la cuenca de tus ojos es un balneario, hay allí partículas brillantes junto a apiladas dunas de emociones. Destacan islas repletas de fósiles, la cabaña en que me refugio, un pequeño embarcadero desde el que navegar, desde el que liberar mi vocación hacia playas como capillas
me constituí comuna por circunstancial decreto, imperial coincidencia inaugurando líneas de pensamiento como ferrocarriles iendo y viniendo de lo anterior a lo posterior, de lo tradicional a la vanguardia. Establecía auges seculares, modas estacionales, pero siempre vuelvo al balneario de tus ojos. Fui adquiriendo nombres a los que dar destino, acomodarlos entre culturas que quizás se hermanaran, accionar la compañía de una creatividad ociosa y sus centros a desarrollar. Esa actividad comunal emprende programas civilizadores trazando tus vías de conocimiento, avenidas del número, aisladas residencias del sabio. Reconozco esas mansiones como monumentos de historia que el turismo industrial visitará. Recibo su impulso desde mis balnearios
requiero tus citas en cualquier lenguaje que pasar a la comuna correspondiente, localizar su región cultural
desde el tiempo creo efectos, brillan sus partículas en tus ojos
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