lunes, 15 de abril de 2024

Apordesde Robert Frost. POÉTICAS

   (Pic: flower jellyfish) 

acaba mi certeza en un error
acallado, una canción cualquiera 

llegan los huéspedes del invierno
con sus penas moqueantes;
me acompañan sus pensamientos 
en las jornadas más duras 
que sólo la lluvia alivia. 
Pero hay al fondo una hermosura,
un árbol sin follaje que se amiga
en mi temblorosa senda 
de mojada hierba 

se apropia la culpa de este ser 
invernal, ahoga al ave y la música de sus alas 

no cede la vida en su entusiasmo, nada impide su ritmo inquieto
como si nada hubiera pasado. Habla incesante a mi resignada escucha, habla alegre 
con los pájaros que van y vienen

baten sus alas abriendo las puertas de la casa, las palmas aguantan 
el jolgorio de sus brincos 

habla mi escucha rebelándose
mientras se quita su traje 
de humildad, marcha en la bruma
con su lengua viscosa 

se posaba un pequeño verderol
en mi mañana: a cualquier afán mío desatento ladeaba su cabeza 
como negando mi propia umbría.
Se aleja mi tosco deseo 
en su canto

callan los árboles en mi desolación,
la tierra palidece en su belleza antigua, va mi corazón. 
Hay verdad en su mirada, compadece mi ceguera 

elegí saber hace tanto ya 
que lo olvidé, de acto en acto 
transito entre hitos rutinarios 

el ayer me aprende con pegajoso amor, una ascética templanza 
de nieve pura que a mi raciocinio siempre esquiva. Ella es
una inquebrantable alabanza 

me elige el camino que al andar amarillea, oyes el lamento 
de aquellas otras sendas 
que tu imaginación tomó.
Recorres el ser viajero múltiple 
queriendo atrapar el deleitoso paisaje en la contemplación, vano esfuerzo que te adormece. 
Y entregaste ese artificio
por no enredarte en la maleza.
Un camino te lleva a otro 
en aparente bifurcación, 
algún reclamo de atractiva apariencia, un trecho de hierba fresca que sacude tu cuerpo,
un tránsito extraordinario 
y sin medidas.
Yazco allí con un pijama 
de virginales hojas 
en una suerte de amnesia.
Quise volver atrás al despertar,
el viejo camino recorrido,
dolor y placer jugando a la taba.
Pongo palabras a la alternacia 
de sueño y sobresueño: imposible
medir la distancia entre ambos.
Ya está, no hay camino, eres ya 

va envejeciendo la noche 
detrás de mi puerta de entrada;
mi estrella, anciana, se cubre
de brillos desconocidos. En torno
se ha hecho el mundo sombra.
Viene la luna a tender su mano 
sobre mi lecho, protege mi sueño.
Su luz se inclina sobre los ojos cerrados, vacía la habitación 
de recuerdos, el tiempo eclosiona,
se abre el espacio infinito 
que los árboles mecen. Mi rostro,
plácido, sobre la nieve pura 
se distiende tan blanco como ella,
con su luz intachable.
Duerme como los carámbanos 
que del alero cuelgan, cálido 
corazón. La noche le respira 
celestial suavidad, campos que
guardan su soledad en compañía 

la linde del bosque resuena con el leve cuchicheo de la vida y la muerte en su pugna perenne, 
la tierra calla. Abraza el sol 
en silencio que aquel susurro
alimente mi sueño, dora los espacios por donde flora y fauna conversan con amor ferviente, donde los planetas se alinean 
en tan frágil y colosal equilibrio,
instante apenas de verdad.  Reciben las flores a la sierpe verde,
al hecho que la mente observa:
deja crecer la hierba 

ha intimado la noche conmigo
con su parlanchina lluvia, 
el agua dulce con reflejos de luna

proclama el tiempo mi bondad 
con ese dulce goteo de recuerdos  

la calle grísea se estira 
hasta la sencilla línea,
se cruza serena con tantas otras,
se ha hecho la mirada horizonte 

una llamada lejana lo atraviesa 
con sideral paciencia, luminoso
pecho que a su ritmo late 

ese rumor profundo ha detenido 
el mundo, no hay caminos, ya eras. Ya eres. Elige ahora tu canción 

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