I've seen all good people (turn their heads...) - Yes
tu equilibrio renueva etapas
creando estímulos del genio, desconcertantes
respetos por las potencias proyectándose
expansivas sobre lo humano.
Progresas helicoidal en momentos
de angustia, creces en la concreción
fehaciente, una actitud depurada
que se traduce en domésticas certezas.
Te aferras a tus ornamentos vitales
sintetizando antiguos entusiasmos,
tu demasía dionisíaca cuestionada.
Claves emergentes, llamadas imposibles,
lagos de memoria creativa, oasis
de pequeñas delicadezas personales,
un magnífico ser que debutara en ti.
Son reflejos tus anécdotas, ese respeto
a las incómodas sorpresas de tu entramado
espaciotemporal. Va suavizando el deseo
sus inmaduras exigencias, se estiliza
en el seno de los vínculos afectivos.
Tus palabras son un ruido
impertinente, cacofonías de realidad
desintegrándose en los silencios
que te das. Hay sonidos tratando
de acceder a ti desde la hierba,
un perpetuo ensayo de comunión
con lo que es. Sí, percibes, te involucras
en los adverbios del espaciotiempo
hasta enjaularte, te haces otro.
Sientes los plexos solares como propios,
su peso, su muerte imprevista, el cuándo
que aletea por tu frente entregando
sus voces, las cosas difuminando
sus contornos, el giro incluso
de los continentes en inmensas telas
raídas por el desgastado estímulo,
el genio que está volviendo a su lámpara.
Retazos de ti claman en el otro,
actúan como cristales reflectantes
en los palacios de la mente,
te invitan al abandono. Aletean
en tu frente fugaces voces, aves
tristes de la nueva etapa. Has reforzado
tu iniciación a la versátil creatividad
abres el vigor que elaborará
ingeniosos cuerpos, fogosas sincronías
agilizando la evolución, metaplasmos
de la materia inoperante. Inicias
imágenes que se alargarán en el tiempo
con renovados efectos y texturas, eriges
protagonismos temporales como instrumentos
de una orquesta fabulosa. Despiezas
acústicas y ritmos latentes en el liceo
de los nombres, estiras los minutos
adelantándote a la materia, lo que habrá
de ser para ti, tus piezas manufacturadas
produciendo emociones, fantasías que devienen
realidad, etapas de imparable creación.
Cierra lo grande en despliegues cercanos,
una opulencia minimalista semejando
la gracia subatómica, una narrativa
de la letra agigantada y sin sentido,
pequeña orquesta de lo cotidiano
que articulara la pieza eterna.
La vida te busca en interludios
de desilusión, procede en ti
como un banco de créditos espirituales,
de arreglos compinchados con el cosmos,
perfecta sincronía tejida en los milenios.
Cierra las secciones caducas, la atrofiante
pertenencia a los fantasmas vejatorios,
a las calles rebosantes de espejos.
Secciones de nuevo ángulo te construyen
ya nuevos ambientes, gradaciones emocionales
frescas, una intensidad matizada que te habla
en secreto, momentos que se despliegan
desde tus fosas nasales, tu latir
sincrónico, una nueva síncopa oratoria.
Señoreas tu universo con la psicodelia
de los nuevos estímulos, un vuelo
más rasante que antaño, un descenso
indoloro donde las piedras se apartaron.
Cierra aquella agilidad mental, sublima
tu ambición en nubes generosas
que anegarán otras tierras, otros
tiempos, navega por la elaboración
sencilla de los prodigios cercanos,
por la arquitectura de la luz indómita.
Sí, generabas el contrapunto bélico,
los motivos del interludio estrepitoso,
inspirabas la pieza antagónica, notas
del tránsito violento a nuevas secciones.
Movías las emociones a la rocosa orilla
de la destrucción con la flauta del ilusionista,
con la lámpara del genio desesperado
aventúrate en la canción sin clave,
compón inspiraciones menudas
que prolonguen tus minutos
en un diálogo incontrolable
de imágenes y voces, de formas
desconocidas, en cuevas de silencio
donde una gota estalagmitaria
reine como sus ondas en el agua.
Hay ubicaciones extrañas de una ubicuidad
sin límites, rubra sangre de naciente
cosmos, la rúbrica informe de la creación.
Mencióname las electrizantes desgracias
del cambio perpetuo, los registros
de la materia que ya no es, cielos
atiborrados de sulfuro manifestando vida,
la desgracia de tu pequeño corazón.
La inmensidad de tu vigor es presencia
inorgánica, una vorágine de fuerzas
sin ostentación alguna, una furia
épica enmarcándose en caminos
sin retorno, un clímax incesante
de realidad conjeturada. Crece tu amor
trepidante y pletórico en el escenario
invisible, progresa su forma manifiesta
sobre el vacío primigenio. Tenemos
la extensión concebida, el espacio
de los picos emocionales, remodelamos
la fastuosa belleza de nuestros planetas
componiendo ocultos mares, amantes
imaginarios que devienen estrellas.
Tu alma rubra firma la hoja de sus constelaciones
cumpliendo los sueños imposibles
de sus devociones con ese amor
entra la cueva de tu maestría
y bracea en las ondas masivas.
Baja al meticuloso átomo de la ingeniería
invisible donde aún reina la gota.
Nunca has estado solo, nunca
lo estarás pues no estás separado
de lo que crees pensar. Refiéreme
tus tríadas, tus sacras geometrías,
tus cábalas numerológicas, háblame
de tu frágil corazón en el abismo.
Te representas humano, punta
de lanza evolutiva, ascensión paralela
de forma y pensamiento, centro
mágico de tu sapiente racionalidad,
una expansión controlada en tu cálculo.
Solo haces música en el pentagrama
multidimensional donde otras notas,
entidades extrañas, pautan el silencio.
Eres generaciones en ti progresando
helicoidal hecho tras hecho, coleccionas
historias que marquen puntos de referencia,
inicios, cénits, creaciones, legados
de inmensidad, despertares olvidados,
desvelamientos con apariencia de accidente,
fenómenos solistas o sinfónicos combinándose
en el pentagrama, el vicio de tu virtuosidad
imaginándose estilos de dicción, eclécticos
arsenales que vayan revelando el escenario.
Eres periodo de geometrías personales
en la arquitectura de la luz inviolable.
Tus personas parten rítmicas
al hallazgo de nuevos paradigmas,
sitian pequeñas inteligencias extremófilas,
son orfebres del pensamiento oscilante
y sus síncopas irracionales, se disuelven.
Nadas en las ondas como gracia
inconsciente, ves lo que crees articulando
realidad, grupos que se proyectan
desde tu sueño y amanecen en el tiempo,
concreciones formales, fácticas, de un día
para otro, reveses y alteraciones a tus alineamientos
como bandadas que parecen desorientarse,
temporales de estío que forzaran
tu giro emocional. Tiempo y palabra
de la mano situando límites te emplazan
a tu crédito espiritual a la ribera
del río incontenible. Apareces real,
un mensaje verdadero de esencia y lodo
Say it ain't so, Joe - Murray Head
persónate en tu información, náceme
en el pecho como un reino
de educados colegiales trayendo
su cacareante liceo de animales.
Ocupa mi canto y actúa
en mis años como instrumento
que al disco solar le hablara.
Islas sin registro perdidas
en la memoria se enredan
en mi sitio con cabezas de plata
te me apareces destacando
el horizonte, estrella crística
que no admitiera interpretación,
un fuego de crepúsculos traicionando
el papel que me asigné. Cintilas
y desmayo. Has barrido los pilares
de mi casa con tu tiempo oscuro,
dueña de mi canto dices
la palabra que aliena a mis fantasmas,
mueves los peones de un tablero
bendecido por los hielos del norte,
un libreto de terrazas plantadas,
y cantas. Te apiadaste de mi noche,
esa niña docta que serializa
los lugares extraños, las visiones
acuciantes convocadas por lo ajeno.
Caminas translúcida por una ciudad
recién creada, jaspe y frutas puntiagudas
palpitan fríos por mi sangre adormecida.
Tonificas verde el vaivén de mis deseos
en agridulce equilibrio, claudico
ante tu evanescencia de blanquecino andar,
un sur rutilante de orillas solitarias.
Tu belleza señorea serpentinea
por este mundo recién creado.
Tomas mi pecho agradecido
con la calma de un mar
que se aquieta
sanaste mi ansia de perfección
con tu afilado rallador, piel
agostada por siglos de conflicto
estrellándose contra números pétreos,
contra lo dicho por ti mismo, algo
que meciera tu sino contra tu voluntad.
Remas aquí conmigo en las orillas
que jamás pensaste, señoreas
tu plata encefálica entre los opuestos
como volátil entidad de todo amor.
Me has amado siempre a pesar de mi,
esa pista sonora que aún viaja contigo,
ese cuerpo de pasillos estelares
que aún te asombran a cada renacer.
Mamas de mi noche su láctea luminiscencia
que cubres de números, de peones
en un tablero imaginario del que te enamoras.
Incansable, recompones tus fragmentos
con la apariencia de un nuevo puzzle,
pronto a la mirada de otro ocaso
denotas la pasión del fuego escondido
hogar de mares inmaculados, voceas
sin pensar tu ópera nocturna
entre mis rocas, crística luminaria
que escupe los elementos de la forma,
partículas proyectándose infinitas
en un continuum creativo, una música
devastadora sobre las cabezas de plata
te hermanas con actores emocionales
niquelándose de números, de voz
multitudinaria; con sombras
que incansables vagan por entre torres
de vigilancia; con olas pintadas
de inocencia soñándose canción.
Estricta página del devenir.
Coleccionas vidas, volúmenes
recopilatorios de quebrados corazones,
viertes lágrimas al misterio que cuidas
mientras vuelas sonora en el vacío.
Asciendes, desciendes, llevas
recados a lo invisible, expolias
tus recursos en aras de conocimiento,
actúas en proscenios de conciencia
donde el silencio te da su música
y bruñes tus sienes plateadas
edúcame una vida más, animal
liceo de escolástica diversidad,
asísteme con el chasqueo de tus púlsares
universalizando mi falta de razón
me cantas con el timbre de las plantas,
información te me personas
con rostro de tenor, de afrodisíaca
soprano de las frutas puntiagudas,
la excelencia de los ramajes más salvajes,
un tablero de cuadrados desarticulado
donde se liberan los peones. ¿Cuál
el auténtico? Me alcanzas en el pecho
el idioma de los fluidos que no conozco
actúas musical labrando mi oro
Il cuore è uno zingaro - Nicola di Bari (Michele Scommegna)
tu singularidad te hace insubstituible,
la medida de tu mundo, melódica pieza
de un período, un pensamiento bogando
entre las ondas que nos precediera.
Trabajas el amor que se te dio
en esta arca de la historia sin eternidades,
un camaleón de lucientes corazones
tu barro fecha identidades, nombra
lo otro abanderándolo de románticas
baladas, pone voz a sus festines
mientras va bogando bajo el agua
tu niebla apura su tiempo
reconociendo lo ya vivido,
pronuncia los años conjuntándolos
tu niña canta a la albura
de partículas anecdóticas en medio
de helados pregoneros, un tumulto
de caóticas escuchas indecisas,
temas menudos emigrando sentimiento
hacia su origen, sin apego. La tierra
vive en su llamada, colores
de una pieza intransferible
los años conjuntivos cambian, reducen
la excepción en bella fórmula, consigues
penínsulas de calma donde continuar
tus logros aún en la caótica escucha
de inadvertidas posibilidades, allí
donde N es expresión divina,
un radio intraducible a tus sentidos.
Compones lenguas vernáculas
al nunca, pensamientos que serán
materia, cantos de aparente soledad
donde bullen las partículas anecdóticas
me indicas trayectorias vitales,
décadas de voces permisivas
logrando rapidez. Apareces sencilla
regresando a casa tras el festín,
y me invitas a participar de tu bogar
los años disyuntivos activan
tu arte isleño, el negro vaivén
de tus direcciones enlazándose
imprecisas, tu lado por calibrar.
Precedieran los recitales antiguos,
singulares pensamientos que abandonaron
sus cuerpos, cantos como dones
por reconocer, lo ya vivido.
Apóyate en mis cortinas
de inmensidad, muchachea broncínea
tus años adversativos hacen países,
ejemplos suspensivos del gusto
que volverá en los festines. Cías
con loco celo mientras te encomiendas
a la frescura de espíritu, linda
pieza del amor que se te dio,
las inadvertidas posibilidades
crees ganar algo con la enfermedad,
presentas tu lado por calibrar,
festín angustioso que logra finales.
Repentina, el agua estancada
pierde tu canto su lluvia,
minas su belleza terca,
te has consagrado a lo definitivo,
bogas entre los restos del banquete
todavía impones tu competición
como pareja de baile, nadas
los días por el arco iris presentado
como visión, año ocasional recibiendo
la lisonja de los juicios, ganando
nada. Honras episodios que luego
censuras, efectos a los que das
estrofa los días de arco iris: alzas
el verso que versionea tu ausencia
sana detención del tiempo, di
tu pieza vagabunda y conquístame
el otoño de los colores rabiosos,
repíteme en las mañanas como sencilla
promiscuidad de vida, anticípame
con la nueva versión de tus ausencias
en otra pieza sin letra escrita por el sol
cantas gozos impopulares, el arco
de tus ojos azuleando amaneceres,
trotando el mundo ingrávido sobre
la bella montura de tu corazón.
Romántica balada sin autoría llega
en su giro a los años perdidos, oro bruto
resonando bajo la tierra, el recorrido
de tu llamada como gracia concedida
N es la casa reluciente sin causa,
el efecto improbable que merodea
por tu vientre, que te acompaña
eléctrico desde el mismísimo núcleo
de la Tierra. Apremiantes efluvios
renuncian a su nombre por decirte
su pieza, reverberan optimistas,
una orquesta de arcos integrados
orígenes, pequeños campos de niebla
apuran tu tiempo, dejan años de permanencia
humilde en el mundo, años sin victoria
ni pérdida, cosas a las que renuncias
revelando vacío tus creencias
me escuchabas los nombres devoto
al trabajo de los días. Escuchabas
los ecos de mi casa con la libertad
de lo inadvertido. Continúas noche
con suites irremplazables, preludios,
alemandas, correntes, tu eléctrica zarabanda,
tu suave bourrée, tu giga zanjante,
una gavota que me extravía de oscuridad
participas de mi canto con el amor
que se te dio, discreta pulsión
que ahora sí reconoces, presencia
que boga en tu pecho con sus genes
vuelves, tamborileas con tu mirada
sobre la espalda de estrellas,
ido conocimiento silencioso
que reconvierte el tiempo en belleza
terca, años dedicados que se completan
de nombres por inventar; contactas
con el canto inaudible de lo oscuro
repitiéndote la eternidad, luciente
casa de de todo firmamento
Lontanissimo. Mina
cruzaste estéticas confluyentes, análisis
materialistas viajeros en el tejido
espaciotemporal, la geometría abstracta
de diversas mezquitas, suposiciones
paradigmáticas de los procesos creativos
tus comienzos suelen aludir
a figuras palaciegas, referentes
verdífugos según tu mismidad
trasciendes encuentros por conocer
la obra propuesta, la solución cotidiana
ante la materia expansiva; llevas
el tiempo en tus geometrías, laberintos
reiterativos, patrones como ansia, creas
desde una energía inaprehensible
no acabas nada, acabas algo,
finalizas bloques conceptuales, aparecen
versos apolíneos como rosas
de alquimia: profundo viaje migratorio
del alma sin adentro ni afuera,
sin arriba ni abajo, sin cruces,
sin monolitos, sin símbolos, árboles
ramificándose más allá del sentido
en infinita autoría, una leyenda iniciática
de incomprensible partitura, la conciencia
que te crucifica: encuentros.
¿Con qué te identificas? Tu diminuto
proyector ilumina aspectos selectivos
de la oscuridad, explora reflejos
efectivos del Yo en lenguas exóticas,
tu propio nombre recitándose
en las cosas, poemas dionisíacos
chupando raíces y tubérculos,
susurrándote con el viento
la muerte. O quizás sólo el invierno.
El cuerpo vibra en los cuerpos;
venas, tendones de tierra y sangre
se miran llenándose de humanidad,
se mezclan, se trans-forman carnales
ante tus ojos, vocean sus bloques
de opuestos materiales y heterofónica
apariencia; vibran las cuerdas sin sonido
y fabricamos campos semánticos
de efímera relevancia, códigos
que reverberen entre las estrellas.
Lanzas mensajes con el filo
de tus uñas, alertas imperceptibles
con el temblor de tus labios, significados
seccionados por bestiales feromonas
que se ponen en pie como plantillas
ha ya mucho diseñadas. Acoges
formas que progresan en un anillo
ascendente, secuencias productivas
que van percutiendo a cada segundo
sobre el tejido inmenso, voces relampagueantes
de almuédanos como púlsares en los minaretes
estelares. Te recitan rosas en susurros
orquestados que configures mundos,
te acompañan en tu canto, en tu silencio.
Y te abren secciones del cerebro
al cerebro interestelar, convergencias
lumínicas sobre la materia que en ti
se inscribe, fragmentos poemáticos
de lo que siempre fue.Y te recitan durmientes
amapolas que se hagan fugaz memoria
por alcanzar un silencio rebosante
abstrae la geometría de tus relaciones,
levanta tus palacios de lectura inexacta
excediendo los límites de lo aceptado,
da texto alusivo a tu lucha por un pensamiento
certero, da visión a las consignas
de tu naturaleza recreando el ti mismo
me presentas tus secciones apalabradas,
tu sol enrojecido por las notas discordantes,
la negritud descomponiéndose en cuartos
de tono, tus distancias interválicas
desapareciendo en nódulos disolutos.
Mantienes el hierático gesto como ornamento
transicional hacia una nueva sección
de tu cuerpo, texturas complejas
para una nueva convergencia, procesos
de tu juego entre las cuerdas. Me intrigas,
me extraen tus gestos visiones, me recitas
orquestal recuerdos sin dueño, rosas
dialécticas en abruptos pizzicatos,
la vibración de los cuerpos asombrándose
en los destellos, me otorgas la plena
ductilidad del vacío. Y persisto objeto
de mi propio sujeto en los anillos.
Súbito quizás se abre en la percepción,
me oye en los eventos insonoros
me amas escrita en los años,
orquestas formas a las que dar color,
juntas mis relaciones observando
sus vínculos, dando expresión a sus rostros.
Me evidencias hechos creativos
de los pensamientos en el palacio de las aves
puedes verte en la ilógica lengua
de las rosas, en la alusión ficticia
de la creación dionisíaca, el apolíneo
sema tras la ingesta del soma, raíz
y tubérculo de tu tierra. Me usas
como idea que migra de cuerpo
en cuerpo mientras me exilias
al vacío. Actúas forma de una poética
transmigratoria en el ámbito de las cuerdas,
estricta justicia de lo físico resonando
en el tiempo como espacio. Has atravesado
la superficie musical de todo texto
por trascenderte, una gracia concedida,
el alminar de los muecines estelares
que te convocaba a la adhan: oir,
solo oir. Tu voz me acerca
la fragancia de una alquimia
innecesaria a mi razón, recita
libre de cualquier asunción léxica,
susurra ajena a cualquier significado,
a cualquier forma interpretable,
me acerca oyente a tu obviedad
me has usado código genético sintetizando
universo, me contienes escénico
a cada alusión de tu física intolerante
eres mi origen, en ti vibro
fluyendo tiempo que se viste
de espacio, mundo que signo
de extremos, de primero y último,
que cifro en universos posibles
tras cada pensamiento. Señálame
en tu apariencia la primigenia
infinitud que nos genera,
la innombrabildad de lo real
´me asumí pensamiento, vez preciosa
que adquiriera lingüística distinción,
órdenes constructivos destruyéndose
en imprevisibles procesos, inicio
y fin de tu obviedad enriqueciéndose.
Restas y sumas en perpetua creación
tensando el arco de lo indefinido
y encierras inspiración que te remite
a la voz orquestada, a un vínculo
encordado de cronología desconocida
me perfilaste dividido por los extravíos
mentales, por muertes recitadas, por estrofas
cadenciales sobre las raíces y tubérculos
de tus eventos temporales. Me defines
fragmentado por la materia de tu sueño
apareciéndote como sección transversal
en tus versos: dionisíaco, apolíneo
juntando las palabras que nunca dije.
Me aíslas en un devenir caótico
sin clave de entrada, en una sintaxis
retomada de tus rituales cotidianos,
y mistificas tu recitado en revelaciones
sin sentido. Es, aún así, tu esfera
creativa, verdífugo palacio de tus referentes.
Se estira el anillo, esa constante
que te empuja a reconocerte, esa coral
sostenida en toda sección de tu mirada.
Vibran las cuerdas con cada pensamiento
sirviendo al contrapunto ancestral del muecín
el pizzicato de las rosas discurre
entre tú y yo proponiendo íntimidad,
una relación concebida desde la constante.
Jugamos tímbricos entre los colores
introduciendo el lenguaje de lo primordial,
la sencillez de lo absoluto
desata mi viaje orquestal, atraviesa
mi musical superficie con tus latidos
percutiendo cada segundo, me susurre
tu viento la plantilla química de tus feromonas
cantando encendidas los versos del muecín,
la muerte. Quizás solo este invierno.
Me reciten tus poemas la raíz
incandescente con la voz del universo.
Has retomado cotidiana el corazón que bombea
los sonidos primitivos, la piedra original
de pie, concluyes tu materia
para seguir sonando en el silencio
The Mystery of Love. Sufjan Stevens
sí, me besaste al nacer
con tus mares interiores,
sellaste amorosa mi vida
hasta volverte a encontrar.
Vienes sonriente entre números
y solsticios, me hablas plateada
sin oraciones ni voz ajena
consultando mi estado,
el viaje de aquel beso.
Cómo no escucharte si flotas
prístina en el ahora llevando
enebrinas en tu pecho.
Me sigues en el tiempo
que me diste con tus lazos
parlanchines, tu esporádico abrazo
de ave divina entre mis nervios.
Me cantas a veces inédita
entre crepúsculos y amaneceres
tentando mi estado con el arte
del silencio, sin nombre, sin voz
apartaste los sonidos que llamean
como guadañas encendidas narrando
la historia, amas la juventud
de un verbo descolocado, paraísos
lingüísticos donde el misterio
asombra con visiones desconocidas,
el aporte de un fluir cargándose
de recursos, de edades intuidas.
Me estudias como sol flameante
gozando de su tiempo, un lago
removido por gloriosos cisnes
sin edad. Me llevas avalanchas
planetarias resonando en mi estómago,
deleite y dolor referenciales
fluye musical en esta diversidad
de eléctrico gozo y tiempo,
esta edad de visibles menudencias,
minucias tocadas por la creencia
masiva, recurrentes arquetipos a medida
incorporando místicas personalizadas
me desconciertas con tu teatro
darwinista, tu vómito informativo
amalgamando masa emocional,
educando esperanzas instrumentales,
profesionalizando la verdad fragmentaria,
ocupando los años de activos futiles,
géneros, retales, voces barrocas
tamborileando asmáticas en el vacío
circulas gremial supervisando
los dones arraigados en ese flujo
y surges independiente en mi azotea
mental, corres musical embarcándome
en tus estados anímicos: me dedicas
lo invisible, lo inaudible con tu ruido;
a cada estado nacen nódulos
vinculantes que van formando masa,
la ironía de un amor sincero
que se va poblando de adjetivos
tu dedo índice dibuja flujos
en el aire, el arte sufí de tu danza
soy madre láctea que fluye
desde la muerte como fruto
de reconciliación con tu ignorancia,
una vida más que compongas
tus avalanchas emocionales.
Soy la música de tus instrumentos,
tu flujo de lo exótico y lo ordinario
vives en mi desde la muerte
y corres musical por mis pasillos
mentales, corres famélica tocando
creencias, me estudias sin mirar
grabándome llamaradas
mudas en mí tal giras
zodiacal según los cielos,
eléctrica y ecléctica en tus temas,
exótica, ordinaria en mis narices
me sigues trabajosa en el escenario
darwiniano, lagos y lagos de memorias
enfrascadas, siempre un cisne al fondo.
Me saludas desde orillas salvajes,
desde el balcón de mi ventana
mental, desde flujos emocionales
de temática variada, de flirteos cognitivos
en penínsulas superiores, de sofocante
ruido entre la masa más turística
eres posterior, eres mente
anterior compilando tus grabaciones,
tus nombres derivando en el flujo
te voy descubriendo, amado
misterio, en tu concéntrica Atlántida
mental. Principios, método esporádico,
tus trabajosas proyecciones separándote
del todo, tu música oculta, tus mágicas
creencias por conservar el misterio,
tus siglas del caos para medir
los límites de tu inocente locura
me secundas hilvanando sentimientos,
referencias incongruentes que decanten
el pensamiento elegido, expones
memorable mi piel a los poetas
y me haces tarde anaranjada
con tus grabaciones antiguas,
milagro de vida me hiciste
canción me renaces con un beso
que hasta morir ya me alcanzó
Je crois entendre encore. Bizet
no te lo pones fácil, nadas
a tenor de roles inasumibles,
nadas entre perlas deslustradas
aún desvaharando su piel.
Haces de tu romanza una cruz,
lo más difícil de tu lírica tesitura
te ayudas con actos de libreto,
fiscalizas tus versiones vitales
con bucles de historia, propones
augustos encuentros con la bondad
escénica a orillas del vacío.
Me transmites atmósferas nocturnas
en el río del tiempo como cuerdas
de inmediatez, azules cielos
que me interpreten la levedad
ahora me explicas la dificultad
que crees entender en mi
vemos tendencias filarmónicas
en cada escena, hablamos de relevantes
ocasiones bajo el agua, que fluye.
Va deslustrando nuestra piel
nuestro amor protagoniza prólogos
y preludios de lo desconocido, de viajes
que relatarán la heroica marcha
de la especie, su aventura de fuego
y primitiva naturaleza, divinos ocasos
tu difícil romanza parte hacia
las notas de un querer sin término
estamos en los anillos
de un planeta por conocer,
somos dioses de un ocaso perpetuo.
Al final escuchas a las doncellas
del universo más allá del río,
lloroso júbilo del oro que se apaga
entre los anillos. Ya no maldices
la historia, aconteces, divino ocaso
ahora me explicas la sencillez,
las notas que no escuché en mi tránsito
cada escena te encuentra versiones
destructivas, te da plegarias de agua
y salvación, una dignidad productiva,
crepúsculos que divinizar
tus notas cruzan pasajes
de aguda verosimiltud,
vas simplificando hasta el nadie,
esa zona donde lo inestable suma.
Y crees entender en mi
veamos tu corazón, su voz
en falsete, sus notas alucinógenas,
sus agudos entre las estrellas,
todas sus versiones agazapadas
reinas sobre los mares
de palabras, cruzas con tu libreto
la algarabía acuática tratando
de reformar tragedias, la cómica
versión de tus actos añadidos,
un ballet de finales y comienzos
hemos empezado a ser maestros
de la voz conjunta, del sonido
y sus frecuencias como poder,
a escuchar la romanza colectiva
relacionándose con la inmensidad,
y crees entenderlo en mi.
Difícil lustre de la perla
que en ti fulge escondida:
fluye el agua como caído cielo,
días y espacio en escenas lluviosas,
un hoy como mar de los desencuentros.
Veamos tu corazón entre orillas,
y aconteces agua sin cauces
pon orden en tu antigüedad, féchame
el tránsito de lo difícil a lo fácil,
la extensión de nuestro centro
Nightporter. Japan
medias con mi carne, vives
en tu natal isla diagnosticando
regresos, tierra enferma silbando
su música como lucha por la vida.
Tu adolescente espíritu no ensombrece
la alternativa de un vivir calmo.
Gentiles manos tamborilean
sobre su lienzo colores, me ungen
del sencillo aceite de la tierra.
Desfilan tus gotas de lluvia
ante mis ojos adolescentes,
un reino de amantes callejeros
que van degenerando, ramificándose,
ensamblándose en un exorcismo
dionisíaco, fantasmal. Solitarias
almas con las que mi carne media
fuiste ave isleña, estática
a contracorriente, paralizada
onda reconociéndose forma
en sus alas, lapso disoluto
de tiempo en el que sufrir,
estilizada música de voces
orientadas hacia el sol. Estabas
en la separación, formabas
tus miembros con el oficio
de aquel silbo terreno, esa voz
encarnada desde las raíces
todas tus soledades se funden
en la alucinación de vida,
llaman a tu presente rechazado,
te piden el deshacimiento
tu carne silba ricas tonadillas
sin origen cognoscible, disoluto
lapso rebosante de información,
un arte sin género que ondea
bajo virginal y romántico sol
relacionándose con el todo.
Vives ritmo, trote emocional
ilustrando tu humanidad,
árbol sin lluvia donde se posa
el ave. Dibujan los montes
tus miembros como delfines
sobresaliendo del agua sibilantes,
su carne nítida ilusión
eres experta ave de los tiempos
viviendo en las costas del sueño,
bárbaro espíritu de la vegetación
relacionándote con la oscuridad,
reuniéndote con la musica ancestral
indícame, hermana, aquel aleteo
de la historia que fue comienzo
eras compañero del mientras,
estabas en los años y la forma,
cárnico silbo de tus miembros
optando entre las notas
destacas cantos y llamadas
que florecieron admirables
enraizándose en la psique
componías masa sin débito
como predominancia abstracta,
contenidos rocosos realizándose
alternativa genética, mezcla,
género, ascensión, caída.
Comienzas vidas desprendiéndote
de orientación o dualismo,
canciones como sabores inciertos
dedícame tu voz solista,
tus miembros en progreso,
tus árboles sonoros tocando
mis años, saliendo vírgenes
del clamor terreno, aclamando
sin ruido mi apego a tu música.
Gentiles manos tamborilean
mi fin, mis lugares de doméstico
y secreto culto. Silbas indiferente
entre las hojas estilizadas,
formas de vida diminuta
percutiendo microscópicas
sobre mi piel. Destacas flores
orientadas hacia un sol romántico,
síntesis conmovedoras
igual que lapsus. Esa paz
perturba a quienes se inician
media mi carne con la tuya
por comenzar lo que no tiene
principio. Median tus soledades
orientando mi música, y avanzas
en el vacío. Me llamas tras
la aparente sencillez de las cosas,
llamas a lo que puedo hallar
en mi, llamas a mi silbo
de estáticas alas desplegadas,
mis miembros que aspiraban
a la total separación. Aprecias
el contenido de tus años,
el subsuelo de tu psique
pereces carne en ciclos magníficos,
silbos estelares con los que te relacionaste,
disolutos lapsos de la causa y del efecto
los miembros se reúnen en el árbol
proyectando nuevos mundos, evolución
acelerada, estilizadas músicas del conocimiento,
nadas temporalmente significativas silbándose
entre ellas a salvo de su muerte
Acceptance. Ryuichi Sakamoto
un punto, un saber que sigue, experimentas
diferencias, una borrasca de emociones,
borras pequeñeces, niegas la intensidad,
aseguras la duración de tus límites
y si aceptas los sucesos sin significado,
¿de dónde viene este?, apruebas certezas
como formas hueras puntuando tiempo
la duda roe la materia, quiere
tu verdad, duele como causa
personalizada, significado atribuido,
te confundes con ella, y las nubes
te rodean con científicos algoritmos.
Te situaste en tipologías aprendidas,
el útil pragmatismo de la dualidad
en el infinito mar de lo imposible,
aquello que para ti no es siendo
menudean los hechos en tu piel,
practican radicales referencias
al sentido como ligeros aleteos
que llegaran a pesar. Y florecen
imaginas momentos que llevas
como búsqueda en tus oníricos
apartamientos, sueños que te hablan
como inquilinos de lo ocurrido
en vigilia, tu alma arrendada
a un propietario desconocido.
Te emparejas por saber
lo que ya habita en ti,
se encoge el alma en lo conocido
desentendiéndote de ti mismo.
Piensas, crees: un zumbido
perpetuo de la chispeante masa
de pequeños cerebros ensordecidos.
Eres causa de nada, sucede
indistinta de lo que crees
cuánto cuesta aceptar, qué precio
pagas por tu apego, radicalizas
tu dolor y el tiempo se hace pétreo,
nada disipa el profundo zumbido.
Llevas momentos como flores
en la mano, lo que realmente eres
no me perdono, daño el entonces
con significados abusivos, no valoro
la suficiencia de lo inmediato,
no acepto la pérdida, el cambio,
la inmensidad de la vida
perpetrándose en lo minúsculo
sólo el aire me alivia
al asumirlo infinito, un cerebro
que se expande
cedes a una realidad tan obvia
que al pensarla desaparece
practicas radicales significados
que reconozcan su propia carencia,
realidades que luchan entre sí
por sentirse vivas
repíteme tu mente, dímela
como un mantra que asume
su pequeñez, una forma más
afectando inteligencia, un pensamiento
encadenado y su emoción depurada
acepta mis significados, lo observado
agitándose en su empírica jaula,
mi bandera de contrarios enfrentados.
Acepta mi realidad como mando
y guía de lo que está ocurriendo, hasta
el cansancio como miedo diluido
concentras tu respiración en mentes
ajenas, en juicios analíticos, su emoción
férrea oxidándose en tus entrañas
tus palabras practican radicales
semióticos, se someten al sino ajeno,
cierran caminos que juzgaste inadecuados.
Haces realidades insuficientes
te vive la vida como oportunidad
en un mar de mares, te practica
significado fragmentándose en infinitud,
te acepta radical que formará
molécula nueva, hoja de raíz ancestral,
tronco de lenguajes ignotos. Te resuelve
energía en perpetuo comienzo, prueba
en el tiempo que otra mente revivirá,
una percepción asustada abriéndose
a las estrellas. Las miras de noche,
y su dibujo cambia, radical
tecnificas las formas como dialéctica
conductual, desarrollas psicologías
como taras ramificadas, meditas
cuando callas. Se desprenden
tus raíces de toda filosofía
cuando abandonas la forma
sitúas dificultades que te signifiquen,
sanas resistencias a la inmensidad
de lo invisible, curas carencias
de una realidad inaudita que sufre,
paciencia infinita, tu autolimitación:
hermosos ojos de ballena escudriñándote
¿cómo empieza tu práctica diaria?
Tus taras aceptadas radicalizan
hasta la claridad florescente,
sentimientos como olas embravecidas
presencian tus modos que lidian
con la materia, experiencia entregada.
Es la compasión por ti mismo
lejano faro de fantasmal posibilidad,
paradójica referencia de culturas extrañas.
Es el cambio ilusión aceptada,
el abalorio de los sentidos
que confunden al yo. "Yo soy
el que Yo soy" es un eco en el mar furioso
de un cosmos en constante colisión.
Varías los siglos que se reescriben
aceptando lo que se creía inaceptable,
sucedes vacío de significado, puro
significante de sema infinito,
consecuencia de una gracia oscurecida
y sin embargo amas al desprenderte
de la forma, practicas radicales
desconocidos, te llevan las corrientes
de circunstancias incontrolables,
a duras penas vadeando la fuerza
de un agua que regresa en asteroides.
Te vive la vida como transmutación
de pérdida, la aceptación de lo efímero
te dice la vida tal como viene
te requiere su práctica en el tráfico
rutinario de las cosas, que traigas
en ti, silencioso, dorada lluvia
y sin embargo luchas contra el juicio
adverso, sitúas la realidad en un punto
que se petrifica hasta el aluvión
de piedras. Piensas, crees: fabricas
rumian tus proposiciones y silogismos
en la maraña neuronal de tu cosmos,
conviertes lo invisible en forma, atraviesas
asfixiantes oscuridades sin asumir
su precio, cambias el día en noche
y viceversa, ocurres sin noción de pertenencia
combates el sufrimiento con sufrimiento,
dueles a la vida como suceso
inconsciente del sí mismo, la niegas
al negar al otro siendo tú mismo otredad.
Dueles como el oscuro fondo
marino del que partiste, te significas
desde una ira ancestral
tus hechos neuronales son electricidad
reducida a dos polos, científica
muestra de una dualidad aterradora.
Se escapa tu universo a cada página
que pasamos, vives el tsunami emocional
del tiempo como trauma personalizado,
fílmica epopeya que se grabe
en tus circuitos como huella de realidad.
Flotan los cerebros en el río juzgando
como riesgo lo que fue diversión
te evito como aspecto de mi
indeseable, un corto plazo
que se alarga
abro vías que activen alejamiento
y aproximación, ecuánimes equidistancias,
estática electricidad, alterna, continua
y amo sin embargo sus conductos,
personas concretas de formas menudas,
soportes orgánicos deambulando
entre caminos, verdades a medias
de las que todos participan.
Pienso, crees, negando su luz
luchas sin embargo una vez más,
se haga tu nombre inmortal,
agotas tu función asignada,
ocurres en la confusa apariencia
sumando emociones de polo cambiante
aceptas tu dificultad en el cuando,
dueles como amorosa experiencia,
estática, continua, alterna, vives
Cat Scratch Fever. Ted Nugent
diverge tu hemisferio izquierdo
de tu capacidad de comprensión,
tu genial animal de su sublimación,
fácil presa de su expresión política,
radial crujido de dientes sin fondo,
belleza animal en la superficie
de mis ojos. Me prestaste verbo,
montaña de alabanza, números
depredadores de vida por cazar
palabras, el asesinato como arte bella
adorados dioses de rugiente paganismo,
tedioso ladrido del miedo no reconocido
dando bandazos en el tiempo, ducal
historia de la mente pendular formando
agrupaciones, psicodélicas rocas
de la experiencia. Me das promiscua
ambigüedad en el tedioso graznido
bloques graníticos piden su medalla,
su cruz sacrificial en elogio del dolor,
declaran su sueño como eterno
en la noche de las bestias. Admiran
ídolos del nivel más ínfimo embargando
la vida en la elección más pobre
ruges de información ajena,
nombras dioses abestiados
en la locura colectiva: blanco
búfalo muge en tu sueño
desde las rocas amontonadas.
Se endurece tu corazón
con el metal resonante
y épico de las fantasías
paganas, el arte ducal
de los relatos parciales,
los sitios rugientes
ruges en compañía de niños
asustados, palideces ante el búfalo
blanco después, visitas casas
como experiencia empírica
de lo que ya elegiste,
te maravillas a cada habitación
recién descubierta, a cada consecuencia
generas tu propio diálogo interior
con el afuera, tu propia división,
biológica esquizofrenia perceptiva.
Pretendes conservar un tesoro
que crees inviolable, invisible
a la otredad, y aprendiste
a situarlo fuera, la piel tu frontera.
Ríen partículas desconocidas
a tu alrededor, se escabullen
por tus venas y dan soplos
a tu corazón. Te defiendes de
tus propios pensamientos
como marabunta ajena, cazas
creyendo que al matar te desharás
de ellos. Y desapareces. Y gira
y gira tu planeta indiferente
al aspecto de sus criaturas,
de sus formas. No de su elección.
Crees tener el secreto de la vida,
y te defiendes de la muerte,
que elegiste. Combates
lo que ya eres mordiéndote
la cola, armas tu mente
contra ti mismo proyectado
en el otro. Y simpatizas con los niños
que aún juegan a la salvación,
simpatizas con tu animal profundo
al que desconoces, y temes.
Declaras amenazas ante las que combatir,
te da la emoción de vida, te postras
de inevitabilidad interesada,
funcional dualismo de la mente.
Queda así el secreto de tu singularidad
a salvo, crees. E investigas
en la oscuridad de tu solitud
nuevas puertas hacia lo desconocido.
Ruges abestiado ante lo infinito,
dolor antiguo que droga alguna
sabe apacigüar, ni Hécate definir
a veces vuelve ella
y me espeta dulce
que hay matices, escala
de grises, colores incluso
diversificándose móviles.
"Respira hondo", me dice,
"vuelve a mirar". Me alivia
tus primeros años rugían
en el rojo flamear de la carne,
crecías en el conocimiento
de otros cuerpos, metropolitanas
veleidades del alma despreocupada.
Rugías con el mundo estricto
de lo que debiera ser, una religión
laica de colectiva ilustración.
Sigue tu adolescente asomando
en las montañas breve como luna
palaciega acunando a sus niños
y ruges anciano en la ausencia de gracia,
impensable animal de las profundidades
atravesando el tiempo en tus pulmones,
flecha de terrible simpleza sin nombre
a la diana de tu agujero negro.
Tu cárcel sensorial se santifica,
toda amenaza resuelta en pétalos
rosáceos que surgieran del vacío,
toda agresión reformulada como amor.
Te aceptas mente inseparable,
manifestación formal del conocimiento
me afirmas al negarme, te consumes
pensando que me piensas, cambias
cátodo por ánodo mental como rayo
súbito que la oscuridad lanzara.
Defecas bélico en tu guerra
de duales, insistes en la forma
con nuevas versiones, chocante
arquitectura de nuevo templo
que ilustre vidas, renovada virtud
que se dehaga de orina y excremento.
Ruges manada reclutada entre animales
solías referirme obleas del pensamiento
como sendas que recorrer, el mestizaje
de mundos colindantes, abadías luminosas
donde recobrar aliento en tu elección.
Gobernabas mis piernas sin lamento
mientras me hablabas del nunca
ruge, hermano, ruge en tu concierto
a veces te alineas en el árbol
sin ambigüedad, mental ducado
que todo abarca, bailas inmóvil
con la adolescencia de la vida,
silencioso rugido de los átomos,
la danza de sus electrones buscando
nuevas combinaciones. Estudias
la letra antigua por medir tu paso,
pequeñas granjas donde criar neuronas.
Activa, pasiva, te drogas de mundo
hasta idear los juicios sumarísmos
de tus catedrales, robustos pilares
dóricos que en el soplo de los siglos
se derrumban. Cantas tu viaje
en las odas que migran de giro
en giro grabándose en tu adn mutante
partículas críticas expresan
nuevos términos, establecen años
como colmillos que sacien fanáticos
la hambruna espiritual, la constante
del cambio rugiendo sorda como tiempo
iniciaste una soledad mundana,
épica, una voz lejana de acantilados
cósmicos, la extrañeza como compañía.
Se te graban tedios enfermizos, los arañazos
de fantasmas desconocidos. Y compones
cantos que tienten la oscuridad
sin evitar el pago de su osadía
adoptas posturas, contravienes
flujos masivos de pensamiento,
te drogas de mundo que el sueño repara
figuras reconocibles rostros
de cada pensamiento, muecas
que no habías visto, desconocidos
que te hablan desde las ramas
más lejanas cuando te desalineas.
Giras desprendiéndote de lo que crees
saber, te doblas hasta la ruptura
aparente, quebradizos huesos
de tu dogma, abandonas un yo caduco.
Muge el búfalo blanco ese frío glaciar,
repara el sueño, las viejas columnas
dueño de un secreto transparente,
te cazan vocablos y números
cerca de los cúmulos estelares,
de soles que difuminan tus límites,
tu detracción miedosa, sensorial,
esa práctica evolutiva del animal
asustado, ese encierro persecutorio
de la ilusoria seguridad. Y ríes
declárame tus condiciones, tu bosque
oculto tras las arrugas de tu frente,
administra mi miedo en la dosis justa
me lanzaste inmoderado al sonido
inaudible, la caída original, la voz
extraña de un avatar desconocido.
El filo de noches enajenadas
trinchaba el alma con la gracia
de un carnicero cósmico. Sí,
me lanzaste tras el enrejado
viscoso de civilizaciones ajenas,
la silenciosa balada de un bardo
celestial, un giro extremo del afuera
y el adentro agrupando constelaciones,
la compañía de seres irreconocibles
en este nivel de existencia. Giré llevado
por tus manos: nunca me abandonaron
sigue tu música mis pasos, activa,
pasiva, me entreve entre las líneas
gravitacionales, estira la muerte
en las vidas del camino, sus hijos,
sus queridos pensamientos cazando
palabras. Maldito, estigmatizado
por vínculos imaginarios, expreso
el misterio de esta danza ionizada.
¿Dónde vas?, me preguntas. Y río. Rompe
el silencio a aquella flecha antigua,
se hace tu balada estigma, brillan
de nuevo los filos de la noche
con el metal pesado de la enajenación,
ruges, sí, feroz lobo de luna herida
por donde la luz penetra
por aliviar tu adicción al mundo.
Y bebes del vino de la controversia
citas claves antiguas en tu ilusión
de movimiento, te reconoces en los filos
nocturnos de otros estilos, vives
los principios ajenos de las décadas
en sus vitrinas académicas, las drogas
aceptadas por los monopolios
de las pequeñas verdades consensuadas
como patrón referencial. Izas banderas,
cualquier símbolo, fórmulas, versos,
la síntesis de un logrado aforismo
que lidere pequeños pasos colectivos:
una inercia de final impredecible.
Me afirmo, me niego, un péndulo
sobre la incógnita de mi agujero negro,
voces dispares como agujas oscilantes
en el flujo de lo cotidiano. Ríes,
lloras la marcha de ese sol, cantas
por ocultar las afiladas hojas de la noche.
Rectos nombres remueven conceptos
manidos, te inspiran rugido joven,
años de paso firme guiado por estrellas
que sólo en tu corazón palpitan. Evitas
entonces el ruido, su opiácea hipnosis,
sólo admites la droga de los cielos.
Generosos, te dan la sustancia
que el momento requiere. Léeme
las nubes que tanto te afectan,
hazme libación agridulce, humo
de la planta más tóxica, vacío
en el que consumirme. Me rindes
a tu filo enajenado de escenario nocturno
ruge, hermana, ruge ocasiones
perdidas, la adopción fallida
de los principios ajenos, el hecho
incognoscible de la aparente separación
mis miembros desaparecen de nuevo
cuando cae la noche. Yazco aturdido
entre las cacofonías de la vigilia,
flotantes espíritus que vagaran
por mi dormitorio. Y me lanzas
inmoderada al silencio inaudible.
Te reciben los sueños entre sus ondas
cambiantes mientras burlas físicas
y morales que reordenen la vigilia
sin el más mínimo afán crítico.
La brevedad de tus miembros añora
su trazo material en el retorno
indoloro al núcleo de su sol.
El hogar olvidado se esconde
tras esa nostalgia gravitatoria:
no puedo ver más allá del gen
evolutivo y sin embargo el hechizo
de estrella que de ti tira
falleciste muchas veces en calles
oscuras, en el dolor ajeno
que aceptaste comer. Y rugías
con la furia de una otredad
incomprensible, eras esposo
del miedo original
iníciame otra vez, rompe la vitrina
de esas décadas, lánzame al vértigo
cenital de un nuevo nacimiento,
dibuja la caverna con símbolos
novedosos que recontar la historia.
No, no, despacio que me quema
el aire. Cuéntame otra vez
la vieja fábula con que dormías
a tus hijos, déjame oir la música
de los árboles y las montañas
que inaudible vibra en mis arterias.
No, no, despacio que sube el precio
de tanta felicidad. Fui presentado
como prodigio en los productivos salones
del ego competidor, como leyenda
de habilidades antiguas que perpetuar,
participaba festivo de mi propia inocencia,
programa arquetípico de cruda biología.
Y compone Bach su cantata más hermosa,
décadas que tras el cristal te encienden
seguimos dividiendo la energía
como oscura y como visible:
querida esquizofrenia perceptiva
que elegimos para caminar,
el teatro de nuestras constelaciones
con sus atrezos colocados
en un orden impuesto, consensuado,
desparramado por la súbita violencia
de una inercia incontrolable. Rugen
púlsares lejanos que me brindan
el asombro ante mi ignorancia.
Entregados concertistas plañen
su instrumento en la oscuridad
que borra el límite entre vida
y muerte, combinan números imposibles
en las secuencias del sinsentido
que un oyente insesperado les dé sentido.
Se ufana el corazón de sol
con el canto solitario de sus hijos
y ruge abestiado en el tiempo
la añoranza de su origen
tu músico cree a ciegas
en las descargas inmateriales
de su celeste adscripción, silencio
cargado de hogareños tañidos
en el tardío arrebol del atardecer,
cuando ella se marcha
sufres tu sordera en el ruido
mezquino de la sospecha elegida,
niegas la escucha a la voz profunda
anúnciame, lanza tu arte
de armonías descubiertas
en los números, dale título
a tu música, esfera tras esfera,
la formación posible de sistemas
planetarios, de recónditas fumarolas,
nuevos estilos, onda virgen
se programó tu hechizo
en el vacío creador, edad
tras edad con el árbol
al fondo del jardín
("...y si andas jardín...").
Versiones de esa luz
pueblan tu universo
entre tu caos y tu armonía,
relaciones ignotas
que se abrirán como flores,
la letra oculta de naturaleza infinita,
el canto claro de tu resolución
no le debes nada al estilo,
fusión, fisión, tus hábitos mentales,
el aprecio de almas entregadas
ruge tu mujer terrestre
a los nombres caducos, se contrae
hombre en la corte de las causas
asumidas, oralidad su efecto
ruge, hermano, ruge escindido
con alas rojas en el arrebol tardío,
el tigre oculto en la maleza.
Ruge, hermana, ruge opulenta
con la onda virgen recién llegada.
Fusión, fisión, la aventura vital
en una fracción cosmológica,
la belleza de tu orden
que en un lapsus desaparece,
otro plano, otros seres
me vestías de sonidos agudos,
casi estridentes, glamurosos brillos,
preciosas piedras. No oías
el bajo continuo del sol
entre mis llamaradas. Metal
pesado afilaría las noches
con las hojas de la enajenación,
desolador escenario de la culpa.
Sí, sabe la piel la noche
oscura que onda virgen sanará.
Me vestías de hombre, de mujer,
de niño, de anciano, de familiar
próximo en el tiempo por mitigar
la ilusión de fractura, el frío
de tu caverna mental. Asían
tus brazos falaz mástil
de la certidumbre, fusión, fisión,
tus brazos de arenisca amable
me besa el viento con sus frases
ocultas, pronuncia nombres
que se hacen rostro, lugar, momento.
Juegan sus ondas con mi piel
tañendo las extrañas fibras
de un amor lejano que te invade.
Y te reconoce en vida. Ruge
el búfalo blanco a tu ventana
a veces vuelve ella
y me espeta dulce
que hay matices, escala
de grises, colores incluso
diversificándose móviles.
"Respira hondo", me dice,
"vuelve a mirar". Me alivia
Canarios. Gaspar Sanz (1641-1710)
(versión de Enrike Solibis, verbi gratia)
eres digno de señal, de ornamento
vital: partiste de muy lejos moldeándote
con los trinos mordientes de la tierra,
sus temblores extrasinos pulsándote
el ánimo, sus inspiradoras apoyaturas
como danzas volcánicas de aires
mefistofélicos. Imitabas su zarabanda
tectónica, su profunda inteligencia ctónica
obras la paridad escasa de un acervo
infinito, partes forma en suites
solistas, riges narcisista esa danza
del todo en mundos pujantes,
melomanía de las fallas profundas,
el abisal retablo de prodigios.
Fantaseas con la gentileza inhumana
de los elementos más pesados,
macroscópico universo, microscópico,
los nombres de lo imposible y lo posible,
una erudición de las músicas tectónicas
es tu celda una composición barroca
formándose en su propio estudio,
una sonda espacial escribiendo
exoplanetas, una instrucción genética
sobre el vacío inmenso de las posibilidades.
Eres método deconstruyéndose,
diestro fabricando los rudimentos
numéricos de una danza absoluta
sin época, sin datos, sin historia
ilústrame madre, instrúyeme padre
constatas el trino oculto en soledad,
libras al alba de la lava sobrante,
de la división de ayer, tratas
mis manos como láminas férreas
del núcleo terrestre, das verso
a mis labios para tocar el mundo
de puntillas como variación de
un pasacalles. Sí, diáfana enséñame
tu música oculta a mis sentidos
sin que mi juicio se apropie
de mi embeleso. Te dedicaré
mis compañías como notas
a tu pentagrama, como silencios
de un minúsculo rectángulo.
Bajaré a tu abismo por partir
de nuevo, recorreré tus escalas
como interno movimiento por llevar
tu voz desnuda de palabras.
Sí, tratas mis cifras como flores
me trasladas de nuevo,
me conmueves en este estudio
perpetuo de mi propia humanidad.
Me disciplinas en la obtención
de nuevas opciones sin mirar
las torres ni las catedrales
que se desmoronan. Se abren
universos tras cada agujero
negro, la plaza de una ciudad
recién descubierta, la materia
componiéndose de nuevos elementos.
Pasas por mí disfrazada de tiempo,
de hermosas ciudades donde aprender
tu arquitectónica armonía, tu caos
acumulado, la maestría de tus líneas
cartesianas en la capilla de mi corazón,
la benévola realidad por diseñar
se llena el supuesto vacío
de probabilidades como renacuajos
luminiscentes en mágico arroyo,
haces de conocimiento puro
que transformarás en formas,
límites, cartesanias líneas
de tu aspiración celestial. Pero
crujen viscosas las abisales fosas,
lava sobrante accede a tu amanecer
sin tiempo, la desazón de pequeñas fracturas
que en un calendario localizas.
Partes de nuevo, riges un campo
sin fin de narcisos florecientes,
resides en la vida con sus apariciones,
luz que te ve desde el abismo
Scherzo (Sinf. n.7). Antonín Dvoràk
paras años devorados de regreso,
nacientes períodos de plenitud
que operan terrenalmente, cachitos
devorándose en las causas
trabajas agradecido en tu palabra,
obtienes profundidad de campo,
la música anhelada, recompones
sigues huellas solitarias de viejos
maestros, su escondida sensibilidad,
su modesta humanidad sirviendo
a la formación de un mundo nuevo;
trabajas la gracia concedida
en las cimas de conciencia
sí, recompones cachitos trituradores
en la paz del anonimato, alcances
del camino impopulares donde danzar
inmanifiesto con románticos planetas,
escondidas lunas de tu sensibilidad
esperas las hayas hermosas,
los increíbles seres que te miran
se devora toda posesión a sí misma
en las bibliotecas del saber,
una sinfonía del caos informativo
me investigas trayecto breve
con artística etiqueta, ordinario
goce del juicio mórbido
trabajas la llegada de significados,
la entrega de las visiones amplias,
mundos propuestos por el recién nacido.
Trabajas el respeto directo a los recintos
devorados por el tiempo, a los recursos
admirativos del espíritu que nos comunica
detrás del tiempo, delante, ahora,
el canto que todo incluye sin credos
trasládame momentos de esa sinfonía,
mundos resurgentes emprendiendo
vida en su trabajo cognitivo, continentes
cercanos de raíz desconocida
esperas las hayas hermosas
por disfrutar de los cachitos
devorados, al recién nacido
contemplando los años
en la oscuridad, su origen
carnal de cósmica modestia,
crecer como un cultivo
de músicas escondidas
detrás del tiempo, delante, ahora
es ello ingresándote en la escala celeste
donde increíbles seres te contemplan
es época devorándote prolífica
en su trabajo musical, eres nombre
profesado por las burocracias del saber,
área compositiva de un mundo conservador
de las causas aceptadas, vacía estancia
culmíname orquesta de protozoos
ignotos, teatro de proezas biológicas,
años que contemplar enamorado
contraí la forma con el ser
confundida, quebré
mi propia paternidad creadora,
componía tiempo obtuso, números
del nivel más básico huérfanos
de madre, oratorios de una mística
dionisíaca, una danza desconectada
de su verdadero origen, un camino
sin alcances
mis longitudes no llegan
a conocer la magnitud
compositiva: la huellas
borran el trabajo
en marcha, la relación
conflictiva del yo
escindido, el embargo
de la individualidad
que esconde la música.
Pisan los viejos maestros
mis amadas proyecciones
eres arte del ser, su alumno
en los cachitos del conocimiento,
ello impulsando definiciones nuevas,
su música embargada en forma,
un ejercicio de influencias
devorándose unas a otras,
un bramido entre las hermosas hayas
tendrás escucha, la sinfonía
total reconociéndose a sí misma,
la casa donde naciste, las entrañas
primeras de toda montaña,
las cuerdas en tus dedos
componiendo mundos como versos,
eres poema de toda morada
Silentium. Avo Pärt
I
no hay versión accesible al silencio,
se citan los fragmentos unos a otros
como si tuvieran autoría, el tejido
valioso del sonido inaudible, timbres
cruciales del misterio existencial, tonos
indelebles indiferente el instrumento.
Por tu camino acuerdan los polos
sus eléctricos efectos, fragmentos
a rejuntar en la bonanza creativa, sonidos
que florecerán para predominar.
Dependemos de esas líneas emocionales,
sus tonos, sus cavidades reverberantes,
el aire inspirado, exhalado
tu silencio arrasa el movimiento,
miras y se ralentiza, casi lo detienes,
se acelera si dejas de mirar;
tu silencio es una composición absoluta
que fractura la materia, una paradoja
del afuera y del adentro, una apariencia
nueva de tu inmanencia, la estricta
crudeza de las leyes cósmicas. Hay ruido
esta noche en ese umbral, efectos
indeseados de los fragmentos extraviados,
conceptos que se pudren en mis intestinos
sobrecargados de humanas apariencias,
de percepciones mal digeridas. Tu silencio
es tabula rasa de todo empirismo
mis papeles miran nociones
burbujeantes, filosofías del aquí
y del allá, espíritus descontextualizados
elaborándose en ricas amalgamas
de compases diversos, fértiles paradojas
que alivien de la gravedad, sonidos
nuevos para el ansia experiencial,
la numinosa presencia de los príncipes
de la palabra en los exuberantes libros
del tiempo. Escriben en los desiertos
del amor, dunas que fueron vergeles,
el lugar donde el chamán se sienta
frente al sol. Y nada se ve, nada
se oye, todo irradia sin mediación
renacen sorpresas, fenómenos que eran
obvios y muestran arista nueva, cosas
desnudándose de palabras, olvidos
a la escucha de nuevo verbo, significado
extendido redescubriendo materia,
axiomas desmoronándose en imágenes
devastadoras, una facilidad de acceso
al silencio cognitivo, la composición
absoluta que toma conciencia de sí
dispuesta a una nueva fractura,
la belleza del concepto de ciclo
duele el desierto hasta la belleza
desconozco el antes del tiempo,
un sueño de burbujas concomitantes
cuyo soplo es aún más remoto:
sigue anhelando un soñador, y
sin embargo, soy partícipe de ambos.
Es el desierto composición afín,
posibilidad infinita, metáfora funcional,
tabula rasa del alma en sus ciclos.
Intuye avatares que dominan
sus frecuencias, pero elegiste
los caminos del paso empírico
a falsear, donde el águila se nutre
de tu hígado, donde la montaña escupe
fuego, el férreo núcleo de tu corazón.
Se purifica la energía en el silencio,
y sin embargo la belleza. Y la voz
de los viejos príncipes en el desierto
te penetra el observador cuando callas,
se acallan los infinitos significados,
se diluyen los puntos de vista
como un río de estrellas emergentes
donde se ahogan las voces,
toda gramática envanecida, negación,
afirmación, razón, sinrazón, cálculo,
caos, vacío, totalidad. Habla el helio
al hidrógeno en agónico zumbido,
se hace mi cuerpo aire y hierro
minúsculo, vorágine de vida ininteligible.
Agradecida, da la voz su vana imagen
en los desiertos, una brizna más
de su belleza. Soy intérprete de nuevo
en una representación del mundo,
pureza de lodo recién llovido
II
tu anhelo de pureza o de impureza
resuena por igual tallando notas
tintinabulares como sondas planetarias,
modificando las desérticas dunas,
convicciones que ya ni se nombraban.
Irradia por igual tu anhelo
una espiritualidad de antagónica apariencia,
allí se vacían negación y afirmación
de significado, donde el final de todo libro
empieza. Esa talla mueve líneas temporales
que se dibujarán de símbolos, mundos
que tañirán sus carillones de la vida
en las frecuencias más diversas. Partes
a cada momento de ascesis la materia
como bendición, raíz o copa, celeste
instante que sustituye atrás, delante,
fuera, dentro, una abundancia por otra,
la riqueza de lo visible por un desierto
que alberga la riqueza de lo invisible.
Sólo el miedo inadvertido clava
sus fauces en las rocas. Tu anhelo
es tonalidad pura comunicando mundos
profesas rituales como escalas secretas
donde prevalece tu inocencia, desnudeces
ocultas, crees, donde oír la voz profunda,
donde saber sin condiciones, y das
las gracias a su aliento, una conciencia
participativa en perpetua fisión nuclear,
una experiencia intransferible que sólo
el silencio expresa. Alzas la frente,
ronronea tu vientre, y aún así el tono
resúmeme como posibilidad factible,
te dices, parte de nuevo el tiempo
y que en su fractura halle
aquella anotación tintineante,
la frescura de un proceso nuevo,
una objetivación plausible
por la que anduviera. Emplázame
sin sacrificio alguno a la emoción
correcta, un punto espaciotemporal
donde el caos se armonizara.
Exprésame excepción que abra
paradigmas inexorables, fenómenos
sin contexto que hagan sonreír
al observador, dinámicas de ilusión nueva.
Me dejaste en esta orquesta de las causas
y los efectos como instrumento
de su representación, sorpresa
tras sorpresa en este río emocional
y me das el tono específico
con acordes hechos de piel
y aliento, inmaculados roces
que me proveerán de espectros,
de ecos gravitatorios deshaciendo
el tiempo en espacios disociados.
Tu anhelo de perfección
como cálculo predictivo desfallece
en emoción doliente, una fractura
a lo desconocido que se percibe
como herida. Pero no sangra tu cuerpo,
y no hay planta ni fórmula ni verso
para lo que es. Sí, me das el tono
que crees tuyo, tus números, tu oratoria
precisa, tu animal oculto haciendo
vibrar mi plexo solar, la fuerza
requerida de tu naturaleza sacra.
Y partes de nuevo esa dinámica
con un tono inesperado, preciso
tajo a mi certeza frágil, melodía
nueva, línea de tiempo inobservada
III
habitaremos ascéticas imágenes
de nosotros mismos, voluntades
sincronizadas con los ricos filamentos
estelares, una composición indolora
mirándose en cada nota, tintineantes,
desvestidos de lo inconcebible, resueltos
en el reconocimiento de nuestra carne
ferruginosa, de su sonido sincronizado,
nuestra capacidad instrumental
como opulencia creativa, una coral
de orquestas y silencios, de prismas
y bipirámides pentagrámicas alternando
hasta desvirtuarse. Timbres, atributos
nuevos, razones relativizadas, obras,
nuevos instrumentos, manos tocando
el filo de una estrella, aves desconocidas
de un lejano planeta, contrapuntos
vitales a cada elección,
a cada onda particularizada
repíteme tu voz profunda
que alcance mi superficie, sea
tu vibración la que me convence
de mis impedimentos, mis dudas,
mis penosas transiciones hacia
la ingravidez, los pasos azarosos
que quiebran mi entonación.
Agótame de experiencia hasta
el mar calmo donde ya no me resisto.
Eliges de nuevo, palpas esferas
extrañas en tu acústica interior,
estratos de ajenas melodías
arrancas madura fruta de esos estilos,
tomas parte de esa gracia concedida,
olvidas la autoría de aquellas lágrimas
derramadas sobre las burbujas tintineantes
te resulto obvio en mis limitaciones,
eres libre ahí donde se acoplan
los instrumentos, y te oriento
mudo en tu ideal por vocalizar.
Respeto tu voz creada en las fronteras
de lo aceptado, tu tempo objetivado
como real, tu nobleza oculta.
Impactas en mí como asteroide
cargado de vida con la precisión
de un relojero cósmico, y yaces
en mis cavernas como saber
sí, tomas parte de lo incognoscible
preguntándome por las sombras
que se pueblan de escepticismo,
me inclinas ante los postulados
brillantes que justifican Historias,
me buscas en la proporción
que te encaja, ese rapto emocional.
Soy un momento tuyo, una escucha
ciega hasta notar las manos
en el filo, y me preguntas por la tierra
que esconden mis zapatos.
Has dado tono a mis ojos
al descubrir matices nuevos
en la ladera montañosa, la intuición
profunda de sus vetas escondidas
desafiando toda lógica. Momento
tuyo, indefinido fenómeno, rota
percepción, sentido oblicuo, tu sobriedad
me apabulla con la razón hercúlea
anterior al tiempo. Sí, eres excepción
transigida en un lapsus, lejana música
súbito el espacio, el tiempo,
los personajes de una escena
que se va ampliando, los recuerdos,
lo que llamas vivo, lo que llamas muerto
reproduciéndose en su representación
última: timbres, tempos, silencios,
los parámetros de nuevas acciones,
corrección, elección, daño, gozo,
partituras novedosas como papeles
lanzados al viento, intuiciones
que como fruta verde captan tu apetito,
tu anhelo, una comprensión futura,
números de una última maravilla,
el desarrollo de nuevas líneas
temporales, direcciones útiles
a tu anhelo, nuevo prisma identitario,
la meditación hercúlea de la oscuridad.
Tu contrapunto me acalla,
conmueves mis extremos afilados,
tocan tus manos las estrellas de mi pecho
con la suma gracia de los cielos,
esta romanza de la luz y la oscuridad
IV
como la hierba que llamas mala
fuiste fresco primor de verde
que la tierra ha hecho fuerte,
un intérprete más de tu intemperie,
una nota matizada en el equilibrio
de las lluvias y las luces, de sombras
enriquecedoras, de suelas desconocidas.
En ti concentras la energía original
como belleza multiforme, artística
articulación de tus entornos,
y su contemplación. Tu paz
es garantía del vacío creador,
especula tu ruido con el viento
así es como partes hacia
la ingravidez, ese credo
del descubrimiento perpetuo,
esa belleza en sí que contiene
su aceptada fealdad, este juego
tonal culebreando entre tus ramas,
palabra hueca, palabra henchida,
sus intersticios silenciosos, la expresión
asertiva, su indeterminación,
este cubo que desciende
al pozo a por el agua que esperas
fresca, limpia y, en su búsqueda,
oscila, péndulo radical, quietud.
Eres la magnificencia de un intérprete
sacrificable, simple gránulo estelar.
Ideas perfecciones que el viento,
geotérmica mano, cincela. Y das
título a su obra. Y autor.
Te apropias de la ráfaga
que ya no está con la magia
de tu pensamiento matemático,
la certidumbre del número
que casa con tu idea, silogismo
abarcador que dé una sonrisa
a tus labios. La nave en la que viajas,
planetaria, galáctica, burbujita
cósmica, se altera constante
a tu mirada, a tu plácida sonrisa.
Te desarma una vez más.
Peregrino en un desierto, riegas
con tu sangre la arena, sencillo brote
surja de ese vacío aterrador
escucho tu pálpito salvaje, veo
la danza de tus hojas tiernas,
tu emoción liberada bendiciéndome
como una lluvia ionizada, intuyo
tus mecanismos arteriales vibrando
desde su creación, siento tu mano
rozando yámbica mis entrañas
da Dum, da Dum, da Dum, da Dum:
me recitas un soneto isabelino
de raíz a cáliz recorriéndome.
Me amas, y no lo sabes. Resuenas
en mis tormentas como rayo
inesperado, tiembla la materia
a mi alrededor cuando te agitas.
Vibra, amor, que el miedo
espantas, tristeza, enfermedad,
dejan paso a un sol radiante,
una algarabía de nubes erotizadas.
Me concibes silvano reverdeciendo
mi arco se tensa en los límites
del bosque, cruza revelador corzo
el lindero que lleva hasta mi casa
requiere la imaginación abismo
donde solitario cello dolido gima,
exige tabula rasa que horade
la urdimbre nerviosa, galácticos
filamentos a los límites del tiempo.
Quebrada melodía cae en cachitos
de carne despavorida, octavas
distorsionadas curvan el espacio
y la luz se hace angosta. Toma
nota un ser extraño a mi mundo
de esas ondas que diste por perdidas
por dar armónica justicia más allá
de mi pobre aparato racional,
mi antropocéntrico sentido del orden.
Tiembla la urdimbre cosmológica,
se reordena la infinitud, cambian
de sitio microscópicos puntos de vista
como insectos en ciudades y montes,
oscila el cuenco de agua en el pozo
y dibujas nuevas constelaciones
a la luz de la oscuridad
una abstinencia del ruido
purifica tu circuito mental,
dibuja la mano firme
nueva constelación, anota
en el pentagrama yámbico
de su alma desconocidas
combinaciones numéricas, engrasa
pistones de nueva revolución.
Abren los durmientes sus ojos
y ven danzar su sombra oscura:
quizás te elijan como tal
si eligen cerrar sus ojos
(y llevan una cruz al hombro)
Sabor a mí. Álvaro Carrillo
¿acaso crees que cargas conmigo?
Te aproximas como una hora perdida
de tu minutero en una ceremonia
posesiva, guerreas en mi centro
como heroica legionaria del sentido
y luego marchas camaleónico
a velar por tus certezas
en un panteón de menudencias
te sé en mí como un bolero machacón
que me canta amaneceres, me sabes
tema de una sinfonía antigua registrada
en nuestro adn como biológica ingeniería
obraste en mí los ingredientes
de una receta nueva, la vigencia
de un cuento arquetípico nutriendo
mi marino fondo, los abalorios
de un juego extendido sobre tablero
de estrellas. Sin tacha, se dora
el día con mi propio dulzor,
mi propio y glorioso rocío
como testigo de vida, la feliz
idea de que nada se perdió
pues en mi perdura atemporal.
Duendes herbarios se humedecen
para reinar en las noches,
acampan a sus anchas por el jardín
brillantes de pagana santidad,
libres de cualquier veleidad
nutriendo el terrestre fondo.
Suenan sus cascabeles en la flora
de pétalos y campanillas
como odoríferos ramos
me inspiras a cada sorbo
que de mí tomas, besas mi cuerpo
de deseo con promesas que romperemos,
roces sin tacha que nos emborrachan
hasta el empalagamiento como rocío
pongo rostros a mi maestro,
le compongo géneros dispares,
me va machacando con su bolero
cósmico en un adiós perpetuo.
Giran lo que llamas amor
y odio en tu moneda lanzada,
el machacón arrullo de las ondas
gravitacionales, la aparente pobreza
de lo cercano frente a lo lejano;
los años, una bodega de caldos
exquisitos, un cancionero lunar
que te lleva maravillosas criaturas,
esfinges acuñadas en la moneda
que lanzaste. Soy tu criatura
de los días, las horas de tu minutero
andando por el mundo en un sorbo
de hierbas humedecidas
miénteme una vez más, corazón,
finge olvido, palidece lunar,
señálame el polo opuesto, ártico,
antártico, siembra duda al marchar,
alimenta tu orgullo tectónico
que ruede tu minutero, el mío,
que en mi viaje real te sepa.
Segundos, ya, después, ausencia,
presencia, sí, no, respiras
me estrenas de sabores nuevos,
me iluminas pequeños rincones
en sombra a cada giro de moneda,
de mis ojos besados por tus labios;
me compones diálogos lunares
para este cancionero, versioneas
mi vital romance, agraciado bolero
dora mi arena tu sol, y son
tus mares años enriquecidos
por la poéticas citas de tu núcleo
incandescente, un arcón
de incertidumbres, biológica
ingeniería de un arte inabarcable.
Ejerces tu gravedad con la densidad
fluctuante de tu corazón: rechazo,
atracción, inevitable impulso que anula
hemisferios, singularidad. ¿Estalla
el tiempo en la infinita densidad?
¿Se anulan hemisferios como cátodos
y ánodos contrarestándose? Dora
tu arena mi sol dedicándome
sus ingredientes salitrosos, tu sabor.
Y me sabes bolero trascendente
inspirando nuevas longitudes,
la información imposible que magmática
abarrota los cielos, segundos, años, minutos
como excelencia vinícola de tu cuerpo.
Me cantas lunar tus aguas
en las regiones oscuras,
mi costa pétrea y oxidada,
mi muerte cíclica. Le pongo
a mi maestro rostros, géneros,
especie, autorías, tu proximidad
eres la autora requerida,
un renacimiento necesario,
la vida originaria, mi familia
te acarreo en cíclicos partos,
en secciones de mundo
que se iluminan, en conceptos
como hacendosos procesos
que van nutriendo a mi espíritu:
madre, padre, rama originaria,
mestizo acontecer que va
oxidando mis costas. Me acarreas
como a un niño extraviado
en las muertes, das tu mano nupcial
con la maestría de cada segundo
tus pasos van haciendo amistad
con tu tiempo, van conformando
geometrías vitales como guías,
y salen los duendes al anochecer
tras los rocíos amantes del umbral
¿acaso crees que cargas conmigo?
Cursa tus maldiciones, tan primarias,
tan biológicas, abusada tierra,
revuélvete en tus sueños
donde plañes mis sones costeños,
tu balada sin letra, mi inspiración.
Me das compañeros de viaje,
el desamor de lo ya sabido
se apacigua el guerrero en este plantel
de imágenes reflectantes, que como él,
vagan por la tierra por ser afrentados,
caen al tiempo como maduros frutos
de una idea antigua, y proceden
has horadado circular lo indiscutible,
grabaste en mí tu sabor definitivo,
una ciudad invisible del antes
y del después, un escenario infinito
de inusitadas combinaciones coreográficas
cargo con tus maldiciones
como operativas bendiciones,
frecuencias que manipular
en escuelas de transmutación:
si me acumulo, oscila el mundo
con la pasional violencia, se aceran
violines de una música estridente
que termina en implosión. Amén.
Un himno brota como inocente flor
cargas con mis demostraciones compositivas,
mi envanecida interpretación del orgullo,
este plantel de imágenes recurrentes con vocación
de objetividad, esta ingeniería cambiante
pretendes los aledaños de mi ser
según tus pálpitos intestinales,
la agrícola labor de un escarabajo,
la inquietud impropia de una mente
cultivada con las más pletóricas hortalizas
como ingeniera, trabaja la mente
sus plantaciones y arquitecturas
con la devoción del insecto
más voraz. Compone amistades
y enemistades como trovador
de cósmico madrigal: bailan y ríen
los duendes nocturnos de tanto amor rociado
en la vigilia, convierten mis aledaños
en abono fresco que dedicar a la luz
presides mi república de bichos
que en sus terrarios buscan
nutriente nuevo. Llevas el dorado
rayo a mi tierra hasta abusar de ella.
Pasajeros son los rostros del maestro
me conoces, intervienes mis ondas
con la nocturnidad de lo desconocido,
me sabes familia ancestral, canción
compuesta en el vacío antecesor, belleza
que se desmiente en su temporalidad,
que se expande en su atemporalidad;
sabes de mi mentira existencial
y descubres que no hay nada
que perdonar: eres vocacional
ingeniero que olvidó su origen,
eres tema inspirado de una sinfonía
más grabándose en el alma del mundo,
quemándose en su solar implosión
¿acaso crees que cargas conmigo?
Las bodas del cielo y del infierno
te bendicen en su aparente maldición.
Esa mano nupcial te trajo a tu terrario
de bichos inmaculados, te arrulla
en los sueños, su sorda música
te sé en mí con tu timbre nuclear,
hombre, mujer, madre, padre
que cargas con las imágenes
reflectantes que acabarás amando.
Le pongo rostros al maestro
(vidrio verde de lejano planeta
se abre: un ser de ojos rasgados
apacigua mi pecho)
Lever du jour. Ravel
mencionabas amistosas cartas que decían
las locuras de los libros extraños, las noches
trabajosas para límpidas mañanas.
Me complicaba la existencia con palabras
y más palabras interpretando alrededores,
reimaginando el caos posible
me concebiste obra que se piensa,
un arcaísmo a sí mismo fiel, un sueño
involuntario buscando su extraviada
voluntad, imaginándola dioscuros
enfrentados en milenaria representación
decían mi autopsia desde cielos veloces,
concluyentes imaginaciones, puertos
bañados por un sol de aparente
intemporalidad, trabajosas noches
de amargo despertar. Me completabas
con gruesos trazos mentales
donde amarrar tu barco, el mismo
que un temporal despedazaría
hasta la astilla. Y ahora bailas
sobre aquella locura de extrañas
aguas. Conoces la debacle ontológica,
la vez impresionada en ese diálogo
de las emociones extremadas, estrafalarios
pasos al vacío entregados. Sí, exiges
mi atención, querida obra que se piensa
hay murmullo de rocío en las rocallas,
siempre lo hubo y solo ahora me yace
aquietado en esta gruta del silencio.
Se abrieron los días a los pájaros
tras las angustias del despertar
y cuentan historias del viejo Pan
que incorregible deambula por los campos
declarando su amor a matojos y hierbajos,
a insectos absortos en su refriega diluviana;
insiste entre juncos a saltamontes y renacuajos,
huye de la mantis castradora, silba en la rocalla.
Hay melodía en estas ánimas danzantes
que como torbellino de luces cae en mi pecho
vistiéndome de bacante hermafrodita,
tumulto del agreste escenario en su equilibrio
él y ella, ella y él, exhuberantes colores,
orgiásticos se impregnan del polen
que como divina lluvia arrecia
en el magnífico repertorio de esta sinfonía
brutal, esta suite creacionista de interminable
partitura que toda partícula apunta, esa obra
que se piensa hasta el no pensamiento. Y giran
los amantes derivando infinitos sueños.
Me describe la rocalla el aire que respiro
asociabas sugerencias desde el miedo
restringiendo las fantasías, dirigías
la orquesta de palabras desde filosofías
en voga con tus ojos saltarines, oído leve,
movimiento que se hincha con excesos
de vida. Murmulla de nuevo el rocío
de esperanza floreciente, vibra la tela
de araña al trasluz con los acordes
de una primavera descolocada. Los espíritus
revolotean que dormían el pesado sueño
de las leyes gravitacionales: sí, persiste
esta renovación de las tonalidades conocidas,
tenues, intensas a mis saltarines ojos.
Se desliza el viento bajo los vientos de un exótico
ramal de pensamiento que, en la paleta, coquetea
con el misterioso fluir de los océanos, vibrante
cuerda, estruendoso embelesamiento
siempre hay segunda parte, regreso
de onda, binario espectáculo de creación,
destrucción y el rotativo nexo renovador.
Se abren los días a los pájaros
que habían dejado de visitarte,
los paisajes se construyen hoy de otra
manera, secuencia ascendente derivando
infinitos sueños, amantes que bailan
amanecer entre paréntesis de materia
mi nombre se diluye en estas aguas,
letras que se deforman papel mojado.
Marca la vida sus pautas mundanas
en escenas orquestadas, y solo tengo
mi atril, mi pequeña partitura. Temible
diálogo de emociones que se extreman
tratando de abarcar lo inabarcable,
el engaño de apariencias que fingen
control. Se hacen fuego los pájaros
hasta la volcánica piedra, se fosilizan
los amantes en jerárquicas iglesias
eres subatómica coreografía, tramoya
generando proscenio, un diseño
proyectándose en la tela de araña,
esta rocalla que me mira obra. Se piensa
Urgent. Foreigner
de vecinal anecdotario participas
tomando lo que te interesa, trayectorias
y banderas ondeantes en prácticas síntesis
generacionales, síntomas y saberes marchitos
que te den lumbre en noches de invierno.
Hay un leopardo en el árbol del jardín,
enmudecieron los pájaros, marcharon
afinaba tu tema, escueta frase, justo punto
sonora banda se va dimensionando,
nombre extraño, lanzaderas de vértigo
a través de tus ojos, atalánticos hallazgos
en la urgencia de aire. A qué esperas?
No alcanza tu aspecto heroico su anhelo,
eléctrica dama te atenaza generosa
en la breve durabilidad de su cuento,
atalántico esfuerzo de ctónico agente,
una cronología de la anécdota vecinal
en el juego de hiedra y enredaderas,
mero amago que provoque tu caída.
Solo la depurada sencillez te salva
de la falaz urgencia, del tiempo
perdido. Suena pequeña caja musical
escondida entre la hierba, recordatorio tierno
de lo que nunca perdiste. Rompe una voz
su encanto, loco fantasma descontrolado
acudirá el nombre extraño liderando
hermosos sueños, genial huida
de la anécdota fantasmal, silencioso
compañero generador de cambio
que en la frontera de lo sencillo para.
Puntos cardinales de ahí para adelante,
la justa durabilidad de mi propio cuento.
Farfulla números y demarcaciones, usos,
sabrosos cubitos de temor en un pináculo
al que no llega mi anhelante aspecto heroico
marcas comienzos y finales, transformas
la dimensión de tu banda sonora iniciando
bosque, gramos añadidos de respeto
necesario. Solo la forma es reemplazable,
solo tu falaz urgencia en el ocaso
me indicas antecedentes, me compones
dialécticos inicios con fantasmas cambiantes,
hipnosis del alma diseñando futuros, matizando
el blanco y negro esquemático. Rejuveneces
a cada estación y cambias mis sábanas
sin hacer de ese sudario reliquia alguna.
Miras tus diseños, sueñas sobre el sueño,
haces descartes bendiciendo tus ases,
defines modelos de conducta como guías
de tu alma hipnotizada, antigua como el sol
me compones gramos de respeto por la vida
está sonando dulce la caja de música
entre la hierba de tus pensamientos,
se graba en tu piel su acústica, la voz
aprecia su libre deriva en la breve
secuencia como cirugía del alma
acéptame en tu banda solar, mide
mi urgencia como amorosa espera
que toda forma trasciende, tintinea
entre los tallos verdes y frescos
que el amanecer ha humedecido
goteando en mi piel como ambrosía,
tu tiempo dame detenido
me has combinado potencia de roca,
de emisión sonora, de vida nocturna
inmortalizándose canto de un grillo,
potencia sin género urgiendo forma
afina tu tema, rescata iniciaciones
que dabas por sabidas, inicia el ritmo
nocturno de los sueños elevados,
melodías que resurgen de chispazo
antiguo, recuerdos revisados con prisma
de colores como haz llenándose de matices.
Quizás la gran serpiente los devore, rompa
una voz su encanto creacional, nazca
nueva especie sobre la hierba fresca
gramos de asombro ante la vida,
fronteras donde la sencillez se para,
canta tu aspecto heroico su inmolación
desafina tu tema en nuevo inicio,
no te perdonas la pérdida, compones
con ritmo lento piedra nueva, altar
a la luna creciente, balada antigua
Peace beyond passion. Meshell Ndegeocello
juró tu celo terrestre independencia,
una libertad apremiada en tu carrera
por la vida, un estudio especializado,
funcional, maravillosa nana del sueño
que fabricas, el arte de convivir
con tus pasiones y los demonios
que genera, hasta anhelar la paz.
Amargo fruto del conocimiento
bocado tras bocado, humana piel
de tus medidas, sobrehumana
inseparabilidad de lo existente,
dolor y gozo de tus vínculos, fiel,
infiel a tu realidad inmediata
en la inefable danza de frecuencias.
Y al mirar, transformas. Y cambia
el paso de tu baile. Paras, respiras
por volver a ver el brillo escondido
de las cosas, tu propia esencia.
Tras nublado cielo recuerdas
la presencia del sol en su pálida
luz, tu intachable ingenuidad.
Sigues siendo soberano príncipe
de tu pequeño reino, tu dedicado
amor al aire que aún respiras.
Más allá, la amistad del todo
de nombres se costra tu arcillosa concha,
de sitios, de imágenes, hasta de voces
con las que confundirte. Cantas en tu delirio
por acallar tanto ruido, creas, fabricas,
transformas. Has incorporado gramos
de impulso al movimiento pendular,
así había jurado tu fiel, terráqueo celo
es caro a mi corazón tu devenir,
tiempo transformando toda relación,
orgánica, inorgánica, salvándola
de tu propio dolor por la aparente
pérdida, tu ira, tu impotencia,
la insignificancia de tus deseos,
de tu voluntad contrariada. Consultas
al vacío de donde surgen los infinitos
aspectos del ser, indómitos, amorales.
Va tu concha rodando por playas
vírgenes, celosa tierra, voraz agua
diseminándose por su cósmico vientre,
amniótica, maternal, apaciguadora.
Y cantas páginas como cauces
por donde amansar ese caudal
inapresable. Vas concha por la acequia
de tu huerto dando tumbos ahora,
antes, después, jurado celo de tu amor
a la vida. Y no hay agua, ni río, ni presa
me tomaste inicio que ya acabó,
artículo de fe en lo visible, persona
de una identidad convenida, piedra,
iglesia de un poder que no tengo.
Nombre, sitio, imagen, hasta voz
de lo real a la que asirte, frágil
cuerpo que ya desapareció, país,
religión, piedra, un relicario
de colinas yermas, profesión,
insectívora función, instrumento,
efímera gloria de un solo de flauta,
activo roce de tus manos,
pasiva contemplación del aire.
Se diluye tu alma en un rayo,
se hace tu voz vibrante cuerda,
un contralto que regresa en los ecos,
una calle de humanidad vacía,
una telaraña con gotas de rocío
no sueñes más conmigo, me decías,
me diste el silencio como una dádiva,
mi propia biografía en teselas partidas,
terrestre celo que prometió un camino
despejado, dejar de morir para volver
a nacer, centrífugo vórtice de infinito.
Creces, te estudias en otredad, me acompañas
apareces índigo avatar de cielo
con forma de mujer, de padre,
de madre liberada, de niño
despreocupado cruzando arco iris,
de hombre abestiado en Babilonia,
de santo eremita en los caminos,
el rayo que zahirió tu pecho. Me tocas
y se abre el mundo, se desvanecen
sombras, vida fluyes como un milagro,
materia te estabilizas en nuestro sueño.
Canta el grillo nocturno, y cantamos
un nombre más en tu concha,
va puliéndose tu perla, nuevo giro
semántico, significado imprevisto,
vuelven los pájaros a cruzar tu jardín,
a posarse, a picotear incluso tu alma,
celosa tierra que lealtad me juraste
tu rara esencia obtuvo su forma
irisándose con los elementos,
a su onírica nana se abandonó;
obtuvo sus números, sus bailarinas
frecuencias, sus ópticas cambiantes,
sus levíticas estaciones trastocándose.
Te dejaste fagocitar por las formas,
te dejaste amar por la noche leal
a tu aprendizaje, la vegetal libido
fotosintética de tu apetito sensorial,
una Madona y sus hijos salvajes.
Y cantas su música con proverbial
fidelidad, índigo avatar de los cielos
resonando en el rayo ocasional,
templando tu pecho con el fuego
originario. Sí, cantas tu delirio lanzando
ondas al cosmos por escuchar su eco
dual, hemisférico, alcanzas cotas
que habrás de bajar, mi amigo,
celosa tierra, príncipe valiente,
monumental piedra que quebrar
Love my way. The Psychodelic Furs
sigue el día su giro sorpresivo,
festival de grises resecos, indefinible,
un silencio caótico ocultando verdad,
el pensamiento que dé aliento a mis ojos
el cero inmerso en cualquier fin,
apenas exploro los sonidos de mi alma,
poderosa te alejas en el sencillo gris,
simple voz de la crudeza del tiempo.
Se me llena el cero de agresiva queja
sigue el giro su mundanal estudio,
repite patrones de historia, me alcanzan
como jirones de piel desgarrada, números
que aparecen y desaparecen del cero,
pequeños fracasos personales que llegan
del comercio entre individuo y colectivo
das bandazos sin más logro
que el atonal sonido, domésticos
subgéneros de la psicodelia colectiva,
tu piel recreándose mantequillosa
por los bajos de tu casa. Llevas
los años en una cesta de fruta,
por los caminos zigzagueas rocosos
sin más logro que líneas imaginarias
"Ricardo!", oyes, y una pila de nombres
viene en cascada hasta llevarte más allá
del vientre materno. Te reinician, respiras.
No puedes cuantificar ese amor, si acaso
una tenue cualidad vibrante, un logro
cuántico que no controlas. Retomas
tu paso zigzagueante con leve sonrisa,
perdonas tu ignorancia y sus tentáculos,
recuerdas por un instante que vives
te hermanaste a tu materia inmediata,
cada célula pensando en sobrevivir
en la otredad expandiéndose. Brillan
como soles por diluir sus límites,
expandir su vital, fractal información
por el gran árbol de los universos.
Solo tu pensamiento sombrea su fin,
tumoral obstrucción de esa cruda savia
en el estelar sistema nervioso, tu cuerpo,
cosmos, ramal, hoja, fruto. Muerdes
de nuevo el carnoso pistilo primaveral,
aprendes, te indigestas, defecas, curas
la tóxica ingesta con nuevo pensamiento,
evolucionas, involucionas. Da igual,
en esta batería cósmica me acompañas
como polo de mi ser. " Ricardo!", oyes,
temes contestar. Agresiva queja su cercanía,
psicodélico avatar del no-tiempo
resonando poderoso en tu piel raída
sin combinación alguna que lo explique
lanzas sencillas querencias, centavos
al camino; conviertes los números
en pequeños deseos que a tu paso
tintineen. Pulsión extraña me domina
hasta adquirir estilo propio, bandazo
artístico, sin llegar a culto. Se aleja
poderosa mi sombra entre reflejos,
se llena el libro de los días de humana
muesca, se llena mi casa de mundo.
Eres dueño de la nada, hechicero
con un sombrero de copa ofreciendo
tiempo, evolución sincopada,
y al espectáculo me invitas
ansiando futuro, querido mago
bulle la medianoche de ondas
soñadoras, reparan asfixias y ataduras,
estudian la vigilia desde otro ángulo,
sin mordaza ni peso, latido salvaje
bailando al son de sus heridas,
zambulléndose en sus sombras
hasta mar antiguo. Te torturan
su ritmo inagotable, su ley
ultramundana, un quizás de arena fina.
Doy bandazos entre el sol y las nubes
me nombras desde el cero y algo punza
en mi pecho, ilimitada me alcanzas
al otro lado del mundo, poderosa, lejana,
dentro. A la materia me hermanaste,
pistilo soy de carnoso iris, estambre
en sencilla querencia lanzado, cuchillo
y vientre de un drama interminable.
Hago del despiece estilo propio
inmanente cero, todo habla penetrando
vacío, mercado floral llenándose de bichos,
desmembradas piezas llamando tu atención
en cualquier tenderete. Me seleccionaste
me has entrado tuétano en tu estudio
del Yo, centavo que tintinee en el camino,
mi nombre grabas en tu cuenta espiritual.
Forzaste mis límites por trascender
el tiempo, mi supuesta coherencia,
incuantificable amor, vibrante cualidad,
mi supuesto vacío de los saltos cuánticos
me miro al espejo hasta desaparecer,
nada se graba, me abandona el cristal,
poderosa se aleja esa onda ventral,
inagotable ritmo, arena fina la piel.
Paupérrimo logro esta línea, este número
comenzón interna se muestra en el afuera
sinuosa realidad, desarraigo espeso, abandono
tu estudio refracta la luz, desechos
que solo el tiempo ilumina, curva
significados que alterarán tus células,
imperceptibles, sofisticadas líneas,
suave, abrupta, tangencial, paralelas.
Aportan inclusión, repertorio nuevo,
repentina frondosidad de campo
sigue el giroscópico asombro
quitándote aliento, la excelencia
de tu origen en la psicodelia
colectiva, tu piel acerca al vacío,
viscoso despiece que aún participa
de indefinible: en el camino tintinea
The fourth of July. Sufjan Stevens
debes saber haber, mejorar nada,
ser nada, poderoso cambio, pasado
nadando por tus narices, cruzando
puentes como lugares sin propósito
haber se escribe en papel celeste,
no explica, de sentimiento se vacía
escucho mente calma tu atención
sin palabra, cada canto un cumplido
de maravillas creciente, levadizo;
su poemario íntimo me lee,
recuerdo alegre revisa, su dolor
la impresión de un momento vive
su música respectiva, concierto es
de espiritual suficiencia, partícula
enlazada a fin desconocido, canto
último que te lleva, que te trae
nos despedimos irreconciliables
en la forma, escucho mente calma
un perdón deseado, cercano poder
del camino sin fin, de las ramas
por rojizos atardeceres atravesadas.
No veré más tu forma, sino tu luz
me señalas distancia, año escénico
como absoluta oscuridad, un casi
de espiritual suficiencia, piano roto
en un rincón de la casa. En la historia
muero madre de los hombres, recibo
de amor pasado, lacrimosa pequeñez.
Así marchamos al nunca donde siempre
estuvimos, de sentir vacíos en el todo.
Miras mi aranera y llorosa luna, su haz
mortecino de abundantes sombras
se acercan luces giratorias con voz
escénica de infinito eco, cantado
mantra de raíces y tierra húmeda,
auténtico verso vibracional. Detienen
segundos que en tu aliento mueren.
Nunca hay aviso, leve sincronía
asegura la inocencia de tus manos,
guiños de tu propia naturaleza
eres padre y madre de tu suficiencia,
que te trae, que solar te lleva, lunar,
en los puentes sin fin cruzándose
muertes la historia de los hombres
Sæglópur. Sigur Rós
honro tu memoria porque es la mía,
silábicos restos de letras íntimas, públicas,
microscópicas, prediluvianas, personales,
colectivas, nativos masacrados en aras
de progreso, audiencias embobadas
como antaño ante el chamán. Bebes,
tomas de estas islas del pensamiento
sin saber muy bien de qué hablan
sus letras, literal papagayo edénico
tu rosa de los vientos gira elemental
al sonido etéreo de las voces ocultas
va fundiendo fueguina lengua lexemas,
va generando macilentas emociones
en el mineral lenguaje de la tierra
punteada rosa de fuego,
original generatriz sin directrices,
suspendido islote en el vacío,
activas expresiones del sueño
con su amargo sabor terroso
dionisíaco licor de tus palabras
que amague mis supuestas carencias,
gramática inconsistente de la melancolía
que significa nada entre silábicos restos,
semejanzas absurdas de infructuosa
búsqueda oficiando sus imágenes,
retales de pasado como identidad,
letras íntimas, públicas, arquetipos.
Trae la página blanca rosáceo el aire
tocabas cárnica singularidad,
presencia jubilosa de un cuerpo,
un festival de hormonas disfrazadas.
Plañías de dolor antiguo al roce
de una piel inesperada, por letra
alguna indefinida, hasta ponerle
nombre, hasta ponerle tiempo.
Bebes, tomas de la activada expresión
de una generatriz universal. Luego, le das
directriz, islote con apariencia de vida.
Salgo al jardín, corretean nombres
de la esperanza provenía tu nombre,
de una isla olvidada por los hombres,
de un brusco giro de la rosa eólica:
tu poder conocí destructor, creador
nebuloso viento filtra tus venas,
seca tu costa de postal tocándote
el tuétano, tropical arena de tus ojos
toca tu dedo índice mi adn
por historiar orígenes, girar
a fuego la rosa de los vientos
hay cristales rotos bajo mis pies,
guijarros de piedra como catedrales,
un silencio doloroso que detiene al aire.
Siempre fue, solo cambia su forma. Hay
punzante aviso, indefinible, de cambio,
temporal hiato de tus emociones
descubres a tu víctima interina,
llamas a su verdugo que jueguen
al giro de la rosa, descubran del yo
su supuesta otredad, hechos
que confirmen tus sospechas.
Hay una bailarina nocturna
llamando al conocimiento
con besos de adormidera.
Despiertas, todos tus sentidos
penetrados de lugar extraño,
zootrópicas señales aguzándolos
contra todo tu aparato racional.
Ebrio, extenuado, bloqueado,
versioneas ese opuesto primordial
hasta caer rendido ante la enormidad;
se han anulado mutuamente tus polos,
tus funciones vitales a lo indiviso reducidas
acuso como exorcismo imposible,
siglos atravesados por los delirios
del miedo, dichos como lucidos
ladrillos que la luz ocultan al aire,
truncadas escalas del pensamiento
reproduciendo cansinas su desamor.
Hay quien sube a ellas para no bajarse
ocultando los tramos de ascensión,
aquellos que revelarían su mentira,
la estúpida pequeñez de nuestras idolatrías,
el triste, patético reflejo de nuestros miedos
formas grupos como grumos sociales,
tu voz reivindicas en los corrales,
bebes, tomas bendito de esa animal
llamada. De tu mano llevas la rosa
fueguina que alegre gira en la esperanza
y que en los recuerdos se detiene,
su intensidad alteran, su color matizan.
Me reciclas binario en tus significados
fui puesto en venta, un reino de principios
y finales, una sustancia inequívoca al tiempo
enfrentada, sonido extenso del espacio
daba el poeta humillado explicaciones
a la mundana inquisición, recibía la flecha
amorosa del cazador, su punta causal,
su astil explicativo, su culatín de efectos.
Recibía clamores de absoluto, inédito origen,
apariciones forzadas en cielos abarrotados,
amorosos insectos, sonido extenso
me anticipaste la jerizonga creativa,
una comprensión oblicua al mundo,
optimistas divisiones del número,
nombres sombríos para mi melancolía,
títulos a los prodigios de la vida. Oficiaste
las más increíbles sustituciones formales
es tu anuncio vuelo raudo, un rastro
animal, un arbusto con su jerizonga
lumínica, crujir de un árbol mecido,
su imponente erección en el erial.
Suenas en mí como anticipo
venciste al mar embravecido, irradias
la fragancia de un rosal armonizado,
sigues bailando nocturna al durmiente
no me es fácil honrar tu memoria
en el giro perpetuo, a principios
y fines me vendí, la expresión
radicalicé de mis emociones, inertes
directrices, atávicas ataduras, falaces
lealtades. Prendió el azufre en mi alma,
ardiente trapo de colores, fueguina
rosa, adusta tierra de los desengaños
lucha, renuncia, aceptación, conformismo,
revolucionada rosa del fuego, sencilla
primordialidad de cada sentimiento
dejándose abusar por animaloides egos
en la escala de las civilizaciones. Llama
tu miedo al verdugo, al animal iracundo,
al abestiado salvador que te exterminará.
Principios, finales, una vieja canción. Danza
la bailarina nocturna en tu lecho, te besa
qué directriz crees seguir? Simplifica
hasta la generatriz de todo movimiento,
realízate en tu causa, en sus efectos, gira
si puedes hasta ver el otro extremo, sitúa
el centro. Baila, besa al durmiente,
despierta el mundo de los imposibles,
sin venta, sin compra, sin triunfo,
sin derrota, recién nacido anda
los extremos del abismo, el delirio
de sus voces más depredadoras.
Gira, mundea, haz tus haces arte
tras el hiato emocional, la rosa quieta,
disco de Newton hasta el blanco, en pote
de oro el sahumerio de tu carne ardiente
ha llegado la primavera refractando
todos los colores en gotitas de agua,
sin venta, sin compra, sin triunfo,
amorosa como frío hielo invernal,
como tu carne ardiendo en el estío,
como las hojas húmedas del otoño,
sin derrota, sin precio, armonizadas
pusiste la rosa en venta, zumba
en mercados de eternidad lastrada,
la puedes ver a un palito pinchada
y te apareces misteriosa imagen sin directriz
resonando eólica sobre el fondo expansivo
de la materia, vibrante cuerda de una guitarra
multidimensional, la milagrosa posibilidad
de tu existencia, la esperanza de conocer
poderosa te alejas en el éter mundano,
una mínima expresión de fuego,
la añoranza de mi propia chispa
vital, esa cuerda que yo rasgué
Starlight. Muse
sigues necesitando un toro, oveja
negra familiar, un árbitro, un virus,
un político osado, nocivo polen,
una joven, un extranjero, un extraño,
un diferente, un otro, una niña maya
que sacrificar, vecino raro, la atávica
idea del sacrificio, de la muerte ritual,
del triste y oscuro pensamiento mágico
de un mono acobardado ante su sombra,
la muerte, el exorcismo de un inocente
al que satanizar creyendo que te librará
de la muerte, la tuya, la de tu género,
la de tu pueblo, tu país, la de tu especie,
que te salvará junto a tu dios o diosa,
física, racional, metafísica, improbable,
de los ciclos naturales, que calmará
tu terror ante su pasmosa brutalidad,
blanquear la absurda paradoja de matar
lo desconocido por librarte de la muerte,
y no sabes por qué enfermas; sigues
buscando causas, acuñando nombres,
recolocando aristotélicas estanterías;
sigues entreteniéndote ante el fuego
con el cuento revisado del joven brujo
quién es tu musa? tu duende? tu ángel?
Prehistóricas rocas musitan junto a ti
la vida originaria, su intrigante testimonio
de vida ancestral, tu propio origen,
tu poligámica evolución voceando
panspérmica, polimórfica percutiendo
entre vecinos, calle arriba, calle abajo.
Sus letras son enfoques exotéricos
que de regreso te alcanzarán, tus ojos
iluminarán de súbito en los pasadizos
de algún segundo extraviado, prisma
ecléctico en el centro de tu apagado seso
te encontré entre elevadas octavas
simulando teorías bajo presión, tu luz
ladeando entre los meses otoñales.
Mi naturalidad rompías con liberal
promiscuidad, querida musa del concepto,
hallando en la cohesión la tarea más ardua,
eléctrica necesidad de una fórmula vital
y No significa Nada, triangulares
tus nombres o hexagonales solo
musitan rocosa vibración de estrellas,
tenue luz de las hijas del sol, las nubes.
En otoñales eras se ladea, oculta cara
de la luna más embellecida, adjetivada
recomiénzame incomparado marco,
musa genital psicoanalizando muertos,
dron volador de los espacios infinitos
junto a los números de sus algoritmos,
un reino de fragmentos fertilizando
el cosmos. A las rocas me consagraré
de luctuoso otoño, promiscuo celo,
de empíricos eones un vuelo circular.
Me alcanzará de regreso tu luz ladeada,
aquella eléctrica, ecléctica necesidad
iniciática musa, íntegra separación
de lo que es, aula sin tiempo definible,
la extrañeza de tu aliento etéreo
como silenciosa plaga de la idea,
crimen y castigo el orden de esa musa
gótica, muñecas rotas en las llamaradas
de una batalla interminable, la violencia
narrada como triunfo de la voluntad,
imágenes en tu boca desintegrando
toda humanidad, volcando tu miedo
ante el pasmo de las ballenas blancas,
de oceánicas esponjas con ojos de niño.
Entra el impulso por tus genitales
trajinando el tiempo y sus mundos
embelleces esa fiera conminación
con tus juegos florales, das guión
al viejo ritual con sublimes toques
de artesanía, exorcismo crees
de esa pulsión con que conocerte.
Sobrevives en tu catálogo de aberraciones
a la locura que te invade, ansia viva
de una incesante polinización, acelerado
giro, pausado, parado. Escalas, caes,
ruedas, artificias paranoides escenas,
frágil malabarista en imposible equilibrio,
olímpico titán de la materia arrolladora
fuiste capaz de lo imposible, sin audiencia,
consistente pieza de barro cocido, jarrón
en el preciso punto de la mesa, sello real
de una misiva enviada desde el big bang.
Habla la llamarada con su bífida lengua
quién es tu musa? duende? ángel?
Rabias en su silencio, primas el ruido
de tu propia ira, gritas, ríes, corres
huyendo de tu propia bestia enjaulada.
Pero le das forma, humana, animal:
está pronunciando discurso en el ágora
musita la roca en mi camino
plegarias de lejana paciencia,
granítica resiste la mundana adicción
a dolor y placer, sus moléculas orquesta
de vientos y microbios, de génesis
inadvertidas, emula el ritual antiguo
sin audiencias, sin bendición alguna,
sin demonización alguna. Habla
su llamarada en tus entrañas
elevando la vibración de tus átomos,
melódica trayectoria de los arco iris,
acelerado giro, pausado, parado
y todo es expansión: arráncame
estos pesados élitros que ocultan
mis alas: imparable vida fructifica
se conformaba una connotativa afluencia
vertical, aquel sello de apabullante realidad,
el irracional entusiasmo de una mirada
copiosa, rica en matices relevantes, pertinentes
encajando piezas hasta diluir sus límites.
Registra esa atracción todo ser visible
revelan mis agujeros negros puntos
de fuga, la insignificancia de mi pensar.
Ni siquiera es mío. Brilla entonces tu silueta
indiferente a la luz solar, o lunar, trabaja
entonces una dinámica ajena a mi razón,
o sinrazón, desaparece todo punto, musita
por un segundo que se abre eternidad.
Musita detenido el giro de los astros,
crecen los mundos a vida y muerte
regresa, absuelto de materia regresa
como lumínica proposición de irresoluble
silogismo, ficciona el sueño más hermoso
que átomos catapulte hacia su conformación,
en la más excelsa forma conviértelos, a todo
irradia tu abundancia en el tiempo, mi reino
muchos años más tarde vi, muchos años
más tarde entendí las vitales simetrías,
la física oculta a mis instrumentos
de medida, la profunda emoción
de un cosmos enamorado, el lento
ciclo de sueño y despertar, de muerte
y resurrección de tu mirada, la esperanza
de una vigilia imperecedera, absuelta
hasta los confines del conocimiento
y el toro sueña un toro de agujeros y de agua
Hania Rani. Glass
intentabas encontrar a prioris,
una identidad entre los planetas,
sonoras vanguardias del nombre
como plateados versos encarando
las notas mayúsculas de la nada.
El pequeño tiesto en mi ventana
es refugio donde se acomodan
mis migajas musicales, vidriosa
sencillez de un edén doméstico,
diminuta evocación de tu grandeza,
uno de tantos mundos paralelos
tu reducto de paz inspira paisajes,
escarpados altares de musgo y agua,
una montaña aparcada en la memoria,
inmaculados recintos de armonía,
de lluvia en forma de pasado
quieres llover recién nacido,
derramar tus notas sobre teclas
como sentimientos encordados,
pequeños universos voraginosos
bajo tu paraguas me hice mundo,
masivo continente de tus experimentos,
arte criado de influjos estelares, líticos,
variedad interminable de vida
debutando en mi pequeño tiesto,
vidriosa sencillez, teclado mínimo
con tu omnipresente esencia
me estilizas con tus definiciones
empíricas, me bebes como ausencia
al presenciar mismidad en un microbio,
inspiras, sí, el lluvioso paisaje de la hiedra
con un dedo me indicabas caminos,
intuyo los creabas allí mismo, ahora,
anónimos experimentos del ser
con los que hacer tu arte, lítico,
estelar, pura lluvia sedosa
derramándose sobre mis teclas.
Hasta el clasicismo de tus besos.
Fundaste ciudades, lógicas, nombres,
sonoras categorías del tiempo
recompuesta mismidad de plásticos
y eléctricas señales sustituyendo
tus antiguas funciones cerebrales,
reduciéndote a pasivo cuerpo
inconsecuente, dolido cebo.
Me inspirabas, sí, comunicación
infinita de silencios, musgo y agua
conversando entre asteroides,
la cara oculta de lunas escondidas
quiero ruido ahora, cuerpos, el galardón
de una categoría bien definida, remozada
versión de mi mismo, una fonografía
compartida, mi dualidad manifiesta
vociferando por las calles, nombre usado
hasta su mito, el cruce de los mundos
paralelos como lugar de éxodo
sale del tiesto pequeña flor carnosa,
le indica mi dedo solitario camino
The trip. Still Corners
hablas en prósperas bandas
de sonidos densos, dulce textura
de tu bruma corporal, y floto
en tu atmósfera mutante
donde las reminiscencias
de mi hogar se amplían.
Descansa allí en paz tu amor
insaciable, mi sangre espesa,
el tiempo que viví con vosotros.
Rebobino esa armonía matriz
magnánimo tempo, fantasmático
envoltorio de mi sustancia,
órganos que se pronuncian
cuarteados en onírica clave,
la cuna de tu bruma corporal.
En mí se columpia la melancolía
pendular con su nana celeste,
sigilosos ecos de cosmológica
intriga, sostenida exhalación
de las estrellas en un rincón
de tu hogar, suspiro etéreo,
inasible sueño original, tenue
viaje por el reino de tu voz.
Hay una sirena hechizando
mi isla de niebla y psicodelia
ese rincón repentino se llena
de calma, magnetizada banda
de hechizante armonía, voz
tersa de tu atmósfera creativa,
una hipnosis de lo real
este rincón súbito me sigue
por la finca carente de historia,
me conoce de siempre, vocea apenas
querubín terroso hasta la montaña
visualizando el sonido en suspiros,
tersa voz de los ocasos, amados
seres de mi cuidado hogar, aquí.
Baja lo invisible su frecuencia
hasta los árboles, su acabado
verde, mi canto preferido, temple
que anima al grillo a pronunciarse
en el sensual aroma de azahar.
Me dejas en esta levedad
turbadora, próspera acústica
de las cosas que no se agota,
el disfrute del vosotros
emana del calmo rincón la ilusión
de perfecta conjunción de las cosas,
esa oscura levedad que en suspenso
deja los reflejos, tu piel aterciopelada
por el aire sigiloso, sibilino azul
que te arrullara otros colores,
trémulo temple del canto animal,
este recogimiento inesperado.
Se columpia el ánima súbita
hacia el frío, se aventa el rincón
hasta desmenuzarse en palabras
cinegéticas. Se escriben previas
a su grafismo en primaveral orgía,
serán crónica de luz eventual,
vaporoso saber que nada será
en la bruma corporal. Tras verlas,
seguirá la verdad incólume palpitando
en el ahora, apabullante realidad
inaccesible cosificándose a tus ojos,
cerebro plano desenfocado, historia,
terso o brusco desdecirse, cinegético
relato persiguiendo sombras en el bosque,
colectiva creencia, niebla en terrestre noche.
Hay un puente de cristal al fondo del jardín,
lejano destino, brumoso; una escalera
abandonada donde acaba la noche.
No te inquietes, respira, siempre está ahí.
Solo dejaste de verla por un instante,
una vida, dos, tres, hasta siete gatunas
vidas, un cosmos, otro, y otro, brillantes
frutos al fondo del jardín. Y todo es real
pues tuyo es el poder y la gloria, amiga,
ilimitada imagen de invisible neutrino,
mente infinita sobre tu cerebro plano.
Pruebas, gustas de esos frutos lejanos,
me estudias, sufres, gozas, vuelves
conmigo a ese punto concebido
de infinita densidad: un instante,
una vida, dos, tres...siete...ninguna.
Y sin embargo, todas aquí, ahora.
Me encandila tu canto, hechizada
sirena, criaturas sin tiempo, mi sueño
Boreal Forest. Mammal Hands
administras mis deberes atravesando
públicas prioridades, me produces
destructivas asociaciones primarias
violando la humanidad del bosque
se extiende tu hemisferio racional
desde la forma como corona engañosa
sobre el planeta jugando con su clima
eres deuda continua, estiloso ciudadano
adoptando disfraces de vida, consumo
insostenible derrochando tiempo, papel
mojado reciclándose industria, servicio,
una utilidad de cloroformo blanqueada.
Rezas a tu azulado ángel sobre el abismo
de tu propio conflicto oculto, tan antiguo
vas a emprender resoluto la gestión
de todo un sistema solar, certificar
aquella administración de deuda
ciudadana sin nombres, del colono
enfrentado al indígena sin nación
quita el humo
de mis ojos,
no me deja
sentirte plenitud;
con ojos abiertos
no logro verte
en mi dentro,
no cala en mí
el bosque entero
refulgiendo:
sus bronquios
se iluminan.
Comunicas conmigo adopciones
colaborativas, una práctica forestal
recreativa, primaria: reparas bosque.
Boreales luces de mi vulnerabilidad,
planetario biotopo sin interferencia,
sensible alma desequilibrándose
con tus emocionales climas del exceso
formal te extiendes sobre virginal
espacio, intactos paisajes sin bandera,
sin estaciones, sin números, una alfombra
de vanidades antropocéntricas, un espejo
inmenso que oculte el infinito. Hielo,
desierto, un manto de coníferas
que amenazar, magnífico juego
pendular de herir para poner tiritas
me destruyes, me reconstruyes,
accionas, reaccionas, urges salvación,
proteges, desproteges, boreales luces
de esta macroscópica vulnerabilidad
declarándote su fiel paciencia,
su cosmológico perdón indiferente
a tu especie: desconoce tus absurdas
necesidades, es su compromiso la vida
en cualquiera de sus formas. No eres
sino uno de tantos hijos de tu sol,
pequeño bastardo de una chispa
ancestral. No eres sino indígena
en el asfalto de tus redes, papel
mojado secándose en tus desiertos,
asustadizo decibelio de tus urbes
luchando contra un fantasma
tan antiguo como la oscuridad
explotas la forma hasta su efecto,
a lo comprensible me reduces,
calor le restas al bosque informe.
Se queja su verde tumultuoso
al talar mi tronco por dinero
resoluto emprendes tu expansión
colonizadora hacia los astros, hijo
anhelante de sempiterna madre,
pequeño bastardo de los cielos
que al polvo que pisa consulta.
Me consentirás el nuevo error,
el acierto inesperado, madre?
Acaso me reconocerás en el mar
oculto de mis lunas? En el mineral
exótico de algún asteroide enjaezado?
Resoluto gestiono herida y tirita
en este bosque infinito de mi alma.
No mermes mis afectos de especie
más cerca, hermano, más cerca
que no escucho tu eseidad, papel
mojado se seca en mi corazón
con la higiene que un loco garantiza.
Sí, conoces tu tiempo, desconoces
el mío, le pones un reloj: todos
a una curan, todos a una enferman,
magnífico proveedor de imagen y relato
cegándome bajo las luces boreales.
Quita el humo
de mis ojos,
no me deja
sentirte plenitud;
con ojos abiertos
no logro verte
en mi dentro,
no cala en mí
el bosque entero
refulgiendo:
sus bronquios
se iluminan.
Y no hay nadie fuera.
Talo mi tronco primitivo
Another heart breaks. ELO
entran ellos música bruja, roble
y llanto lastimoso como romería
por tu calle, una galerna norteña
traída a tu bosque templado.
Colaboraste conmigo, madera y flor
y frutos carnosos llenos de savia
fresca, significados profundos,
una curiosidad saciada, amorosa
erosión de mis entrañas, extasiante
belleza iniciática, una sinfonía
de colores aumentados
me diste plenitud, siglos de evolución,
en mi ácido te grabaste desoxirribonucleica
bebiendo de mi citoplasma, tomé
tus mitocondrias como sagrado acto
de fe, por una vibración superior
colaboramos esparciendo esa onda.
Brillaban las estrellas hermanadas,
conocí el trayecto entero en un solo
punto, del silencio las melodías
solo la obsesión puede ahogarte,
trazar en tí el carbono primordial
paralizándote en su propia forma.
Me ausenté hasta sepultarme
bajo la tierra húmeda, regeneradora.
Savia fresca, verdoso liquen, mi igual
apareces vestida de universo,
de suave lisergia, de juguetón
cornezuelo del centeno emanando
imágenes como dionisíaco alcaloide,
un tren de traqueteantes sonidos
muriendo en la mental distancia,
lugar desconocido, extraño rostro
émulo me adquiriste de algún
fragmento interior tuyo, algún
ídolo oculto que en ti hubiera
recalado, música bruja, crecido
roble, supurante llanto
equilibrio tras cada golpe,
inclúyeme en tu tema vital,
llámame del otro lado rompiendo
todo lo aprendido, dedícame
tu música debutando orbital
y viajera por mis frecuencias
beba de tu nombre eléctrico
tu luz oculta orquestándose
en alguno de mis fragmentos,
repercute en mi escasez
madera y loto nacen talentosos
entre mis líneas, me invitas
a la ocasión perfecta, unión
aceptada entre las luces, mensajes
eléctricos entre células, creación
proyectándose melódica por aunar
frecuencias entre los seres
me diste conceptos nuevos, ciencia
de la ficción vital, brillos me apuntaste
sobre la piel con la bruja habilidad
de arcana erudición, fuiste total entrega
roca y mar me tatuaste
como al antiguo rey sacrificable,
y el secreto mensaje del bigbang,
una eterna inspiración orbital
números me trajiste, ciudad etérea,
esta orquesta de buenos electrones
proponiendo vidas, síntesis posibles
vibra tu secreto mensaje
en mi estómago, bebo de él
cada día como zumo de júbilo,
toco la oscuridad de mi tiempo
con los dedos del siempre.
Y vuelvo a casa
es tu tema impopular, una balada
cabezota encarándote cada dia,
una suerte de mal hipocondríaco
encendiéndose en tu pecho,
una suerte de crónica fatigosa,
incluso de fatiga crónica
que adormeciera tus músculos.
Estás dotada de cumbres magníficas,
de oscuros valles húmedos,
de la memoria del agua, viviente
materia que generó la célula,
este catálogo de especies de aquí
hasta el principio y el fin, azul,
negro, tú, secreto mensaje,
el amoroso brillo de tus ojos
punto y seguido me pusiste,
de madera y flor, de tiempo
y espacio entre mis cejas,
de admiración el signo indeleble
mi fantasía eres sin concepto, sin
vacíos, mi opulenta imaginación
de infantiles épicas de especie,
mi onírica percepción de vida
soy etapa incompleta, una batería
de inesperados movimientos, beba
tu nacimiento de mí, meses, años,
mensajes que van y vienen nucleicos
a la proteína útil, magníficas formaciones
moleculares de aceptada mutación:
te reproduces de ansia viva
subestimando toda costra moral,
potente luz que en su viaje no cesa
varía el tema cumplida tu función,
un progreso superestructural
que adorne tu estancia de sol,
de agradecidos nenúfares en tus aguas,
balada tierna a veces, de tristeza infinita
otras, ese mecerte en tus neuronas
entre los recuerdos, dulce, agrio,
terso, espinoso, desangrarse sin lucha
hasta un extraño paraje regenerador.
Vislumbras texturas nuevas, una impronta
que ahora reconoces; toca la orquesta
líneas que saben a nuevas, lucen sombras
con perfiles remodelados, me vas convirtiendo
en otro sin apenas darme cuenta. Atraviesa
un rayo mi cabeza hasta el corazón
se tensaron las cuerdas de nuevo,
violento acento posiblemente se tildó
sobre el genético texto, una variante
que quizás perdure entre los instrumentos
con los que trabajas el jardín. Contiene
detallada información sobre tus pasos,
sobre cada contradicción entre lo que dices
y lo que haces, la manera en que crees
protejerte, toda una obertura de velados
susurros, de noches en vela, de extravíos
entra música bruja, madera
y llanto de visionario gozo,
banda a banda, arriba y abajo
sin rozar un ápice de tu esencia,
infortunio tras infortunio
remodelando sombras, formas,
aristas, lo que está y lo que no,
ajena a tu yo, gigantesca
entidad que te trajo hasta aquí.
Cada abandono un cambio
de ignorada causa o efecto,
probatura más de tus genes
resonando en esta caja de música
sí, colaboré contigo, suave
lisergia, juguetón cornezuelo
Luna. Zoe
tu angular velocidad terrosa
te orbita alrededor con el valor
que das. Cuesta frenar. E irradias
tu sol con fijeza incontrolable
lunar ahora, ordenas datos
escogidos haciendo masa,
gramos, toneladas numéricas
en esta densa humanidad.
Alguien o algo media
entre tus cúbicos centímetros,
y crees ser tú, o una extensión
de ti, onda hecha forma
hasta personarse. Y con ella
te confundes, pesas, trazas
distancia, personal geografía,
un período orbital, el espacio
del tiempo en que desaparezco.
Terrosa velocidad angular
hasta la gravedad cero,
equilibrado ecuador del ser,
disoluta excentricidad. Luna
me orbitas, ante ti me inclino
soy color que te observa,
azul circulas soltando arena,
centro ígneo que enrojeces
mi piel en el trayecto breve,
un valor asignado escabulléndose
entre los cocientes que bullen
cuando la luna me desplaza
activaste el entero cosmos
en mí, desconocidos cocientes
de luz hasta iluminar
cada poro de mi piel,
inaprehensibles diámetros
de amor introduciéndose
por cada gramo de tierra,
desplazando todo ruido
sí, a cada cociente dividido
un ángulo nuevo, declina
la luz reflejada y miras
la Tierra como herbolario
de especies renovadas, luna
de nueva arista, primorosa
eres uno de mis radios extraviados,
una órbita que creí olvidar, rodeo
geoestacionario trayendo nuevas
que viajan el tiempo, titanes
de irisado gas hablándote de vida,
la muerte del viejo padre saturnal,
de tritones empujando límites
es tu unicidad planeta cuyo radio
fluctúa con el Sol, atrae y rechaza
celestes cuerpos que acelera o frena
sin débito alguno entre las órbitas
crece esta lejana pulsión con la marea,
dionisíaca celebra su impulso
hasta una densidad de masa
crítica cero, desapareciste.
Sigue tu luna incondicional
te orbito, amor, en supuesto círculo,
un astro cualquiera del cinturón de Kuiper,
corazón helado que en la noche fulge,
crítica masa, con tu reflector de neutrones.
Soy masa astral sobre colchón de estrellas,
el botón oculto de un arcano púlsar
está la ventana por la que observas
el mundo con vaho; déjame limpiarla
que veas hasta el último átomo
de tu cuerpo inmenso, ácaros, aves,
humanos, el horizonte de mis pupilas,
en un grano de arena el tiempo;
un baño más en tu mar salino dame,
dibújame el sigo contrario en mi quietud,
cuando la luna esplende por mí,
cuando apunto al sol mi frente
en la uniformidad de un círculo
que desfallece, total equivalencia de ser
sin gota alguna de vaho en la ventana
primero genero el problema,
luego lo extiendo: familia, amigos,
entorno laboral, prensa incluso:
crucifiquemos al incauto. Por último,
voy a visitarlo al hospital a ponerle
tiritas (los clavos ya se los quitará él)
si es que el desdichado sobrevive
a tan pesada carga, y le resto
importancia en una última cena
entre amigos, lavándome las manos.
Queda esa supuesta inconsciencia
en algún vertedero oculto de la conciencia,
perpetua tensión ataque defensa
que te da esa sensación de vida.
Tarde o temprano lo regurgitas
en forma de extraña enfermedad:
ni te han tocado, pero vigila
que hay por ahí un hijo de puta
en el juego de las víctimas y los verdugos,
de la culpa entre jueces e imputados,
de ti como producto en el mercado libre,
este yingyan de roles intercambiados,
esta lucha entre creación y destrucción,
esta rueda de las vidas aprendiéndose,
delante de tus narices, en ti mismo,
célula contra medio, medio contra célula,
la elección original que no asumes,
la escisión primordial que olvidaste,
dolor primero, onda originaria
solo la luna te fue fiel,
solo ella te defendió
de las fuerzas oscuras,
solo a ella le cantas
"no me abandones más".
Solo así mi cuerpo solar.
Angular velocidad me orbita
soy radio de esa rueda,
constante giro musical,
recipiente de datos, de casos
acelerándose, de signos
como polímeros verbales
síntesis de la historia
que aceptamos, del relato
que en persistente mentira
o a sangre y fuego
se impone levantando
monumentos, palacios,
jerárquicas pirámides.
Soy el valor del cociente
que divide mi propia realidad,
su atracción, su repulsión,
Tierra y Luna orbitándose,
una deriva de sus fuerzas,
uno de sus eclípticos lazos
discúteme cada punto movible,
circula tu tierra sumando días,
apunta tu frente a un sol cegador
devengo número de tus enumeraciones,
denominador común anulándose en un instante,
una adivinación silenciosa que te acelera.
Presente devengo sin trayectoria, cúspide
que se curva indefinible en la luz viajera,
un dato más de tu sistema de vida
angular velocidad astral te orbito
sin movimiento alguno, extraño
cociente, verbal distancia que media
entre tus labios y tu corazón, lágrima
oculta que va regando tu jardín, oscura
rotación entre las cambiantes formas,
fases y fases entre los monolitos
busco el común denominador que apacigüe
la propia búsqueda, irresoluble módulo
de tu velocidad vital, insuficiente número
que cuadre lo absoluto como quietud.
Sólo la fractura de la ley física,
una inecuación cuyos signos
se resquebrajan en el vacío,
enrojece tu piel en esa brevedad
forma la mente tu figura
en mi mente, modela, le da posición,
sitúa sistema con todas sus referencias,
desparece el sol de las cosas, cociente
cero sin curvatura, lunar sonrisa,
y todo centro se diluye
crece la incógnita, se estira
el signo con valores que se aceleran,
queda mi numerador perturbado,
lazos dibuja mi trayectoria,
por el camino yo me entretengo
se va al garete todo cálculo,
una extraña pulsión me atrae
a ti, sol y luna se comparan
con los datos más absurdos.
Se ralentizan sus trayectorias,
suponen descripciones de órbita
nueva, nuevo radio en esta rueda
de las vidas, constante alterada
de mi angular precipitación,
un determinismo roto, puesto
nuevo de respetuosa observación
siempre te presentas a mí
con tu terroso rostro efecto
de tu tiempo, tus ojos de marea
rotando en su lunar minutero,
siempre el eje arbóreo tras de ti
regresa tu cálculo grave
a mi dérmica superficie,
diámetros de cordura,
cocientes relacionales,
una media aceptable, y
giran brillantes los radios
estorba un cálculo renal
tras posicionarte férreo
como opositora masa de ti
mismo, desmedido centro
objeto celeste devendrás,
cisne, arquero, tal vez uro,
fascinante reliquia de lo humano,
luna tal vez de una república
aliena, un envío estelar
por tu corredor del tiempo.
En mí te posas misiva
de ignota dimensión,
mi amada astronauta
en ti eclipsé noche oscura
del alma por domar a la sierpe,
por equilibrar animal y voz, polvo
y luz, fases de inmisericorde
evolución, el tamaño de mi delirio,
mi cuerpo y tu Cuerpo, su mismidad,
la visibilidad de mi sombra sobre ti
calcúlame el radio otra vez,
triangular orbítame de nuevo
sabiendo ahora mis ciclos.
Calcúlame lunar, terrosa, masiva
tu origen o destino incertidumbre,
y eres ambos, la última teoría aceptada
como un pie temeroso tentando vacío,
hasta darle forma al suelo que pisará,
materia de nebulosa madre, cuerpo
que volverá a dividirse hambrienta
célula de espacios y capturas
es mi eclipse luna oculta
tramitando fases, plenitud
oscura alineándose con su astro,
un eje del entonces como sombra
a cada una de tus figuras. Hay
gravitatorias dependencias
discurriendo en la penumbra
tus líneas dibujé de diosa antigua,
panteones de un matriarcado abolido,
rojizos trazos de herida tierra
por el inútil sacrificio de los niños.
Tu rodante luminiscencia aprecié
aún si me faltaba un eje, tiempo,
compleción, otras órbitas, la cara
oculta de mi propio eclipse
¿No has notado este súbito cambio
paradigmático? ¿Sigues expiando
tu error con el sacrificio del otro?
¿Personal, animal, institucional,
racial...? ¿Y por tanto de toda tu realidad
persiguiéndote como alienígena bestia
en los montes, humano, animal, vegetal...?
Y eres fiel a tu realidad con tal poder
que cristaliza, se tumoriza obediente
a tus designios, que crees ocultos.
Es mi eclipse luna oculta, angular
y efímero paso tentando vacíos,
una eclíptica adornada de verbos
colisionamos, sí, celestes nos
atravesamos como gelatinosas
medusas en un mar de estrellas,
dos teorías aceptándose por fases
en la comuna de las especies
cuando la tierra se afirma
se parte el cielo en borrascosas
nubes, iluminan los rayos
su cuerpo tendido a cópula presta
cuando media mi eclipse,
se posiciona la soledad
cercana de susurrante alma
iluminando mi cuarto oscuro,
totalitaria luna creciente entra
cuando luna y tierra bailan el son
de los reflejos, la oscuridad
ciñen a mi torso nuevo
selenitas figuras como sombras
chinescas deambulan por el huerto
orbitándose unas a otras, rozando,
iracundas, amorosas, un vaivén
de estrellas fulgurantes a la vista
angulares nos orbitamos
entre luces y sombras, matices
y evanescentes veladuras,
visibles, invisibles, indiferentes,
observadores distantes, implicados
títeres de temeraria pasión
moviéndonos tiempo en un perpetuo
ahora de espacios recién creados
como sabrosos panes del día a día
Me and Mrs Jones. Billy Paul
fue tu vida abordaje indocumentado
hasta saciarte de ti mismo, es suficiencia
dirigida canto responsable, sino participativo
decidiéndose en edades: dorada, oscura,
argéntea, perpetuo diálogo de luces
relatándose aspectos infinitos del ser
que ya nunca olvidarás
desde esa enormidad actualizas
el mito, tú multiplicándote a pares,
versionando pasados, formas que estiran
el tiempo en tus narices, una burbuja más,
una nueva morada donde reposar
eres más cuidadoso con tus longitudes,
llevas tus sueños en un bolsillo pequeño
que afronta el día a día laborioso
tanteas tu mundo artista fenomenológico,
músico sin partitura habituándose al ruido,
cárnica demostración del milagro atómico,
vibracional tras eones de evolución, imposible
casualidad de toda causalidad, día abierto
a la percepción renovada, total ignorancia
para un aprendizaje sustancioso, el algo
que te pasó hace mucho ya. Reverencias
esa noche efervescente de vida, ese tiempo
sin historia militando entre partículas,
salvaje vislumbrar de horizontes ignotos,
la eclosión de un verbo creacional,
de la exuberancia formal de la luz,
del extraño puente que nos comunica
sin ni siquiera percibirlo, la hermosa
superficie de tu piel consumiéndose
a medida que trasciendes su embargo.
Pasas tiempo por esa música inaudible
hasta ser ella, invisible, impersonal,
energía que se hará verbo una vez más,
tiempo con forma imprevisible, vida
combinándose en nueva fórmula
hasta rebosar danzarina de mundo,
del artificio más hermoso y su colapso
en la noche más efervescente, tú y yo
yo y mi señora, la vida,
tenemos algo en marcha
más allá de nuestro juicio,
inverosímil poder: el ahora.
No te veo ya, noche; cada día
estar a mano tendida tocando
los pequeños planes de mis pies,
liviano canto de rutinas
mi señora y yo, la vida,
tenemos algo en marcha:
va creciendo el ojo estelar
sin de tu rostro saber
me cantabas numérica, señora,
a través de mis células, milésimas
de mí mismo en las cosas, vivas,
muertas, orgánicas, inorgánicas,
masculina me voceabas tus ritmos
estacionales, tus tristezas marinas,
tu alegría ilustre curtiendo mi piel,
tu corporal balada de lejano reino.
Al todo me unías con biológico
denuedo, tus ricos arreglos florales,
tus cuentos de soledad y discernimiento
sin saber la letra de tu canto. Lo creíble
se hacía forma ante mis ojos, señora
llegó la hora de marchar,
y el dentro se resiste dolido
al bifurcarse la senda,
abrirse el tiempo al no-tiempo,
ni mañana ni ayer: ahora
con toda su potencia aquí,
una melodía de subterránea
sensualidad, punzante, luego
roma; sumergidos compases
de marina tristeza, la atmósfera
sugerente de repentino júbilo
luminiscente, abrupto giro
de los días sin noche, inaudible
música de tus pasos por el jardín.
Dispones los arreglos florales
en orden nuevo, pintas pétalos
de nuevos colores, un piano,
cuerdas, viento que arrecia
llevándose recuerdos, narcótica
nostalgia de elijadas lágrimas
depurando tu chiquito corazón.
Es la historia enamoramiento
sin techo, un comercio cantarín,
su cruel admisión entre las discusiones,
tema y repercusión interpretativa,
la ineludible posterioridad de ausencias.
El agradecimiento se oscurece factorial
en la aritmética progresión de la vida,
un referente extraviado, voces dispersas
logro a logro, reverberantes partículas
versionando pasado, caótico abordaje
componiendo historia ahora, paisajes
es mi lejanía joven revolución
escribiéndose conciencia que se asume,
emoción que sólo la ternura sostiene,
prolongada despedida de tus formas,
señora
Tinseltown is in the rain. The Blue Nile
sigue tu altura los pasos por tejados serenos donde tropezar con los corazones rotos, melancolías de carne y hueso, humanas urdimbres recomponiéndose intrincada estructura, azuladas composiciones en desagües de amor, toda una vida en un lapsus, embaucadores momentos legándote nostálgicos bucles por etiquetar. Sentado allá arriba no sé tu nombre, tranquila cadencia va haciendo su música como río que azur aparece y se esfuma
me originaste universo infante a toque de campana, vibrante gong, un animal que en salvaje aprendizaje se gradúa por escribir
su Historia, sus literarias matemáticas, su arquitectónica expansión, un juego de fuerzas descomunales que en ti se concretan o se desmembran. Ciclos. Eres un planteamiento biológico que la electricidad ensarta de vocaciones inconscientes, mágico saco de incógnitas. Me edificaste durabilidad y cambio, giro perpetuo de luz y oscuridad, eléctrico balanceo de respuestas, nombre activo que transforma lo que bautiza con su voz. Y el río se esfuma detrás de ti, delante como serpiente hecha de tiempo. Azulean de nuevo mis pasos por el inclinado tejado que mira sus lados alternativamente, por dónde caer, qué nombre daré a mis vástagos en este río blanco que con mi voz decoro, qué secuelas traerá mi elección. Y aún si se torna furibunda te contesto: "Sí, te quiero" como arcana onda que ya al nacer me traspasó, y en ti acaba con el tiempo, día cósmico que ya terminó. Irrumpe bandada de mirlos voraces a mi retina brumosa, una amistad antigua resonando en el apagón de los sentidos, una inmanente electricidad del alma circundante en su formal síntesis biológica, un trato a toda materia concedido, pensante incansable, un ritmo que suple cualquiera de tus carencias acordadas, las ausencias en el corazón de tu tierra. ¿Te quiero?, y un dolor primordial te responde más allá del tiempo, del daño hecho. Acuden testigos a tu frente en forma de ahora: sonidos, olores, movimiento, una caterva de imágenes alzándote del suelo, colmando tus lagrimales de sereno gozo, río de azur irisado que en lontananza se pierde, se esfuma. Vacila mi pie en el tejado, resbaladiza pizarra tras la lluvia, una huella anterior, la tentación de un rastro pretérito, una demostración autoafirmativa
estudiándose entre los espejos. Juegas tus papeles concretos recogiendo notas. Y llueve. Dorado oropel que el viento agita sibilante en la asibilación del tiempo, tu propia obstrucción en el río que fluye y no te espera, baja fidelidad sin ecos que la orienten. Eres triste solista de pasmosa versatilidad desmembrándose, inaprehensible ciclo. De azur el líquido que te recorre y se esfuma en sequedad,
la colectiva dinámica que no controlas. Arregle tu voz la sección dañada, nueva secuencia corregida anotada al pentagrama del tiempo, nueva vocación ensartada a tu dorsal espina chispeante. Te gustas, andante reapareces por los tejados recomponiendo la quebrada teja, tu voz resuena melódica enriqueciéndose de ramas y trinos, del sibilante viento
sin parapetos, un corazón roto aquí, allá, sin momento embaucador, sin nostalgia, sin trampa cerebral, un arreglo exuberante cuyo ritmo extraordinario da el tempo a tu universo. Y llueve: ¿te quiero Brillan estrellas ocultas tras el cielo gris
en mi transcurres paz, silencioso hueco. No hay significados, una constancia vibratoria ingeniera de materia, miembros dispersos que se esfuman en tu incoloro seno, informe, quedo. Acalla el salón de la casa, abierto pecho al vital aliento, pulido mármol de mi más básico suelo donde cartabón y escuadra deshacen sus geometrías, sonrientes neuronas que en luz babean. Sigue tu altura por los tejados cadenciosa, aquí y allá corazones curiosea, se estudia
dado el tempo aspiras a conocer, nueva dinámica te envuelve sin tú
saberlo, te impulsa tejado abajo,
resbaladizo, el halo del nuevo misterio acordado, política pugna,
deslumbramiento, fractura, rarezas.
Tu industrioso celo volteado en contra, quebrado ritmo, pasmosa lentitud el permanente dolor de la separación. Pasea un gato por los tejados, cálido, entrañable, preciso paso, brillantes ojos de la oscuridad evocando estrellas. Se oye a lo lejos el andar de una neblina colina abajo, romántico anhelo de ti mismo, donde espacio y tiempo se disocian, liviano paso en la pizarra del cosmos
























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