Sin noticias de Gurb. Eduardo Mendoza
te alivia del miedo el humor hasta el absurdo,
ese genio sentado en los anillos de Saturno,
esa nada que queda tras la risa. Libras
tus propias provocaciones en tu diario
de a bordo con profunda ira escondida
en la carcajada, biológico formato de especie
que los propios árboles te narraran, helechos
que a la vida se agarran en el mero acontecer.
Eres la protagonista de tu propio cuento
buscando la continuación de la especie
a toda costa, una voluntad que te trasciende,
una cruda verdad de belleza camuflada,
excelsa primavera de apareamientos,
cosecha abundante, muerte invernal
donde el animal prevalece
sí, te perdí entre las plantas, su apabullante
perfume, un bicho más entre los helechos
mimetizándome con el entorno, categórico
imperativo sanguíneo, la inflexible cualidad
de la vida. Son fríos los anillos de Neptuno,
la tierra húmeda y abandonada desde donde
te veo trepando lanceoladas hojas de una ortiga,
el hemostático benefecio de la risa. Caben allí
los infinitos aspectos del ser. Sí, perdí el sentido
de la apariencia, urbano alien sin reflejos.
Por tu diario voy entendiendo tus peripecias
vitales, voy aceptando tu relato magnífico
donde el más oscuro aspecto del ser se amaga,
tu parodia, tu burla, la fuente de toda invención,
de toda aparente absurdidad, nuevos títeres
en esta carnavalada de los sentidos, máscara
tras máscara, grotesca revelación tras cada rostro,
el miedo a la verdad. Es tu estilo acerada conciencia
cociéndose en milenaria fundición, la duda perpetua
acechando a la razón, exotérica cuantificación
de la información acumulada, movedizas sombras
sobre el escenario esperpéntico, la perpetua melancolía
de la carencia. Es tu mirada el mundo.
Desamparada, se cobija al abrigo
de lo que considera estable, fuerte,
la apariencia dominante, plateado banco de peces, una ondeante bandada
de cerca, surge un ente distinto,
un humor ajeno a reglas, vida
liberada de diagnóstico, errores
aceptados, formas desenfocadas
difuminándose entre las formas,
una inversión de la escena,
silencioso placer
mi absurdo se divierte a veces en la claridad,
se gusta a sí mismo en su incomprensión
surrealista, es un país de las maravillas
sin pies ni cabeza donde no existe
la pérdida, caja de música donde toda relación
queda salvaguardada. No hay arrogancia
sino la más galáctica sencillez, fría humildad.
Mi edad es la tuya, es mi país inacabable
libro con hojas de plasma donde dibujamos
estrellas. Y granitos de arena

No hay comentarios:
Publicar un comentario