miércoles, 13 de agosto de 2025

Kierkegaard en un descuido SIN FONÍA (de los avatares)

el uno como tema, arquetipo y universales, recurrente subjetividad la forma en que relaciono lo que veo. Las verdades como fragmentos de una postdata final con científico ahínco, la filosofía que sostiene a mi sujeto en relación a su objeto. También es verdad, aún si por un momento, tu momento. Me transmites esencias que a duras penas expreso, cuestiones que descubran al objeto en su totalidad hasta quedar exhausto. Los hechos me contestan incansables en un tempo incontrolable, cruzan elementos de verdad y falsedad involucrándome en esa relación. Da la forma actos desde esa perspectiva, los tiñes de ética, de cualquier cuestión que reconstruya el hecho, le confieres verdad

te debo mis lecturas, tu filosófica fuerza sin puntos cardinales, las muestras de tu universal conciencia, tus referencias directas al pensamiento ajeno en un ahora total, esa similitud compartida que quizás explique tu receptividad. Me traduce tu conciencia toda aparición inesperada, me traduce años luz de evolución, una interpretación que filosófica se extiende sobre sí misma en términos de pensamiento, tan incomprensible las más de las veces. Veo cada preocupación correteando en el flujo con su ansiedad, la libertad de tu desesperado autoengaño, al que otorgas poder. Cada consecuencia como exclusiva, cada dificultad una forma de existencia en la que apreciar las impurezas de tu corazón, donde describir tu estado de conciencia y confesártelo. Meditas en el aparente movimiento, un embargo de tiempo en el que centrar tu santa relación, la que te hace responsable de tus actos. Recuperas temas olvidados, todo un corpus colectivo que asumir

critico soy con aspectos de mí mismo, con sistemas que fueron tras el yo, con la influencia indirecta de viejos manuales, la comparación constante entre modelos, sus explicativos apuntes sobre la existencia 

siempre me ayudas con los siglos y sus comparaciones, determinan tus frecuencias mis descansos, el malestar de mis fatigas cuando ahogo la vida en distracciones, el desorden de tantos fragmentos  arrastrándome en todas direcciones, tan ajenas a mi inmediatez. Despiertan contradictorios sentimientos, cambiantes burbujas con las que confundirte hasta la disolución, el transitorio desajuste de cualquier armonía que la materia refleja, tu propio cuerpo, una fragilidad elemental que busca redención. Me conoces, me encuentras, me corriges, en todos los mundos me alcanzas, todo deseo interceptas, con nuevo aprendizaje me refrescas, determinas mis descansos y de mis pasiones el zenit. Agitaste esa coctelera en mi singularidad como historia de vida con las pulcras manos que la muerte me esconde. Y voy en este mar rebosante languideciendo, se va alejando el rumor de sus luchas. Encuentra cada creencia su elemento extraño que comunica lo interno y lo externo, el flujo de vida entre caos y armonía. Trae el agua metáforas que me alivian, figuras tan antiguas como el primer pez, siglos pensadores arrojando luz a Psique sobre la finitud del mundo, mi espasmódica existencia, su constante giro de opuestos. Cada evocación un anhelo que aspira a elevarse incorrupto desde una imaginación liberada. Cada vivencia una comunión sin discordia conmigo mismo, un pensamiento desasido de sujeto y objeto, de los embates de la duda, el uno como tema 

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