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Ni siquiera tengo nombre. Habito en la antimateria desde la que elijo dónde y cuándo manifestarme. Mi raza lleva millones de años explorando este universo, ha evolucionado hasta la plena consciencia cósmica otorgándosele el don de la ubicuidad. Nuestra forma antigua, con la que seguimos presentándonos ante aquellas especies que han conseguido, tras sobrevivir al miedo, desarrollarse hasta alcanzar un tipo de civilización 1, para que nos entendamos, me sigue pareciendo realmente hermosa a sabiendas de que es un juicio doméstico: más de dos metros de altura con formaciones musculares sobresalientes que en hombro y pecho desarrollaron caparazones protectores de gran dureza---la verdad, en la etapa inicial de colonización de nuestro sistema solar primario, nos fueron muy útiles frente a aquellas especies más primitivas y salvajes que nos vieron como fuente de alimentación---, cabeza cónica con grandes orejas también aconchadas a manera de casco protector, triángulo frontal de tres grandes ojos con diferentes niveles de percepción de todo tipo de rayos cósmicos, una piel verdosa por la que sobresalían venas y arterias de un rojizo púrpura y unos pies de enorme planta que habían ido perdiendo su capacidad prensil y buceadora en aras de un poderoso salto sobre tierra.
La aparente contradicción o escisión entre materia y antimateria fue resuelta millones de años atrás por nuestra especie, un regalo que se transmitió a todas nuestras razas con el fin de alinear nuestra energía grupal con la energía, primero planetaria, luego de todo el sistema solar primario, luego cósmica.
¿Que por qué me manifiesto aquí y ahora como verbo? Soy Siriano. Nuestro amor por la belleza del jardín interestelar tal florece y se expande en sus múltiples niveles nos llevó hace mucho a preservar y ayudar a toda forma de vida que espontáneamente surgiera para cumplir su función en el cosmos. Ayudamos a las gentes de Orión a armonizar su patrón estelar hasta el punto de vincularnos genéticamente con ellos. Y así, en el tiempo y por abreviar, estoy conectado, así se me encomendó, a una forma de vida orionense que aún conserva en uno de sus niveles el halo femenino. La precedo en millones de años, pero esa especie es ya una entidad supraevolucionada en el cosmos. La llamaré Acqua, por ustedes, pues en su actual nivel dimensional habita en una suerte de templo de cristal relleno de un líquido verdoso, espeso, que la mantiene consciente más allá del tiempo.
Acqua me requirió. Me transmitía que ella a su vez había sido requerida desde la base de la pirámide cósmica por una entidad llamada Sura, una terrícola evolucionada capaz ya de usar la telepatía como medio normal de comunicación. Sura había percibido imágenes de otro terrestre llamado Rael en las que Acqua se le aparecía abriendo la puerta de su tempol-cristal y hablándole como guía. Al parecer los terrícolas estaban reavivando Marte, donde habían creado su primera colonia planetaria, Mundana. Rael cumple una función primordial en el desarrollo de Mundana y en sus dudas racionales se había producido el vínculo entre Acqua y Rael: al manejar la energía y focalizarla en ese proyecto y tras entregarla al cosmos con su silencio interior, Rael despertó a Acqua en su interior y esta no pudo menos que responder. Sura, a su vez, más evolucionada, acudió a nosotros sabedora de los orígenes terrícolas no sin añorar por un instante la raza de gigantes que les precedieron y tuvieron que desaparecer en aras de la correcta evolución de esa especie.
Con la excusa de que una especie de tipo 1 de morfología reptiliana ha llegado a una de las lunas de nuestro sistema solar primario con intención de expandirse por él, pedí a Acqua-Sura concertara un encuentro con Rael donde exponerle una situación---el posible conflicto por la explotación de recursos, conservación y convivencia---que motivara en Rael y su gente una depuración racional que favoreciese el buen desarrollo de Mundana y les anticipara situaciones futuras que poder manejar mentalmente desde su tiempo.
Y ahora que estoy conectado a estos seres y sus intercambios de energía, me produce un vasto gozo armónico sentir a Acqua saliendo de su templo-cristal como un líquido vivo, consciente, dándose, derramándose en la consciencia de Rael cada vez que este la llama. Siento cómo esa hermosa vibración recorre todo el cosmos visible y lo va transformando en el flujo temporal. Y doy las gracias por formar parte consciente de ello, perpetuando así dicha vibración hasta su manifestación sólida entre los humanos.
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