ya tienes años delante dibujándote pasados, celebras tus siglos en lo alto de la montaña, palaciegos conciertos de aves y plantas, santas hierbas sin fecha registrando tu paso, tus innumerables trayectorias mentales sobre cada biografía fagocitada, luegos que se hacen antes y giran
era eléctrica tu compañía, dharma agrupado entorno a tu realidad, música de nueva procedencia concretándose en tu cuerpo, barro cocido con aquella montaraz santidad, el aire festivo de agitados siglos de evolución. La mezcla es rural origen, roca madre de voraz cercanía, una hermandad compositiva para el tema a tratar, una aeróbica formación sufriendo los embates de la pérdida, una hemorragia de los cielos sin más causa que la individuación. Se puebla el cerebro con las galaxias más remotas, va asumiendo su tiempo, la inmensa sala de música, las cardenalicias formaciones planetarias. Crece neurona a neurona chispeada, va incorporando uniones impensables, cúmulos que en el misterio se agazapaban, arduo trabajo cárnico, milenios de corredizas sierras mutando tu fisionomía, y giran los antes y los luegos. La mezcla es un acierto cosmológico, milenios de músicas con su tema
esa suerte de deber estelar era eléctrica fortuna, batería imperecedera del Ello retocando destinos, temas desconocidos como cimas a coronar, flamígero impulso
te serví con relativa fidelidad recorriendo tus décadas pasadas, corrigiendo mi falible percepción recuerdo a recuerdo, señalándote la siguiente curva con artística inquietud, una batalla que subrayara las palabras de futuro como ecos de un origen olvidado. En roca madre se fusionaban los pares mínimos opuestos, contradicción a contradicción, recuperábamos raíces del aquí hacia la eternidad. Nada de eso se perdió, en mí perdura como homenaje a la vida, una música de infinitas voces
mézclanse los trabajos en una suerte de jazz milenario, y se desplazan cordilleras para nuevos valles y montañas
luce tu etérea juventud sus velludas antenas captando los aéreos rizos del vaivén humano, viste de repentinas campanas tu paso, sin modas, sin audiencias. Se juntan aladas especies en las fuentes de ocultas veredas, nítido barro se electrifica de nuevo a tu paso, empeños sobre un montón de anhelos
sí, me acompañas fiel a tu eléctrico impulso, música de ancestral procedencia concretándose barro entre mis piernas. Festiva, bailas integrándote en el paisaje que la luz irisa a cada momento con tu ánimo. Un oboe sobresale de roca madre como vieja espada escita: tú, amazónica, la extraes
es día de descanso: recorre la tramontana tus cimas como silencioso ángel de la danza, una onerosa aventura a tu espíritu fiel: décadas, siglos, milenios, eones de homenaje a tu fortuna. Vibran las cuerdas de tu fibroso corazón hecho de barro, se electrifica fiel a la vida hecha bestia; se enciende tu estómago en este microscópico rincón del cosmos, flamígero impulso
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