martes, 7 de mayo de 2024

A, por, desde Fernando Pessoa. POÉTICAS

   (Pic: "Meeting")

¿Para qué saber el verso 
que te dice no saberlo 
dejándote el alma pobre?
Fría limosna que te apena 

fuere cada beso un nudo 
que la distancia tensa, 
amor de una despedida necesaria,
el que salva cada relación 
del tiempo. 
A mi hombro acudes 
con suavidad de polen,
dorada inseminación caída 
del cielo, mano que llama
desde un ancestro común.
Navego en el aparente vacío 
entre los haces que nos unen.
Lo que fuimos es, lo que fueres
es sin suma ni resta: vive 

quiere la noche mi aurora
donde azul y oro me diluyó,
donde lo que mi alma sabe 
deviene prístina ignorancia 

cuando ella pasa empaña 
el iris de mis ojos, cristal
que se endereza depurando 
imágenes, vertiginoso celuloide

se ha hecho el torso jardín,
allá que brota rosa de acerada espina, la que sólo mis dedos tocan. Y sangran 

hay tras la aflicción el arrojo 
de una luz velada, el brillo 
de criaturas que desconozco.
Soy el espacio en que se mueven 

se escriben las cosas 
en un intermedio terrenal, 
mis pies parecen andar 
sobre sendas pedregosas,
confunden mis ojos lo que es
con lo que no. Las cosas 
me leen con piedad infinita 

se ha sentado junto a mí una ventana, su esmerilado cristal
desempañándose, nítida imagen de un pensamiento juguetón,
adorable criatura 

no hay pérdida en el sueño,
que no cesa, nada cae ahí,
ni muere. Se ha estirado 
la terraza hasta una estrella, 
que de mí tira 

desata hoy el altozano su elemento,
deja caer el viento arrullando 
todo lamento del alba 

dicen esto y aquello, 
inocua pretensión de verdad
escurriendo sentimientos,
dando fuelle a su creatividad,
acallando al corazón 

deviene sonido único 
en insondable abstracción,
una constante cosmológica 
a la que quiero dar sentido,
la que me dio la voz

procuro sea mi habla gratitud,
sonora existencia aún si el todo 
la desborda, aún si el defecto 
me desvirtúa. Callo entonces:
ya te lo decía el verso 

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