la palabra apocada en la luz que me incide, violácea hasta la incandescencia, hasta mi profundo pleocroísmo en el cambio indiscreto de las formas, mis períodos de aguamarina donde apreciar el sosiego, mis abalorios de calma
tienes mis propiedades físicas que te fascinan, mi capacidad de cambio y sus efectos
me recompone tu química como de añejos alejandrinos de estricta métrica, mi mineralógica oxidación ralentiza rebajando mis codicias. Peculiar fuente de luz absorbe mis reflejos con natural cromatismo, espectro que me atraviesa desdoblándose entre los astros. Difícil equilibrio contener las visiones que mutan en las incandescentes tonalidades, sus tendencias
cuido de los florecientes alejandrinos que someto al vapor de los días, al sonido profundo de mi entorno
y extraigo los encuentros afortunados con las gemas preciosas, las limpio de tiempo desde su peculiar fuente de luz; extraigo las maravillas de mi propio cuerpo
cada variación una rareza, la gracia de unos ojos sutiles reflejando la luz, pupilas que reconocieran el mundo de forma convexa
es la Historia alejandrinos extremados descubriendo mitades, convirtiendo lo inmediato en columna vertebral de su industriosa gemología, sus más preciadas joyas, su extracción un lamento constante que agota todo vínculo, la tierra a la que das tu nombre
sigo caracterizando cada cambio tal hablo, muestro su excelencia con irisada gracia, varío los ángulos de observación que la piedra brille en todo su esplendor. Ser presenta lo visible sin interferir en su belleza, la palabra apocada
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