pueden contener mis desiertos valiosos depósitos de un agua mineralizada, un amor formado en el más árido ambiente, todos los excesos de mi personal erosión. Forman ahí los salares mi sequedad y su opuesto, el torrencial diluvio de ideas que preservarán la forma y todos sus artificios, tan humanos. Y hallarás mis fósiles
en mí viven plantas y animales adaptando mi entorno a mi propia hostilidad; nervudos, endurecen mis resistentes cutículas, mis espinas impasibles al agua disuadiendo a toda perturbación. Y germinan las flores que al nacer mueren. Trae la lluvia semanas de longevidad que reafirman mis raíces, les da profundidad, mantiene fresco a mi animal, lo nutre de nocturnidad curativa, alarga su sombra en la vigilia. Tiendo entonces a la conversación espontánea extrayendo la información no hablada. Vuelvo luego a una latencia subterránea de indefinida duración, cuando la lluvia escasea, un regreso favorable
este proceso de erosión suma fisuras en mi paisaje emocional, entran luz y vientos variando mis suelos, desplazando mi arena para dibujar nuevas dunas desde donde atisbar los mares, reordena mis piedras y guijarros, cincela mis rocas creando, a veces, preciosas rocallas
han luchado los milenios contigo en círculos crecientes, te han trasladado entre oasis de pensamiento brindándote momentos de estabilidad, te han cultivado aún en los desiertos, en los valles donde consagraste tus fuentes. Han forjado esas rutas el desfile de tus mentales caravanas transportando el oro hallado de una generación a otra, tus dóciles números a través del desierto, tus preciadas piedras como posibilidades de una energía inagotable
quedo a veces despoblado en mi desierto, y sin embargo todo me habita, ártico y tundra con sus valiosos depósitos
No hay comentarios:
Publicar un comentario