El árbol de la ciencia. Pío Baroja SIN FONÍA (de los libros)

hice del tiempo un dios titánico comunicando cielo y tierra

uso herramientas simbólicas con un fin práctico, vayan apartando lo adversativo, fabricando la más sencilla síntesis capaz de formar apariencias, sorprenderme luego de su complejidad. Planto monolitos en mi jardín aferrándome a su comunicación, frondosa, llena de perfumes extáticos. Aspiran aquí los árboles de ese conocimiento como un mandato del que no soy causa, conecta toda forma visible o no. Son sus ramas existencia, mundos. Uso metáforas de vida que descienden en perpetua evolución

me van pasando revista los diferentes árboles relacionando genealogías, me dedican su tiempo inmemorial, yo les represento mientras me devoran, soy su hijo a ellos consagrado, dispongo sus frutos a la orilla del agua, adonde oraculares aves vienen a beber

esa mágica eseidad come mística en silencioso estado, guarda sabia la memoria de cada célula, inspira mitologías de vida y ciencia, es la guarida de los amantes de luz y fuego, el refugio del aedo. Su templo es un bosque oracular plagado de árboles donde iniciarte viento que mece las hojas en su caída sin necesidad de sacralizar. "Los dioses te envidian", me decía el aedo, me ligaba a los árboles y yo imploraba al río de la vida

tengo mi propio mito selvático con resolutiva teogonía poblando el mundo a partir de los mares

soy elementos que sublimo hasta la veneración, el espíritu de animales, fuentes, ríos, árboles, soy la tumba de mis antepasados donde les rindo culto en indeleble conexión, longevo ser poderosa onda. Soy centenario entre alisos y encinas hablando de sus adornos, su mutua ofrenda subterránea, posan como divinas estatuas por los elementos esculpidas, parecen sus troncos marmórea piedra. Me transportan sus brotes "al lugar de la esperanza, de la fuerza que me das"

de todo soy concebido, me conoce 

mi más antiguo templo es destino de culturas construyendo templos, plantando los bosques que celebran la vida, el refugio que me acoge al borde de cualquier camino, soy su propio exvoto, el tiempo, titánico, los adora