz del ahora


Tatooine



hallas la búsqueda en lagunas mentales
de dichosa obstinación, doctas teorías
que comienzan una estrella, dos, tres estrellas

la contradicción anida en ti, solo en ti
como giro de esos cuerpos gaseosos, tú
hacia fuera, yo
hacia dentro en órbitas esotéricas,
 gigantes que migran hacia otras órbitas
 del ser interestelar. La dicción contraria
 inicia validaciones. teorías, una fuerza
existencial en sistemas del Ello
como astros imposibles

 investigas aportaciones, pruebas de existencia,
 estudios orbitales de ti mismo por observar
el movimiento aparente de los cuerpos,
 dar nombre a lo manifiesto tras su estela

eres compatibilidad verbal, vigencia gaseosa
de cada estrella representada, eres artista
de la propulsión posicionándote
mente, una posibilidad con nombre especulándose
  aspecto, hipótesis, una luna más ​

eres científico empleo de indicios,
espectral existencia de múltiples aspectos,
 continuación telescópica detectándose materia,
 dato revisionista de una naturaleza gigante,
un gas reconociéndose extrasolar, la docta teoría
que da valor a su estrella, juicio sistematizado

eres amante de sagas celestiales
 con nombre de hallazgo, presencia giratoria
 en un sistema doble de absoluta irrealidad
 haciendo gigantes de gas

chocas contradicción con la extensión
inmarcesible, con la comunidad bacteriana
 escéptica a tus razonamientos

te constituyes nombre, diferencia,
un sistema que gira


Dulcinea 



 demasías del estar, coronales eyecciones
de tus desacuerdos interiores a cada elección 
menuda, cotidiana, tratas tu masa con los lamentos
de un partir constante que te erosiona
el alma, la procesa de agridulces contrastes,
 suposiciones corregidas a cada instante​

representas la observación sin fecha,
ese detectar provisiones al tiempo,
estrellas maternas, arias inaudibles entre las constelaciones,
ese ascender rectilíneo entre las distancias,
los años luz que la rutina obvía
entre los espectros cotidianos, sus órbitas
elementales, cada excentricidad asimilada
 derivándote amplitud, siderales días
como elongación de tu subjetividad

supones masas, seres similares, tamaños 
 terrestres posibilitando tu lógica, formas 
de una metalicidad superior alineándose
en el cerebro como sistema, creación inmanente
que atrae volátiles provisiones.
 El ahora tiene un núcleo sin masa
que urge posibilidades, un hielo incandescente
para el comportamiento de tus organismos

sus órbitas elementales hallan cercanías,
 momentos de intensa fe en lo otro, creencia
sin análisis estableciendo tierra​

 orbitas visibles medios, el agridulce contraste
que descubre tu solitaria unicidad,
 la ayuda de los espectros cotidianos
que se aceleran en su búsqueda, la precisa observación
 que se revela presencia nocturna, masa invisible 

tu proximidad altera las opciones,
esa levedad elegida del cálculo,
 la temperatura de los cuerpos 
ante la incomprensible posibilidad infinita
reducida a suposición, a nubes pasajeras,
esa atmósfera espesa de la dispersión
 en la superficie perceptiva robándote el aire,
las oscuras nubes pasajeras

las posibilidades existen vida, 
 conocimiento inexplorado 

el contraste agrio te conoce, se descubre dulce
entre las órbitas cotidianas, sus arias inaudibles,
  ese ascender entre las distancias, los años
luz de evolución creando inmanentes,
ese conocimiento explorado anunciándose



Rocinante



 acumulas noches astrofísicas, historias 
 trabajosas conjuntando personas, una,
 series temporales prolongándose número

 ajustas vidas en órbitas que se aparecen
intuición, presencia, un luego que se va curvando
 luz permisiva, solución, una gracia algorítmica
que te observa sin juicio, patrones 
de arriesgada responsabilidad, masiva idea

rozagante radio de nombres aprovisiona
a tu estrella, esos grados de luz
que optimizan tu paso, la longitud de tus días
como si fueran el último

rozas saberes amurallados, distancias 
sin luz realizándose estudio, otra estrella

esas murallas te recorren hora,
 posesión períodica de los problables,
 suficiencia que se compara en superficies,
gaseosa masa

tus periodos van de la mano tras las murallas
 apareciéndosete intuición, un ruido 
analítico que precisa del aire, del agua
interna de las similitudes, una astronomía
de lo incorpóreo orbitándote tiempo,
 la distancia trascendida

 precisas la dulce confirmación de la existencia,
el rozagante radio de los nombres
 equipando tus murallas, tu astrónomo
 espectral observando la insignificancia de tus manos,
una silla austral para los detalles desapercibidos 
que parecen regresar en el tiempo,
los números en la cola del Yo


61 Virginis b





planeas variaciones vírgenes atribuyendo posibilidades,
 presencias masivas que descartan el cuerpo

 anuncias comprensión alrededor con tierra
en tus manos​, comparas sistemas movedizos
 dentro de cada posibilidad, pensante presencia 
que orbita tu disco duro, polvo de existencia
desapercibido. Habitas distancias virginales
huyes controversia en metálicas relaciones,
  señalas ligerezas en reveladores porcentajes
que se calibran método, una abundancia relativa ​

la distancia muestra excesos, infrarrojo pálpito
 que parece ser por sí mismo, tu relación
 con la existencia, un disco de polvo.
 Alrededor, granos de tierra, teoría oscura
 que absorbe a tu estrella, un espacio
que se postula vida en obesos segundos,
relativa abundancia

constelas emociones, la virginidad de lo aparente,
una magnitud inmensurable que brilla
ante tus ojos sin verla, encuentros 
cuando habitas las distancias, los años
luz de lo que llamas pensamientos, movedizo sistema,
los soles cercanos de tu día a día
enrojeciendo emotivos desde un saberse
 existencia, la orbitada presencia alrededor ​

amarillean los espectros como hojas otoñales,
tenue sol que perdiera masa desacelerando
las presencias, un giro antiguo 
de novedosas estimaciones, millones 
como obesos segundos de toda creación

 orbitas estrellas cotidianas constelando
 pensamientos caducos, vanas emociones
que ya perdieron su masa. La tierra
en tus manos completa periodos, 
se descubre método nuevo, radiante​


Kepler 186f



creas posibilidades, existencia, encuentros
con los habitantes de la similitud,
 tierras de lo probable que llegan 
a tu alrededor 

eres una órbita rojiza descubriendo
 estrellas habitables, números y letras
con un telescopio sin masa

objetivas sentimientos como inteligencia,
una búsqueda telescópica emitiendo
  sistemas, tu alrededor, señales a intervalos emocionales,
 detectas dichas de ser observando distancias,
se habitan las estrellas con tu luz,
 el presente emitido anterioridad 

tu unicidad metafísica deriva órbita,
  radio estelar, centros ocultos de la cantidad,
  la luz transita planetaria la tierra,​ tu
alrededor como incertidumbre, diámetros
de amor según el grado de ocultación. 
Aproximas lo pequeño y lo grande
al dar volumen a los sentimientos

astas de tiempo se encuentran 
 creencia que albergara formas, 
se encuentran de azul masivo 
 estimando combinaciones, la deriva,
 composiciones de roca y océano,
la densidad de tu pecho. Creas
 probabilidades, masa atmosférica, veces 
 de tierra acumulando habitantes.​ La rojiza
órbita emite su flujo juvenil
como vida primordial, eleva períodos, 
lo probable se elimina en medidas,
  dota el a través de estimaciones, varía
 tus composiciones hasta los extremos 
de la inverosimilitud. Tu cuerpo irradia 
 similitudes de océano y roca, de tierra
alrededor, una masa absuelta de presión

 orbitas relativo lo habitado,
 soles externos de la suposición,
la rojiza suficiencia de un anclaje 
terrenal, océano y roca, tu gravedad 
compositiva en artes del concepto,
 un artista del tamaño de la tierra 
habitándose de anfitriones estelares,
creando posibilidades, tu alrededor


CONSTELABAS

Casiopea




 madre de las entrañas que alardeas
de tus hijas estelares, mar oscuro
donde las criaturas se ufanan 
de su belleza salvaje, eres la ira 
 monstruosa que devasta mi tierra.
 ¡Sálvame de los salvadores y su oráculo
fatuo! Solías apaciguar ese mar 
de vida efervescente sin necesidad
de sacrificios. ¡Despójame de mis ropas 
mundanas y entrégame al mar! 
No espero tus manos, ni heroico
duelo sino el regreso, cautivar
a mi cabeza degollada con el coral
de tus luces, vencer a la vida 

 sitúame en los cielos, aquella bóveda 
 del tiempo que me constelaba
entre mis semejantes, ese trono
 originario desde donde representaba 
mundos. En tu espejo sostengo imágenes 
de posterioridad, los símbolos a esclarecer.
Allí escribía los nombres, y te me aparecías,
seria, sobrenatural, un principio cósmico
indeleble descubriéndose a cada rayo 

 compilaba milagros, errores corregidos,
un catálogo de gestos silenciosos,
  siglos de reconocimiento brillando 
en sus formas como cielos boreales

y me carteaba con las estrellas
poniendo nombre a las cosas
como un genio de lo breve; describía
lo antiguo en la superficie
de las mentes, calibraba imágenes
y posiciones de ascenso, la rectitud
de tus horas y mesuras, la declinación
de tus verbos visibilizando materia,
completando la parcialidad de tus grados,
entrando los números que brillan en los cielos.
Guardas objetos mundanos como amuletos
del miedo, reliquias idolatradas
como meteoritos de las lluvias celestiales

tus juguetes mentales dejan remanentes
arquetípicos como supernovas explosionadas
en los confines del tiempo; fuentes
de luz viajando en frecuencias superiores,
lácteos gigahercios encontrándote 
en tu tiempo​ como una nube de materia 
luminosa ionizando tus extremidades

 varías los colores de tus tierras
 en tu mirada próxima, tu sol
 te ensimisma en la multiplicidad
inabarcable, compones años y órbitas
emparejando las miradas, torneando
la arcilla en tu ilusión de movimiento.
Compones presencias desde objetos
inertes, la masa disuelta en tu corazón​

tienes, hermano, distancias impensables
luciendo en tu frente, cúmulos
en tu catálogo de silencios gestuales,
la estela de existencias desconocidas,
 posiciones de ascenso, el respeto 
de tierras lejanas variando sus colores:
sitúame en los cielos, hermana, entre las luces​

tienes estrellas en tus ojos, hijo,
y te cuentan galácticas razones 
que iluminen tus observaciones,
un ámbar de partículas del conocimiento
inabordable, lácteos megahercios
de ignotas civilizaciones. Brilla
en tu burbuja como invisible espectro
solazándose entre los universos.
 Deja a tu sol ensimismarse
con sus vástagos, e imagina
los remanentes de aquel entendimiento puro

bajas a veces a saber de un centro,
 de la temperatura y la velocidad,
 del giro de tus cálculos; haces
 masa y forma, pérdida y curación,
 variaciones de brillo sobre los arquetipos,
 variables eruptivas del pensamiento

 llamaste a los espectros del cálculo,
  de la medida y el ángulo de visión,
 a las veces solares amarilleando
en tu conciencia, sus variables

 acontecías historia apareciendo humano
al que observar, un techo de años,
de letras y montañas, de efigies idolatradas

tu sol te mira cercano como un centauro
de los cielos, se te aparece magno
en su reconocimiento, te zigzaguea
por entre las venas inmediato

te señala muertes al otro lado 
de tu vida, seres irreconocibles 
que usamos para encontrarnos,
  nortes del cuando y lo posible visibilizándolos 
en el cielo de otras latitudes 

miras cercano los polos de tu pensamiento,
 ves horizontes y ciudades enardecidas
declinando en su violencia, el aire
montaraz que reaviva tus extremidades

 tienes cimas de ser como picos
emocionales, mar oscuro de la vida
efervescente, las formas culminadas
de un saber ancestral. Tienes 
la noche austral mirándote 
con los ojos caídos sobre el horizonte,
 norte de lo posible observando 
 las latitudes más extrañas de tus universos

¡Despójame de mis ropas 
mundanas y entrégame al mar! 
Recoge pues las estrellas 
y da los nombres de lo magno,
suprime las distancias de la luz,
que de ti nunca salió 


Orión




 estás representando el alzamiento
 arqueado de los árboles: buscan
sus copas el encuentro, vellocino dorado
 se tocan los lados en ese viaje

vida y conocimiento escriben su leyenda,
 cuentas en el ábaco de estrellas
que te acosan invisibles: tus hijos 
son titanes de la materia en un atlas
colosal, los dioses que pusieron los cielos. 
Todavía pereces en tus ciclos,
y continúas tu viaje persiguiéndote ​

eres mito estelar, una asociación
de dioses proyectados desde tus entrañas,
 la estela de seres ignífugos, 
 versiones de una llamada profunda​

existes tradición y sostén del amor viajero,
  despierta luz de la inteligencia, gemelo 
oscuro del día, una lejanía hermana 
que desafía recursos, que flecha 
a tu animal con su filo diamantino.
Eres un brillo oceánico en el aire
 inamovible tras el bosque que flota,
 lejano mar y sin embargo inmanente.
Sigues lanzando tus flechas a la oscuridad
por dar el blanco a tus razonamientos,
 y ves así objetos nuevos en el universo,
 tu ábaco de cuentas que tanto amas
aun si falsea tu creencia en la separación,
el lugar donde halla consuelo tu soledad​

se crea leyenda desde tu fantasía
sensible, describes propiedades de los cuerpos 
que contrastas, celebras las equivalencias
asertivas de tu realidad, tu nuevo mundo 
realizándose acorde a predicción;
 nombras y escribes tus imaginarios 
asociando magníficas proyecciones,
dioses cognitivos que signifiquen ser,
 heraldos de la expansión de conciencia,
 los épicos héroes de la infinita curva

en prominente Quizá brillas 
 visible en el tiempo, una estela 
 reconocida en noches silenciosas,
 un invierno contigo mismo y el frío,
 horas del amanecer en que medias
entre luz y oscuridad, y te ves
  cielo y tierra amándose inseparables,
  río salvaje salpicando limo y estrellas

tu ábaco de bitácora recuenta pasos,
derrota estelar, apariciones sin nombre,
nombres, estelas, géneros, la brevedad
de las colisiones imperceptibles; describes
iniciáticos saberes, la antigüedad
como una superficie de despegue,
asciendes el abajo a recta, declinas
tu visibilidad en grados escolares,
parcelas el conocimeinto en números
especializados, en diminutos brillos
chispeantes, estrellas objetos entre sí
por medir tu ignorancia, ninguneas
la lluvia de los rayos invisibles

estelas colindantes asoman montaña arriba,
dioses gemelos trepan como alados toros
de un templo derruido, el frío invierno

el futuro como mito es un gigante
de fugaces estrellas, una cuenta 
que viola tus números temporales, 
un hijo ciego regresando al origen
donde no hacen falta los ojos.
 Sigues cazando ideas voladoras
por la promesa que te diste, aniquilas
al animal sobre la tierra por ese enfado
ancestral, gigante mito creacionista
que aún remueve tus entrañas.
Renaces ciclo, enorme bucle 
de versiones lanzadas a la oscuridad​

has destacado hemisferios según el viento,
riges realidades sistematizadas cuyos espectros
se hacen masa y luminosos segundos,
 astros rojizos que tus ojos no perciben,
  tamaños y distancias sin brillo del ahora
dándote ilusiones nuevas, una esperanza,
 secuencias de hidrógeno y helio en tu núcleo
haciendo efectiva tu luz

eres molécula en las nubes del pensamiento,
  estructuras el polvo como plasma, nacen
las futuras estelas que te ubicarán
en nuevas realidades, una distancia nueva,
 luz amagada de tierras lejanas formando
nuevas teorías, nebulosas del pensar,
una emisión interminable de esa reflexión,
regiones oscuras que tu flecha blanquea.
 Destacas intensidades de tu emoción

se dibujan los asterismos en la mente
 por conocer tu centro. Distancias
la luz alejándola de ti. Y sin embargo,
eres mar inmanente. Comprendes
  sistemas y principios a la vez
que flotas etéreo acompañando estrellas,
  orbital espectro de períodos cosmogónicos,
 días de mantras infrasónicos, multiplicidad
 reducida a binarias proyecciones
de tu biología. Azul mar blanqueándose
con la espuma de tus labios, sol
 que eclipsas con las sombras de tu duda.
Y sin embargo, secuencia de hidrógeno
y helio haciendo efectiva tu luz​

trota ahora una nebulosa por la mente,
un caballo de irisadas crines, frío
invierno que me acerca el alma, moléculas
 que puedes ver en el contraste
que crees separa al emisor del receptor

resaltas objetos que localizas
en el espacio profundo del tiempo,
persigues estelas que pretendes montar,
aquel caballo de irisadas crines,​ y posees
 diámetros de eclípticas como un amante
desesperado que no sacia su hambre.
Tus textos envejecen con la premura
de una geología adversa; verbalizas
por rellenar vacíos, significas por aplacar
tu hambre. Ves pasar las nebulosas
en círculo hasta renacer a un nuevo ciclo.
  Regiones oscuras resurgen como llamada
profunda, y descubres nuevas astronomías,
 nuevos reflejos llegados de un tiempo
que se estira inalcanzable. Distancias la luz 

 observa: estelas de amantes cruzan
el cielo nocturno como letras
de un alfabeto olvidado, semejan
  estrellas que hablaran a tus ojos

tus objetos se esparcen por la habitación
de los cielos profundos como juguetes
que vieras por primera vez. Se buscan,
dorado vellocino de un viaje inacabado:
trapecios, triángulos, cúmulos del pensamiento
se abstraen prominentes Quizás, describes
iniciáticos saberes que den su estela al tiempo​

tu periférica luz no tiene dueño,
incluso acompaña a la masiva negritud
de tus agujeros negros, suple
tu ignorancia con semillas de saber,
orbita la vida como un mar inmanente
 regalándote estelas cuando te lo permites​

 destacas hemisferios estelares
como chispeante cerebro, varían
tus miradas el brillo de la noche
  cuando alcanzas el silencio, magnificas
la luz al suprimir los ángulos,
nocturno sol que evidencias lo invisible,
fugaz azul sin nubes, observa ​

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