jueves, 13 de agosto de 2020

ABAJO COMO ARRIBAR (Sin Fonías)


 Trepadores, reptantes y volatineros


La cochinilla


te unías al carmín de sus labios 
 por conocer el colorante de la tierra,
el natural sonrojo de tus límites
  consumiendo el tóxico tinte de su piel.
Extraías variedad de texturas, 
el vino procesado de sus colores
 cultivando fundamentos, zonas ignotas

 eras jornalero de emocionales cuchillos,
el costado inapreciable de una isla.
Recolectabas días plantando altitudes,
  alargabas tus bruscos cladodios 
hasta encontrar el tono, raspabas
aquella piel con tus hojas muertas

su carmín te cocía hemíptero 
desde las plantas de tus pies,
le perteneces como huésped sintonizado,
te reconoció en el tiempo. Tus nombres 
se engranan en una secuencia de vidas,
texturas que se extraen, género, especie,
 el tinte de los tejidos materializados,
una colorida antigüedad de labios​

 actúas grave, afectas extremos,
  olvidas tu costal isleño, tu exótico
origen invadido por tus frutos,
  das valor a tu existencia pasada,
  destruyes afectos que se plantaron
como unicidad de una mecánica incognoscible
 
tu hembra y tu macho reinan animales
al filo del caos, se cuecen como especie
en los costados isleños sin ignominia,
         santa cocción que se alinea con los astros 

has usado biologías extremas convirtiendo 
 especies en depósitos forestales, en olvido.
 Tu costal científico pertene al engranaje
como historia de lo inédito, y obtiene 
los extractos del carmín terroso,
la ocre naturaleza de los corazones, el ácido
  jugo de tus sentimientos dando tono,
la textura que será. Has combinado
  los alcalinos del cambio, los colorantes
 de tu sustancia por conocerte, las químicas
inoperantes como ingrávida suma
 por teñir la fatuidad de lo innecesario.
Has usado la tinta de códices improbables
por colorear tecnologías pagando 
un alto precio, y te aplicas industrioso
en el aprovechamiento de tu cosmos.
 Son tus siglos un suspiro en sus pulmones
 consumiendo el tinte tóxico de su piel,
la brusca coloración de sus obras​ 

 realízame existencia sin método, 
 expón tu sol al cielo grávido
y reduce mi peso de aspectos indeseables

clávame tu obra antigua al cuidado 
de la lluvia olvidadiza, enfría mis pies
con los vientos que devoran el miedo.
  Tus plantíos de tiempo preparan 
 semejanzas desde la hoja muerta,
 mudos entonan hábitats y piel cosechable.
 Resérvame el número inexacto
de futuros y generación apreciable, 
la mezcla rasposa de texturas
que nos sumergen en la interdependencia, 
la medida cálida de los colores
que aún no vemos. Tenías método,
céntrico sol, un comal de cocción,
  la disputa de tu origen en un suspiro, tu tiempo 
comprensible en la mecánica incognoscible

esta brevedad atraviesa la fina piel
que mis labios besaron, la hoja muerta
  clavando su agudo filo emocional

y me provees del sol intenso
que se adecúe a mi forma, recolecto
días de altitud donde madurar 
mis plantas, teñir de nuevo 
los tejidos del mundo

curiosean mis aspectos biologías
nuevas reproduciendo sus texturas,  
 observan a macho y hembra acariciarse
 arqueados bajo el cuerpo de una isla,
 tienen lados aislados como marítimo 
abdomen, ventrales presencias como apéndices 
del sentimiento que se expande membranoso
por los cielos nocturnos. Formas 
 orgánicas guardan el secreto fecundando
los plantíos de mudas entonaciones

replántame reproductivo la síntesis
de mis tintes con la anilina de tus besos
robándome el oxígeno. Cultivaste 
en mí tus ballas retrospectivas, hectáreas
 de recuerdos prohibidos que alimentan
mi novelesca percepción del tiempo.
Tus colorantes aún propician vida

reprodúceme en tu voz como un cultivo
de islas escondidas en el alma, de hojas
  retiradas de lo visible, de los ciclos
 vitales, donde el género se diluye, diario
alimento como savia extraída de las nubes

macho y hembra ponen sus huevos 
de tamaño, forma y movimiento 
en los tallos de un mundo milimétrico


El Ciempiés





me estudias molecular llegando 
a la nostalgia morfológica, los espiráculos 
por donde respira el alma,
mi dorso como una región pleural, materia 
de los cráteres donde me escondo

mis labios son tus pies reconociéndome,
 la grafía incorrecta de tu cuerpo 
alargándose memoria, planos segmentándose
 en imágenes dispersas, milímetros
de piel caída como polvo. Tu geografía
  posee el conocimiento silúrico
de los amorosos fósiles que nos describían​

depredas información que vertebras
 como una araña constructora,
  cazas pequeños bits royendo silencios
 como un murciélago enloquecido,
  detectas presas del atraso histórico
que envenenas con tus apéndices mentales.
 Tu suficiencia devora a tu especie

me distingues entre los segmentos
 recomponiendo un cuerpo efímero

tus tradiciones me anquilosan,
fecundan mi geografía amorfa
de estados embrionarios en constante muda
sin obtener el proceso deseado, especias
la materia con el hambre del conocimiento
por capturar los apéndices mentales
disolutos, buscas desarrollos secretos
que envenenarán tus pensamientos.
Vas colonizando tu hostilidad
desde los desiertos, desde el hielo árido
a los húmedos débitos de tu altanería,
desde el agua salvaje de tus carencias

tu geografía, cambio terroso que protege 
tus desarrollos criando los huevos 
de pequeñas certezas, ciclos de vida
menudos con cráteres desconocidos

colocas piezas en pares mínimos
que ajusten tu dualidad perceptiva,
emoción pensada, una fisión constante
frente al vacío insondable, el vértigo
al infinito. Fusionas piezas que capturen
certezas domésticas en interiores amueblados

ves lo que crees con la profusión
de la piedra más basta, das forma
al vacío con la cefálica placa
de tu universo, posees el don
de la creación como especie. Sí,
tu geografía ciega tus prodigios
con la umbrosa belleza de las formas
marchitas, tiene los ojos de las estrellas
cerrados en su frente y moriría
si abruptamente se abrieran. Descansas
 cuando la lluvia de la simpleza
 
hay hoyos en mi piel que cubro
con tiempos de añoranza. Defino 
 desarrollos que longevos lleguen, 
antes de anquilosarme, a segmento.
Tu cuerpo, tectónico cosmos, oculto
 dorso, un vientre de emociones,
 se ablanda en el conocimiento,
se oxigena tu pleura, se hacen flexibles
tus membranas como intercambio 
amoroso. Gases de la excepción
cruzan los espiráculos de tu alma
 para airear los huesos de tus ancestros

 proteges tus embriones mentales
 reproduciendo actitudes, espermatóforos
del pensamiento que fijarán destinos.
Depositas tu fe en el infinito baile 
nupcial de la materia que nos recoge,
en la complejidad simplificada que templa
tus nervios, en la estacionalidad
de tus pensamientos, del desierto
al hielo árido, del trópico al silencio

 segmentos, niveles, terminales 
nerviosas del cosmos, posees
el denominador común del todo,
 caminas por las formas que defiendes
fabricando opuestos, par mínimo
funcional que te impulsa tiempo.
Aprecias el dimorfismo esquemático
que te ubica en lo visible, este segmento
palpable donde puedes verte
 externamente a través de lo Otro.
Escrutas incansable mi gesto
por darle un significado, por reconocerte,
dan tus labios geografía a mis movimientos
 por fecundar el tiempo de cambios.
Sí, posees etéreo el denominador
común de lo oscuro y lo luminoso,
de lo visible y lo invisible, del saber
y la ignorancia, del miedo y del amor.
Tienes al alcance la microscópica vastedad,
el vértigo infinito y subatómico, la anchura
de tus emociones liberadas, y emerges
de las salvajes aguas de tus carencias

 sensores ocultos saben con certeza
lo que tu razón solo juzga, la elipsis
entre el afuera y el adentro, los ojos
de las estrellas que te detectan,
un sonido mudo que te requiere

tienes a tu alcance receptores estelares
que te cuentan de extrañas morfologías,
de poros en las fórmulas aceptadas,
de superficies donde ubicar tu imaginación
 como regiones vírgenes del pensamiento,
formas donde encontrarnos como amantes


La culebra que asoma a mi jardín




 crías velocidad, desarrollas rapidez
 viviendo longitudes oscilantes, centímetros
de asombro que aplaquen tu conciencia.
Alcanzas segundos imposibles, años 
 hembra donde crecen tus silencios,
el peso de tu madurez como otoño
perpetuo. Vives tus propias condiciones 
 apareándote a cada cambio, esperas
 primaveras de lo verdadero. Eres
familia aproximándose especie,​ vulgar
 denominación de lo inofensivo, la realidad
 apropiada. Tus miembros se agrupan
en su espiroidal naturaleza

 vituperas las costumbres antagónicas
mientras muda tu piel sin darte cuenta,
 años de un Hacia incontrolable,
un camino de excepciones 

natalicios nombres recortan
tus horizontes en pequeños reinos
que se anudan y se subordinan,
pequeños órdenes familiares serpenteando
bajo los oropeles acordados

tus lugares predilectos acallan
amaneceres, son raíces de un musgo
sempiterno, vegetación de tu alma
entre las madrigueras del cielo.
Tus mitades crían tamaños, la oscilación 
de tus pasos entre los centímetros, 
ese otoño de cíclica iniciación aparente
donde nunca llegan primaveras. 
Me acoplo a tu rareza, tu escasa
 benignidad en el habla inconsistente,
tu rezo inútil

recubres mi cabeza con las escamas 
de tus pensamientos laterales, contornos
 romboidales de tu vientre inflamado

 generas vigilias de ojos sin brillo,
  escarbas anfibio mi tierra húmeda
 oscilando entre mis centímetros
invisibles, pululas descentrada
entre mis nombres natalicios

estás ovulando principios y términos,
los oscilantes números que aligeren
tu color espeso, que blanqueen tus centímetros 
dando anchura a tu desunion,
la gelatinosa sustancia de tus formas 

me oxidas, serpentean tus miembros
por mi inmadurez disipando mi espera.
 No hay futuro, me encuentras en el grupo

tu proximidad es un letargo
 alimenticio, activa hermanamientos
rituales con lo establecido, el apareamiento 
de lo que acontece con mis horas,
 mis lugares solazándose en la abundacia
donde vegeta el alma su prolongada
contemplación, se enrosca el tiempo 

se subdividen tus pequeños órdenes
familiares, maneras nuevas generan
vigilias que disiparan esperas, especie
gravitando en sus géneros como necesaria
intoxicación, pseudociencia como sibila
de lo incierto sedando tus ciclos,
elipsis somáticas oreando tus miedos

el agrado de tu actividad 
 alcanza mi cuerpo y oscila 
entre mis días de abandono, tu refugio.
 Calientas mis horas con tu suelo 
 expuesto al sol, mi letargo alimenticio

me disipo tóxico en los oráculos
de la sibila muda, la xenófoba consideración
que reciente invadió tus miembros,
colonizó tus potencias como amenaza 
a tu identidad, la grave especie 
de las familias serpenteantes, asidas,
subordinadas a un ancestral bestiario
 de exóticas toxicidades, vínculos irracionales
regulando tus decretos, la prohibición
creciente de que vivas. Espiroidal
naturaleza de tus emociones, agujero
negro por donde escapó Alicia, tiempo 
posesivo que absorbe tus fluidos
en los que tanta fe depositaste. Transpórtame
de nuevo al vacío absoluto donde todo
es, predilecto lugar que acalla
amaneceres, desaparece la espiral​

 llegan primaveras de agua dulce
en las marismas que crié, circundan
el silencio y se me escurren de abundancia.
Se activa la vida en estos campos 
según las condiciones que acordé,
meteorologías invernales que abrigan
mi piel con sus aires oscilantes.
Veranos sorprendentes humedecen crepúsculos,
horas donde la noche no acaba de empezar

me trepas hábil, asciendes por mis ramas 
 atravesando mis distancias, llenas de aire
 mis vacíos mientras buceas por mi alma

me tragas presa entera y me alimentas
con tu tierra firme, tu agua hecha
de estímulos, tu lengua como un cebo

eres capaz de alimentar principios,
de triturar, voraz, los pequeños peces 
de mi estanque, ya que comes 
de la mano de estrellas, insondable parto. 
Eres capaz de resistir mi ayuno
tóxico que oscila entre las voces 


El vencejo durmiente





acortas tus alas vencido por el roce,
  remontas al encuentro de nuevos suelos
sin comprobar tus dádivas, un impulso 
profundo desde la herida que llevas 
como centro de experiencia, incurable, 
alimenticia, por recuperar tu espíritu

 vences suposiciones adaptativas, extremos
  vitales que en ciclos desarrollaran
tus vuelos, y nidificas en lo ordinario.
Eres único en tu relativa capacidad,
 entras torpe en similitudes ilusorias,
 hibernas en la rutina que te permite 
superar los fenómenos inaprehensibles,
la adversidad de lo incontrolable.
Comes de tu origen criando formas 
exclusivas, esa enormidad inconfesable

se desplazan tus momentos sin centro
 y tienes grietas por donde te rehabilitas,
 tu fauna mental te da los pasos:
 una caja sin medidas que habrás de mantener 
limpia tapando oscuridades, una intranquilidad
 temporal de la que bebes gota a gota 
con la comisura de tus pensamientos,
una comida que las ideas aderezan
 
 duermes vencido por las aves diurnas
con el poder asombroso del tiempo,
 vuelas por el Ello como nube estelar
que desconoce su elevado trance,
 la altura inaceptable a tus sentidos.
 Evitas las posibilidades metafísicas,
el aleteo de las frecuencias desconocidas
donde el movimiento desaparece

 aún faltan aspectos de tu ser,
se va elevando tu nido rutinario,
la verticalidad de tus riscos mentales,
 paredes por donde tropezar tu vuelo.
¿Cómo cuidar de tu vieja herida?

vences de nuevo tu vuelo errático,
 acortas, falciforme, tus alas, profundizas
tras esa horquilla de estériles pensamientos
que te iban empequeñeciendo, abocando
a una dualidad destructiva. Liberas 
la forma como ave de vida, sus ciclos

solías migrar a primaveras menudas, partes 
de nuevo la vida en sueños diferenciados, 
aceleras el mundo superándote por segundos, 
tu espacio. Y me lo cuentas 
con la infantil curiosidad que resuelve 
mis dudas, te brillan los ojos.
  Me vas conociendo, vida, mis ciclos.
¿Con qué aderezarás hoy mi comida?

tus respuestas son silencio sencillo,
 vida chillona caracterizando rutinas. 
Pasas volando por mi frente 
sin forma demostrando tus minúsculas 
operaciones, la absurda aceleración
de las cosas, partiendo hipótesis a hachazos
para nueva lumbre, y me encierras
en los años. Hay aves sobre el cable
eléctrico mirando mi vuelo, mi sueño
que anida vencido de tanto roce,
de momentos desplazados, de necesidad
innecesaria. Aprendes tu abandono

 vence animal la enormidad
de tus propias cantidades, caza 
desde la soledad de tus grietas
 el alimento, tu propio hijo ingerido
en la comunión con el todo indiferente 
a tus creencias: eres ello, estás en ello.
¿Cuándo vuela tu herida abierta?


Del virtuosismo de las piedras


Ónice





tu dérmica artesanía usa principios 
de moral decorativa, una orfebrería
de la deuda y el castigo, el pulido 
tono de las verdades porque sí.
Fabricas espesos miedos, camafeos
 a partir de oscuros yacimientos
donde la forma lo es todo 

queda obviado tu origen
entre los mundos gaseosos del producir,
 ​ lagunas del olvido que ya no te requieren,
 ​galerías subterráneas donde se pudren las imágenes 

escarban tus uñas la piel oxidada, 
la clase de piedra que fabricaste,
pones precio a los cuerpos​ sin aceptar
la gratuita exuberancia de lo múltiple,
sinos variables descomponiéndose
en sus principios, oxidándose​
en generalidades categóricas, fórmulas
sin incógnita que se apropian
de la forma, colores sin lustre
propiedad de los nombres, físicas 
cristalinas sistematizando tu rostro,
una trigonometría de tenaces principios,
 textos de eyaculantes actualizaciones


Amatista




debes la difusión de tus gemas
etéreas, los términos descriptivos 
de tu amistad interna, las tonalidades 
ocultas de tu alma voluble. Rosas
 referenciales clarean en tus ojos
 mientras violas intenso los destellos 
de la materia, varías la apreciación
de los seres, las cosas, y mezclas
 naturalezas transparentes entre nombres
y números, el hogar de la armonía.
Calienta tu amigo la tonalidad 
cetrina de tu piel, el ámbar escaso
de tu historia en formas naturales,
una etimología que narre 
tu cristalina insignificancia. Violas
 el color intenso con tus cantidades,
forjas contenidos absurdos del presente
que entretengan tus miedos, coloreas
 las zonas transparentes con la punta
de tu lengua en suelo oscuro
hasta degradar tu propia amistad

 tallaste en mi Cuándos magníficos,
vívidos colores de la variabilidad,
 el aprecio perfecto engastado 
como corola de sentimientos
que se esparcen por el cosmos.
Tallaste los restos de un amor
pretérito objetivándose entre las cosas,
el arte de lo humano mineralizándose
en el corazón expansivo

tus nombres amarillean en el sol
de la mañana provenientes de un mar antiguo, 
la embriaguez de las piedras engastadas,
la potente pócima sin antídoto 

me conoces, amigo, desde la eternidad,
haces años como creaciones personalizadas,
 sellas mi boca con olvido e ignorancia,
 y tallas. Tus edades cristalizan 
en símbolos renunciando a símbolos,
en tierras bienaventuradas por tu casta
  forma de anillar tus descubrimientos,
de simbolizar inocente tus tropiezos
en el jardín de la sabiduría. 
Aléjate, mira

categorizas orfebre el soplo
del viento, clasificas nombres, 
te oxidas en fórmulas del sí,
del no, del quizás como física
de la separación. Propicias colores
reproduciendo como un niño
la diversidad que percibes, tonos
que rallan el vacío representando
totalidad. Das lustre redundante
a lo que ya es ocultándotelo,
y blanqueas sombras, la vítrea 
transparencia que deja al ser translúcido.
Tu esquema trigonal te ayuda
en tus hábitos mundanos, es prisma
mental, exfolia tu pensamiento
desde la fractura asumida, petrifica
tu corola de sentimientos como ilusión.
Pesas tu constancia como densidad
humana, agregas refracciones inesperadas
a tu prisma tras el punto de fusión
nerviosa, tras volver a hacer
soluble lo insoluble, la piedra.
Caro óxido del aprendizaje
 varías tus aprecios formales,
seres, cosas, anillos mentales, colores 
violados por ese pálpito mineral

tu amigo interior da su magma
en soluciones atemperadas por el hábito,
 te encuentra los tapices sedosos
de las naturalezas sin fractura, 
te da las drusas reflectantes 
de la piedra yerta. Formas 
cristales que recubrirán la tierra 

 yaces, amiga, en la montaña
más profunda, aleteas musical
en el silencio inesperado, etérea gema

indícame los pesos inapropiados,
 sopesa mi resistencia a la ácida
corrosión de mis susceptibilidades,
 al calor de la piel encendida
por hechos que me trascienden,  
al cambio de mis colores y su colocación,
 a mis ansias de regreso quemando
la Vía Láctea en mis sueños

has cambiado mi deuda; ya solo
debo la valencia de mi estar,
 el contenido recuperado de una memoria
dignificada, el original sometimiento
 a las irradiaciones de un inmenso corazón.
Te doy mis piedras más preciosas
con todo su dicroísmo espiritual
del que eres artífice

 absórbeme en los espectros lumínicos
de lo informe donde el conocimiento
es inviolable como causa ajena a mí

No hay comentarios:

Publicar un comentario