digo nada sin impedir la precisa medida de infinito, mi incierta posición ahora. Puedo experimentar mis idas y venidas por las rendijas de la vida proyectándome luminoso sobre infinitos mundos, marcar mi posición con un punto y seguido, una coma movediza, un punto y coma intrascendente. Saco la lengua y escribo
por mi parte particular no sigo trayectorias definidas, desconozco la magnitud de mis vibraciones, y cuando miro ya no estás. Sólo puedo asignarte una ficción, sólo puedo especular con una imagen que retuve, y ahí estás en todas partes, por mi parte
doy solución de infinito a mis espacios, su hermitiano operador a la par que adjunto observador en ellos, incluso fuera de ellos en una suerte de omnisciencia de la que tan solo participo sin ser causa. Saco la lengua y formulo posibilidades, valores que el genio visualizará, hermoso poema, pintura excelsa, armoniosa fórmula. No sirve garantía alguna. Mi hermítico operario se ha divinizado
mis más vulgares errores dicen la incertidumbre que me impide conocerte con fractal precisión, mi incierta posición aquí, mi vibratoria oscilación y la cantidad de movimiento que provoca en mis sentidos. Deviene ilusorio mi entorno, la vertiginosa simultaneidad se intuye conjugándome en todo verbo, una magnitud que me disuelve
han llamado a reunión a todos los operadores en esta mecánica cuantificadora, toda posición como momento desde todo ángulo percibido, pura información por cribar para la omnisciencia. Aligeramos densidad
estas palabras suponen naturaleza como probabilidad, una inexactitud constructiva, resbaladizos peldaños de conocimiento sin más base que el amor que siento por tí, tan imposible de cuantificar: la única certidumbre. Mis más vulgares errores se diluyen ahí, ahora, magnitud sin verbo
capitalizan mis teoremas la conmutación de funciones como forma de crecimiento, mi vulgaridad como fachada adquiere porte, se hace añeja. Se abre mi dirección espacial a más variantes, implico a otras funciones, comunes o no. Esas ondas determinan nuevas formas que seré capaz de reproducir, mi posición allá entonces, mi contribución y agradecimiento a la vida, a todo el amor que se me dió, tan incuantificable. Pero me gusta la estadística, el baile de números y letras que me rebajan el vértigo de incertidumbre, la locura transitoria de los operadores, mi posición descuartizada
establecí mis obstáculos de acuerdo con los operadores adjuntos antes de nacer, allí donde el recuerdo neuronal no accede, establecí la incertidumbre inherente al universo siendo yo universo: quería experimentar por mí mismo, dolorosa y lenta forma de conocer con el sensible instrumento de mi cuerpo elongado, medida tras medida, parto tras parto, teoría tras teoría corroborando magnitudes, mis errores más vulgares, mi vulnerabilidad, mi pérdida la ganancia de otros operadores, la pintura más excelsa, el poema absoluto, la bella fórmula. Estos párrafos me anteceden en la simultaneidad, aún si no me explican mi posición allá, entonces
no puedo entender el pensamiento del electrón que aparece y desaparece, como tú, como yo, como todas las personas del verbo. A veces un fotón te trae a mí como el rostro de un ser querido, a veces millones de chispazos cruzan mi oscuridad iluminando un momento, y todo mi cuerpo vibra. Y no puedo retenerte. Miro, y todo ha cambiado, todo parece moverse, mi más vulgares errores se corrigen, parto de cero, digo nada
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