martes, 11 de abril de 2023

La sirena. Víctor Manuel

(soñaba Ilya Repin a orillas del mar)
tu leyenda la escribe niña soledad y su hijo abandonado entre las rocas, la escribe solitaria gaviota que alborota el pueblo cercano con su guerrero graznido, un príncipe destronado 

me atas con tu canto en la quimera de un mito de pertenencia, folklórica leyenda 

la historia humaniza tu origen, desobedece a tus ocultas voliciones, una madre harta de acantilados donde los graznidos ensordecen, donde los peces te vuelven la espalda. Me alertan los cantos profundos de tanto marinero ahogado, el hiriente perfil de tanto risco tajado, benévolo fondo de los mitos 

tu argonáutica leyenda es un hechizo que no te salva del desastre, agraciado sueño que depura tus habilidades, la música de fondo que te alerta de tu propio encallamiento, tu derrota necesaria, romper la piedra a la que tiendes, el arrojo de hundirte, "ven al agua, ven al fondo", tu primordial bautismo 

hace ya mucho que te reconocí en una de tus formas, centenares de siglos: sólo ahora lo sabes, sabes aquí que siempre estuve ahí sin prejuicio de especie, de género, de forma. Ha humanizado la historia tu origen, te ha hecho ciudad hija de los mares, hermosa condena de sus olas, el afán de escapar de tu realidad desde la noche del tiempo. Joven, bella deidad tragada y devuelta por las olas, caído mar que te transforma especie, leyenda de los fondos subconscientes que capturan tu vuelo, recurrente bautismo su oculta memoria la sirena que te llama en eterno retorno, la que te enseña su lengua de sulfúrico barro. Te dice el pez retóricas figuras descosidas de lógica, santo almanaque de trazos antiguos, los nombres del mar 

tu odisea prepara odiseas, curte tripulaciones que eviten el confuso ruido, quita la cera de tus alas no ardas de tanta luz, curva la visión que aligere tu cándido deseo, lubrifica tímpanos para la escucha verdadera. Me desato de tu rígido mástil para hacerme eje del aire, para arrojarme al agua sin fondo, abajo como arriba y su infinita transversalidad 

magnífico archipiélago mi cuerpo y sus islas del presagio, de las suertes echadas por el agua que las circunda. Nadan las voces alrededor en dulce ahogo, curan, maldicen, te describen monstruos y noches de distinguida anatomía, te respiran, te cuentan historias sin protagonista donde descubres destellos de tí mismo, las aventuras de toda búsqueda, tan antigua, te ofrecen la hierba exacta de tu mortalidad que explores otras islas 

tu diario viaje me afirma mundo, una creencia orientada, una transcripción de flujos, los pilares de mi casa 

tu naturaleza va mucho más allá de lo que ves, compartes la inquietud de su espíritu expansivo, su inmunda mortandad, su suelo violento, su libidinosa premura en la boda de visible e invisible, su ahogamiento en lagos y ríos en el hartazgo de hermosura. Sabe tu piel pálida a la noche de ese temblor primordial, te llama la luna a sus cráteres helados donde prevalece el vacío. Desaparece todo nombre, no se hace allí literatura, todo es allí personaje        
soy esclavo de mi propia contraparte, esclava de su más profundo fondo                                                            
entre las historias mediaban formas de conocimiento camufladas, un corpus de representaciones sin origen definido, peces que ahora vienen con la leyenda en sus labios, deidades marinas, fluviales inspirando incuantificable amor, magnética energía reinando​ en múltiples manifestaciones que anulan tu voluntad, ira, cariño, lujuria, bondad abandonándote en cada orilla, creciente archipiélago de los amores y odios que dan tu morfología, anfibio, reptil, cuadrúpedo, formal belleza en el estanque de mis ojos, gobernadora de mis mares, sacerdotisa restaurada. "Y la brisa repetía: Ven al fondo, ven al agua". Y fui 

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