sábado, 8 de julio de 2023

Simón Stevin


se edita tu semiología como partes de tiempo, un lenguaje que se vuelca sobre sí mismo por saber quién eres. Postulan ciertas partes segundos de una monosilábica imperancia, buscan una síntesis universal que englobe el mundo. Mientras, este se descompone más y más período de fragmento. Las lenguas se estiran como burla planetaria, los hechos son ideas olvidadas que ahora nos asombran. Se hace el número lengua profiláctica de cualquier juicio, de cualquier emoción. Trata las huelgas de tu corazón, las subculturas subvencionadas, toda forma de desinformación, lo que no eres. Semejan límite, controlada difusión, obra cerrada, medida, un logos que te ignora 

pionero eres de tus cuentos, de aquellos guarismos decimalizándose período de fragmento, una imposible referencia 

tu época putativa principia sus pericias del ingenio, va en su fastuoso carruaje por una tierra propicia, transporta las velocidades necesarias para su desarrollo. Tu cercanía se realiza como demostración de tus aciertos perceptivos, principia. Vienen incrédulos invitados a esa corte virtual con la tentación de prohibir ese invertido acierto, ruinoso juicio contra tan antagónico sistema. Se tambalea el carruaje como cosa de magia inexplicable 

mi aritmético impulso semeja una breve magia fraccionando la realidad, persiguiendo decimales al traducirlo con su exceso de celo, páginas y páginas extrayendo pequeños chisporroteos neuronales. Se cuadra mi raíz en una adaptativa conveniencia metro en mano. Sigo midiendo mis posibilidades, sigo anotando su paralelo descriptivo, prosaico en la sensación de escasez, compactando datos por formarme una noción de tí, de mí. Te aporto números que se impliquen en ese cuadro de unidad, tan ajena a la naturaleza que eres, sin error, la ausencia que el cero encierra 

pionero de tus cuentos, relatas tus labores con sus contrapesos, de lo trivial a lo que te supera, cualquier parecer con fundamento. Y empleas manidas causas que te ayuden a cuadrar raíz, a tus vecinos si hace falta por sobrevivirte, permisivo sistema para tu evolución 

destacas tus matemáticas, que validen la negatividad mundana, lo que se sale del cero. Aceptas los problemas que generas entre la adición y la sustracción, aritmético impulso, te haces padre de tus números 

definen tus números tu música, corriges medidas antiguas con el temperamento de tu universo, una paciencia exponencial en su expansión, las frecuencias que te perciben. Respetuosos vibran tus números con ese temperado tal laudista sentado entre las estrellas: inspira el helio más lejano, numérica paternidad (lo descubre ahora Galileo desde su exilio doméstico: ha cambiado el telescopio por el microscopio), hambrienta curiosidad. No caben las coincidencias, soy ahora por todo lo que supongo fui. Defíneme temperado, diatónico o cromático 

sí, me conoces más allá de tu algoritmo, más allá del máximo común divisor entre tus polinómicos opuestos

la memoria cree que fuiste, aún si es ahora en su juego de equilibrios, estable e inestable, ahogándose, flotando sobre el plano en que se inclina. Usa incluso ingeniosas grafías desde su intuición, se anexa imágenes prestadas que hilvana en la idea de sentido, su relato. Distorsiona, divide, marca silencios con bellas simetrías, con disonante asimetría, una absoluta libertad, cualquier parecer con fundamento, un enunciado que elevar a teorema, una relatividad pausada, un momento 

destacas tu hidrostática verbal fluyendo como obra, como acción indolora del ser sin más presión que la superficie del alma 

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