tu consistencia es una dualidad dotada de puntos de encuentro, juego continuo de interacción mediante uniones y separaciones, un conjunto que se desliza entre volátiles piezas. Corres con lengua fácil abriendo y cerrando escaparates mentales en los extremos de lo que llamas cordura, pones los topes a ese juego continuo tras tus dentelladas
me cuesta tu relatividad, piezas que encuentro inútiles hasta que las sustituyo, o las reparo a doloroso coste. A menudo se desliza ese control y se desgasta, me desalineo entre las correcciones, en una separación imposible me desdoblo, inserciones que de mí se desprenden, en esa cinta que rebobina me desintegro. Y uso encajes con que atrancar el deslizador, no se rompa del todo ese tejido espaciotemporal
antiguas similitudes se ciernen a mi ropa en una continuidad aceptada, poco práctico
mis chaquetas son piezas bajo control de cierre y apertura, un deslizamiento extremo a veces. Algunas ahondan en la separación, vertiginoso rebobinado que puede sacarte del tiempo, tremenda colisión de opuestos que ya no controlas. Si te levantas te abrirás como cascada vaina, podrás sentarte en tu bigbang
es potente la palmada que sostiene tu mundo de una pieza, tus invenciones en compañía de universo, tus diseños con los ganchudos ojos del tiempo
tus mochilas de arbitrarias menudencias presentan sus deslizaderos donde rebobinar, deshechos que conservas por apego en cualquier punto de la cinta
los ojos ganchudos son como dientes en los bordes de tu tiempo, desplazan tu cursor mental en el sentido deseado, se traban en alguna abertura, alguna invención categórica. Migras en el tiempo casado con su espacio, lo sostienes en cachitos que vas mejorando
emprendes el hoy, el ahora como medicina, lideras tus propias técnicas de acceso a lo absoluto, vasto invisibilidad desde la que fabricar, acuñar tus nombres, inventar
hago ropa de niños entre décadas, uso su cierre fácil de cualquier dicotomía, su consistencia
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