lunes, 9 de enero de 2023

Kafka. El castillo (como proceso)

me trataste tiempo en partes diferenciadas, una corriente de microculturas inscribiéndose genéticas en la corriente cultural de tu época liderada por cristalizadas consciencias, la persona como posibilidad escogida, objetivada. Y obráis partícipes de un señuelo de salvación, el temporal aspecto luminoso de vuestra propia sombra. Sólo mi ausencia salva tu presencia (no altera el orden de los pronombres el producto)

"Todo lo que ves es tuyo, mi rey", decía la sabia, y se abre el espacio hasta el inicio del tiempo, se desarrolla acción en cerrado circuito alterno, bipolar. Vas reconociendo matices al posarte sobre algún anillo gaseoso por bautizar, puentes por los que cruzáis la corriente de dos en dos cogidos de la mano, visibles manos, invisibles, indistinto. Otros espacios son casa de lejanos ramajes, arbórea escuela con la cola de los cometas a su entrada, agazapadas dimensiones 

lento como cuello de jirafa se desarrolla la historia aceptado el tiempo, conforma conjuntos de biológica arquitectura, formas que tus pies chafan como uvas en lagares fabulosos para iniciático mosto. En lo alto de una colina plantas símbolos de poder con los resquicios de tu pensamiento mágico, manipulador, autoritario como reflejo de una gran falacia. Te  haces inaccesible, reclamas protagonismo en la imposibilidad de acceder a tu capítulo aparte, te querellas con tus propios hechos en esa inevitable dependencia, la distancia establecida, tu transitoria falta de contemplación. Cambia tu fisionomía en esa vertiginosa lontananza, imprecisa, tan cercana como acelerado pálpito. Anotas tu  deterioro precisando momentos, la admirable posibilidad de longeva arquitectura, inadvertido paso del tiempo, una edad cosmológica, sino ampliado, deconstrucción 

me vas narrando polimorfa historia del agrimensor que en su imposibilidad modula los planos para variopintos cultivos, vitalicio contrato del cosmos contigo, un trabajo de imprevisible naturaleza. En mí te alojaste por conectar  micro y macro, dibujar sus patrones sin entender un ápice de su comportamiento, sin percibir semejante obra, su aparente irracionalidad, esa reina que reta tu psicología, cada ley formulada, "piel canela que me llega a desesperar". Tratas de acercarte, conferirle lo que llamas realidad, época, momento, eternidad, sagrado texto, individuación, conocimiento, sistema, creación... no tienes nada

reclamas protagonismo, te aferras a noble causa, luchas por un poder que desaloje el misterio en tu gobierno, una autoridad infranqueable en su perfecto control, un castillo que refrene tu oscuridad. A ratos prevees la radiación tras ella de las partículas desentrelazadas, punto de no retorno, imprevisible universo de tu saber patas arriba. Respiro, entrego, celeste burocracia te devuelve el ahora como preciado don de vida. Caminas 

los hechos estrictos protagonizan su drama, han cambiado de rostro sus protagonistas, se aligera, se espesa el plasma básico en un orden incontrolable, se acelera, se ralentiza su tempo con tus latidos, se apagan, se encienden tus ojos en la estructuración o desestructuración de tus formas, de la previsión confirmada o no. Recalificas tus procesos ante la apabullante realidad, la invisible presencia de ocultas voces a través de tus cálculos, los diálogos que en sutil analepsis te llevan a interferir, susurros intransferibles que en leve prolepsis te invitan a soltar, a entregar. Tu irregularidad es un ritmo vital propio, picos de sierra de singular pulsión, tan humana. A ratos, es el reflejo total paralización al reconocerte en el espejo: no hay protagonista, no hay propósito concreto, un entramado infinito lo desnuda, irrisorio fragmento en un tiempo inconcebible 

un epílogo más, cíclico, serpentino en la espiral de tus libros no escritos, sin firma, si acaso leve señal atmosférica de lejano planeta, implícito hasta que un elegido lo hace explícito, esotérico antes que exotérico, mágico antes que científico. Es tu relación ahora, este plano de existencia, tu proceso inacabable, tu semejanza con el todo. Protagonista, das roles por huir de ese vértigo inconprensible, una función a estrenar, una burocracia de las formas para tu lúgubre o arcoirisado castillo según tú magnético polo. Y equilibras esa oscilación no se toquen los contrarios, materia y antimateria destruyéndose. Te acercas a mí buscando: hallas nada, una sensación de infinita tristeza, tu misma limitada percepción que buscas trascender. Regresas a lo pequeño, te aferras a tu más inmediato entorno, todo el amor en una gota de rocío, tu universo aceptado en ínfimo pétalo, la extensión de tí mismo que de nuevo brilla. Se ha hecho el mundo gigantesco espejo en el que te ves, pasmosa analogía del diálogo entre tiempo y materia, esa sensación de movimiento: se acelera, se ralentiza, el terror de que se fragmente hasta desaparecer, el impulso de tu creatividad, tu semejanza más divina, la paradoja inaceptable a tu razón, que tantos cataclismos ha costado. Humano, presente, filosofa el ahora contigo en su ilimitada obra, sencilla existencia de tu hálito, partículas que juntarán números, y letras, ese temblor de tu estómago brillando como un sol. El castillo está narrándote sus miedos, oculta omnisciente las perspectivas que aún no admites: equisciente, te protege con un amor que no entiendes 

me tratas tiempo en crecientes partes diferenciadas, genético impulso como agua primordial que te bendijera. Cristalizará conciencia 

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