jueves, 1 de agosto de 2024

Martín pescador CONFONÍA (de las aves)

¿dónde habita mi especie de ave que en las marismas mentales se esconde? Es ella la que localiza el agua dulce entre los salobres páramos, la que precisa mis atisbos de certidumbre entre la más palustre vegetación, la cualidad de una sencilla exigencia. Sólo requiere de mi arenoso talud para excavar su nido, mis agujeros mentales por donde perseguir a los peces más brillantes 

es la suya una ciencia popular, conocimiento antiguo de una oralidad sin pertenecia que habita en los lagos y los ríos, que con peculiares plumajes migra de un continente a otro 

tiene zonas donde vislumbrar sus más brillantes peces, sierras donde reposar su mundo, donde centrar sus prácticas sin echar de menos 

caracteriza sus colores con las tonalidades que le traen los vientos, los contrasta en las peculiares mímesis con su entorno, una gracia natural. Le encuentran sus estaciones aquellos lagos y ríos, los fértiles estuarios

vuela alturas a diferente velocidad alterando su plumaje, varía así el grado de fricción que obstaculiza su vuelo, pone en valor el agua dulce, tan anhelada, tan oculta. Es su timidez una discreción de baja altura, una lentitud pautada. Destaca a veces algún vistoso color caminando a ras de suelo, necesaria mímesis 

también conoce el trino agudo que penetra al propio emisor, los picos del color chirriante y sin proporción, la relación sin mesura con la vida 

su dieta de brillos serán larvas en los lagos y ríos, el alimento de todo lo orgánico e inorgánico, la forma que acabará imponiéndose, la llamada continua que nos coloca en la rama precisa, que nos vuelve a zambullir en el agua para capturar la luz. Soy un pez más en el estuario 

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