viernes, 20 de diciembre de 2013

de El Libro de Ash-Rael


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 Gokhlayeh, descendiente de los antiquísimos apaches del Pecos Valley, este del desaparecido Nuevo México, usaba la mano derecha a modo de visera: alargaba la vista en el interminable trigal que alimentaba a Mundana del pan elemental que todos los días cada habitante del nuevo mundo bendecía como el primer Homo Sapiens había hecho cuando una chispa le hizo asociar semilla, tierra, agua y espigas.
 Sura me había conducido hasta Gokhlayeh. Sabía de mi interés, desde el conocimiento akáshico, por contactar con mi ancestro apache. Frente a frente, Gokhlayeh me sonrió como en el reencuentro de dos viejos amigos que hacía mucho no se veían.
 --- Te habrás dado cuenta de que la cosecha está al aire libre---señalando la vasta extensión dorada---. Los nuevos escudos absorbentes de la radiación solar funcionan.
 --- Lo sé---contesté---. Estamos viendo las posibilidades de transformar esa energía en los acumuladores y darle uso doméstico: climatización, robots, automatismos eléctricos y todo eso. Me ha dicho Sura que ya se emplea en los edificios colectivos.
 Gokhlayeh volvió a sonreír con un gesto leve de reconocimiento. Pude ver de reojo su precioso caballo Pinto, un animal de pura sangre clonado a partir del Gran Archivo que un Comité de Consciencia Cósmica, siempre bajo consulta popular, gestionaba petición por petición.



















 En la ciudad señera de este paso fundamental de las especies terrestres entendidas como conjunto indivisible, infragmentable, se había conseguido también usar el metano que se extraía robóticamente de Titán, la gran luna de Saturno---aún existe un pequeño monumento en la Tierra para la sonda Cassini-Huygens que en 2005 reveló los secretos del satélite---en utilidades muy concretas. Por ejemplo, el riego por aspersión de estos trigales va impulsado por el biogas del metano. Es más, los residuos de su impulso energético se orientan al cielo marciano para manipular el clima y ahorrar el agua de suelo y subsuelo.
 Gokhlayeh me lo transmitía sin necesidad de palabras ni Transcriptor. Y volvía a sonreír humildemente. Va a torso descubierto, la misma piel tostada con que me aparecía en mis dormiciones akáshicas y así no perturbar mi relación mental con dicha entidad.
 Él fue quien me enseñó la conexión entre atmósfera planetaria y vibración mental colectiva, y cómo las perturbaciones en una u otra, arriba como abajo, alteran el equilibrio entre el ente planeta y la Mente...
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