sábado, 14 de diciembre de 2013

de El Libro de Ash-Rael

Her is You - Mull Historical Society

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 Sura permanece a mi lado mientras contemplamos la llanura de huertos donde Mundana produce sus frutos de tierra, sus plantas armonizantes y sus árboles, flores y arbustos transplantables para crear entornos equilibrados. No hay excedentes: se produce tal se necesita. Para posibles épocas de carencia en tierra Madre se establecieron en la Luna terrestre---hay un proyecto similar para las lunas marcianas---colonias e invernaderos de explotación, amén de las consabidas bases de salida de las naves de exploración interestelar.
 Sura vibra como un gong desde su garganta y me hace vibrar con ella en esa frecuencia. Le llegan mis emociones en forma de recuerdos. Al ver el reflejo del sol en hojas, flores y en las gotas de agua que salpican la megahuerta, una gota de tristeza, de miedo pasado, refleja en mi mente. Sura intensifica el recuerdo convirtiéndolo en un presente emocional que en alguna neurona chispeara. Y lo va sanando a medida que se lo proyecto: lo que ya no es, lo que ya no soy. frente a una pistola intentando salvar al amigo del disparo, dispuesto a morir por él. Aquel hombre bajó el arma a pesar de las provocaciones del amigo, detrás de mi. Dio igual. Murió poco tiempo después en accidente no sin antes dedicarme inconsciente su última noche.














 Sura ve repetirse ese patrón una y otra vez, no ya en la tormenta eléctrica de mi cerebro, sino en una interminable conexión que abarca todo nuestro universo: restos del antiguo paradigma conceptual del Homo NonSapiens, el de causa-efecto, el de la Separación, la gran fractura, la causa de todo dolor.
 Sura, sin mirarme, sonríe con suavidad sin velo alguno de emoción. No puedo evitar mirarla de reojo y ver cómo la luz del crepúsculo marciano, aún con veladuras rojizas, le ilumina su frente rapada. Es una hermosa imagen de mi mismo en ese preciso instante, y nada más. Al hacerlo, no puedo evitar tampoco extender la mirada hacia la planicie de Chrysey y soñar en esa luz con el nuevo mundo: "El premio eres tú, hijo mío".
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