te pongo los vientos sobre la mesa jugando con tus horas, subo de grado cuando te superas en tu periferia emocional, y en los más profundos valles interiores. Registras los máximos y los mínimos de esa temperatura comunal, tu región de los vientos combinados, de tus masas de aires en altura. Alcanzas grados de observación desde alcantarillas al vuelo de las aves
eres viento de una afectiva mayoría, arrastrada humedad que desata borrascas. Te moderas rebasados tus límites con inmoderada velocidad, rebajas fricción, suavizas las horas, centras el día
la orientación adecuada me susurras con cálido abrazo, me das las vertientes de pensamiento más remotas, y las más cercanas de esta brisa costera, la fuerza interior en la más limpia incertidumbre, moderas ego y mundo
modela la inversión perceptiva comportamientos, genera el miedo el síndrome del faraón: acapararlo todo, llevarse todo y a todos a su tumba, la absoluta destrucción que sus fieles exigían. Sí, sube la temperatura, se secan las almas en las mesetas de una uniforme ceguera, se preparan para el ingente sacrificio, en el que todavía creen, la viaja hecatombe, gira el cósmico eje axial que aquí llaman cruz deviniendo esvástica, vieja visión hindú. Llegan inviernos artificiales, la sustitución de especies, un nuevo experimento de la ley natural sosteniendo su impulso primigenio. Tú le eres indiferente, no eres la existencia. Vuelven los vientos a posarse sobre la mesa
No hay comentarios:
Publicar un comentario