Gerald Durrell
es tu duda persistente entre las luces, libros leídos que se hacen presente, historias que ahora te divierten, la surrealista naturaleza de toda relación, ideas amantes que te acompañan como animal sagrado, los gatos que te visitan. Ríes, lloras, te duermes. Tienes vidas tras de ti extendiéndose en tus descripciones: por amor a ti mismo las embelleces
estilizas tus narrativos pies combinando especies, géneros, te retratas entre la gente con sus relatos familiares, entre los animales con sus acechanzas y sus sosiegos. Prosiguen tus pies esquivando bichos por el jardín, sigan sus dioses ágiles, agraciados en esta inmensa galería de momentos. Son tus personajes tu propia amistad estrafalaria, inagotable fuente de sentidos, una espiral oculta. Tu animal retrato se hace vida inteligente, tierna a veces, brutal a veces
tratas tu libro como interminable experiencia, cambiante, coleóptero bicho cimbreándose por el jardín, isla que surge del agua, desaparece, acobardada hermana del tiempo. Línea clara, obtusa, sino que entre hiladas se va contando, línea consecutiva, corte, abismo. La felicidad transmite desde inaccesible emisora, pectoral sensación que te susurra un mundo interno, tan ajeno al externo. Familiares bichos se hacen fauna amiga, requieren tu paz, narran tus pies formas excepcionales, un humor cariñoso, los ojos de un niño incólume. Lee tu libro las veredas que a diario pisas, sus descripciones endulza con labios de fruto rojo. Un mosquito, punzante idea, pica
va tu biografía leyendo su libro sin autor, zoólógica marcha de tribales familias que iluminado naturista clasificara. Me cuenta los años, las islas recorridas con estiloso desenfadado, y se ríe de mí, de mi pasión científica, política, sexual, de mis anhelos de grandeza, de mi propia naturaleza salvaje. Va guiando a las letras en sus descubrimientos, cada singularidad y su deshacimiento por toda isla, el hermanamiento con mi tiempo, su divorcio. Es peculiar esta estancia sin zócalos junto a mis mascotas las pequeñas letras, los escurridizos números, las domésticas sinfonías de una memoria entretenida, el hilarante olvido de mis propias contradicciones. Va tu biografía transportándote fantásticos momentos de plenitud, arriba, entre las nubes, abajo entre tus dedos, aquellas islas de faunos y sirenas
es clásico tu ecológico mirar asumida tu autoría, tu infancia cognitiva, tu historia aceptada. Vas combinando transversal tus descubrimientos por la estancia, vas sincerándote con tu animal de compañía: está de paso, no te pide nada
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