miércoles, 22 de febrero de 2012

Rebelión En La Granja, George Orwell


(Tr. Eng-Spa from a review in Shvoong)


 En la novela alegórica Rebelión en la Granja de George Orwell, una revolución animal retrata el posible éxito del comunismo y las desviaciones de los revolucionarios en la Revolución Rusa. Los animales apoyan una revolución y luchan por el "Animalismo" en la creencia de que acabarán con la tiranía que han soportado. La revolución de la Granja Animal no detiene, no obstante. la tiranía, simplemente intercambia el opresor. La revolución en la Granja Animal viene provocada por el discurso del Viejo Mayor:
 "¿No está claro como el agua, entonces, camaradas, que los males de esta nuestra vida surgen de la tiranía de los seres humanos? Sólo deshaceros del hombre, y el producto de nuestro trabajo será nuestro. Casi de la noche a la mañana podríamos ser ricos y libres". 
 Estas son las palabras que provocan que los otros animales crean que si desalojan al hombre, todas las miserias de su vida se desvanecerán instantáneamente. Tras la muerte del Viejo Mayor, el impulso de la rebelión persiste con Snowball y Napoleón como los líderes naturalmente designados. Expulsan con éxito al granjero Jones y, aunque, "lo que va a cuatro patas es un amigo", Napoleón no tarda en desterrar a Snowball y volver a los demás animales contra él. A partir de entonces, Napoleón asume el papel de líder, ahora como dictador. 
 Eventos similares se han producido en la historia,el Viejo Mayor es como Karl Marx y Lenin, que inspiraron a muchos con sus ideales del comunismo. Tras su muerte, Stalin y Napoleón adoptan sus ideales pero rápidamente se desvían debido al poder y se convierten en dictadores.
Como resultado de la rebelión en la granja, una vez más granja totalitaria, conductas familiares parecen resurgir. "De alguna manera parecía que la finca había crecido más rica sin que los propios animales fueran más ricos—excepto, por supuesto, los cerdos y los perros". Aunque se promete igualdad, más trabajo manual presiona a los animales de trabajo de la granja, como construir el molino y la cosecha de los cultivos, mientras que los cerdos simplemente dan órdenes y disfrutan de los lujos que otros crean para ellos. Los animales trabajan tan penosamente como lo hacían con Mr. Jones, si no más, y siguen sin recibir ninguna recompensa. Incidentes similares han ocurrido en el pasado, como cuando Stalin también aumentó la cantidad de trabajo para los trabajadores con el lanzamiento de una serie de planes quinquenales y, aunque produjo grandes cantidades de alimentos para la exportación, millones de su propio pueblo sufrieron hambre.


 Asumido el liderazgo de los cerdos, estos empiezan a ajustar los modos de explotación para mejor beneficio de sí mismos sin apenas preocupación por los demás. Napoleón explota su autoridad para aumentar su propia opulencia. Los Siete Mandamientos, que fueron creados para mantener la igualdad, se alteran subrepticiamente en beneficio de los cerdos. La revolución comienza con la creencia de que todos los hábitos del hombre son malvados: 
 "Incluso si los habéis vencido, no adoptéis sus vicios. Ningún animal debe nunca vivir en una casa, o dormir en una cama, o llevar ropa, o beber alcohol, fumar tabaco, o tocar dinero o participar en el comercio. Todos los hábitos del Hombre son malvados. Y, sobre todo, ningún animal nunca debe tiranizar a su propia especie". 
 Sin embargo, los líderes son arrastrados al mal camino por su codicia, dando lugar a que hagan todas las cosas contra las que la revolución original estaba. Se dedican al comercio con otras granjas dirigidas por seres humanos y consiguen ganarse la admiración de los seres humanos de esa granjas vecinas, como cuando los Aliados pensaban en Stalin como un "héroe mundial". Cuando los Siete Mandamientos son compendiados por última vez, en una simple lectura, "Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros", es evidente que los cerdos han convertido con éxito la granja en una dictadura. "[Los animales] trabajaban diligéntemente… sin saber si tener más miedo de los cerdos o de los seres humanos". Los animales de trabajo de la granja son tiranizados nuevamente, y viven en el temor constante de su opresor, ya no el Sr. Jones, sino de los cerdos. Los animales de la granja no se benefician de la revolución en forma alguna; de hecho, las cosas parecen volver rápidamente a la forma en que solían ser, y en efecto, sólo intercambiaron a un tirano por otro. George Orwell es cínico sobre el éxito potencial de las revoluciones. En Rebelión en la Granja ilustra que las revoluciones no alivian el pesar de la tiranía, simplemente intercambian el opresor.

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