miércoles, 1 de junio de 2022

The hunter

The Hunter. Daniel Nettheim




siempre dispuesto al letargo ruidoso remitiendo 
a la otredad como causa separada, clásica 
dormición de la insuficiencia, tu cazador
 ancestral al acecho de su triunfo, pacato goce

eres mercenario del ruido circundante, baratos 
talismanes usas que dotar de significado, de un poder
 que no tienen, pastilla o crucifijo, preciosa piedra
 o voz profunda, capturas hitos salvacionistas 
que dejas como mojones de un camino, solitaria
 vía ciega a sus paralelas y tangentes, el profundo 
deseo de vencer a la muerte, un miedo que oscurece
 la vida, un zoo piramidal donde escalar
 entre depredadores. Desapareces mimetizándote 
sugestivo en la aventura cotidiana, el drama
 exótico sobre el que escupir y defecar, y te santiguas;
 nigromántico escenario de las islas furtivas 
donde te encuentras a ti mismo, la fealdad
 que no quieres en una presa de tu tamaño, 
tu cazador especializado cumpliendo su función: 
materializar supuestos, extinguir tu horror. 
Y te hospedas en esa selva frondosa alerta 
entre sombras, tus propios cepos mentales,
 regiones tenebrosas del más arcano salvajismo,
 hasta ser selva. Subsistes aún la tala de tus ramas, 
ctónico lazo que te ata a tierra, bosque de búsqueda
 de tu ansioso animal, correoso mimbre algorítmico
 cuyo origen desconocemos. Se desarrolla un irregular
 relato floral, hechos legendarios ultimando extinciones, 
un desprendimiento hierático de todo saber, pasado,
 especie, productivo estajonovismo de laboriosa abeja 
polinizadora. Gustas de existir resurgimiento, un amor
 que planetario evoluciona rítmico en el incesante diálogo 
entre vacío y materia, selváticos segmentos y desierto,
 reflejo mítico y presente, la belleza del paisaje infinito.
 Rebosas mistérico vigor, e irradias ese amor salvaje 
en esa fauna y flora de tu entorno, verde, cálido, frío,
 nocturna nieve, diurna fiereza: gustas de existir 
 nocturno, gustoso atardecer de preciosa piedra, 
paraje asceta, talismanes del alma a la eseidad 
vulnerable: sonríe tras tus máscaras escondida,
 música imprimida que estremece física tu piel, 
emite química sus maravillas. Son tus taras
 guión antiguo, genética loca, confuso montaje 
evolutivo que se ríe de tu casuística, personaje
 escénico buscando motivaciones, un otro funcional. 
Y se te va de las manos. El cazador es ahora presa, 
el punto reflexivo, lugar ignoto de revelación, 
cósmica conmoción. Quizás la paciencia te desarme 
para paisaje nuevo, agreste armonía, solitario viaje, 
abigarrado trance eres tu elección como realidad,
 una cuesta imaginaria que otros recorrerán, 
una obra impersonal con su escasez filmándose
 piedra a piedra, una jornada que ya atardece

exploras eremita las sincronías de tu supuesto
 interior con tu cambiante exterior, rastros 
de vida descubres pretérita, divina ciencia
 en cada biológico eco, inferencias de tu deseo,
 tu personal ambición, necesidades que descartas, 
tu propio antagonismo, tu ojo humano. Te ves 
en el tiempo, este humilde plano. Y sonríes

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