sábado, 8 de julio de 2023

Tycho Brahe (Sin fonia de los avatares)


discuten los movimientos entre sí, como cometas discurren sus avistamientos brindando por la vida, esa oportunidad concedida, puro milagro tras eones de creación y destrucción. Exponen sus sistemas en giratorios textos de los que te amigas, una correspondencia intransferible. Me demuestran mis atributos celestes como señal de origen, mi atmosférica naturaleza observando la exactitud de cada órbita cercana, esos óvalos que se dibujan en tus neuronas 

tu particular astrónomo es captado por modelos cosmológicos que se van descentrando, hijos de estrellas desconocidas y su noble física de la materia. Cuenta los años en literario ábaco donde se reeduca 

a su muerte le sucede una estancia vacía donde sutil gracia se instala: dispensa juventud, una nueva astronomía invitacional, una repentina aceptación. Atrae aquella gracia móviles observadores culminando modelos 

me orientas filosófico con austera retórica, cursas mis embargos emocionales en eclipses no presenciales, disciplinada astronomía de los avatares 

tacho saberes extintos en la mecánica terrestre aún si perduran en otras mecánicas, elaboro universos sin un centro definido, cálculos posicionales de los planetas arrojados a lo oculto desde mi presunta inmovilidad 

trabajo en la aparición de nuevas constelaciones familiares, establezco vínculos como paralajes sin movimiento retrógrado, estrellas con fenómenos sublunares que me den referencias sobre mí mismo, esferas de influencia gravitatoria sosteniéndose entre sí. Sólo en mí la aparente contradicción, la tesis permanente desde una inmutabilidad que se me escapa. A la noche, la estrellas fija

me convenzo a días de tus progresos sin saber de tí, pequeños sentidos de finalidad, pequeñas prolongaciones del ser que se manifiestan, precisas observaciones del movimiento de mi psique con el mínimo error posible: medio minuto de arco a corregir en el tiempo. Los actuales parámetros determinan mi andanza. Pula a la noche la luna mis destrezas 

el goce pronto es un minuto sólido, un pasagero matrimonio con la la tierra, una oposición desvirtuada. Se suaviza el dibujo de una constelación conocida, el observatorio del alma se dota de sofisticados instrumentos que la luna trae en sus noches excelsas. Quiere el goce pronto quedarse en su isla de tiempo, la colosal proporción de lo eterno 

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