tenemos un tener sin cuentas enterradas, personificadas circunstancias sin identidad definida, la muerte de entelequias llevándose monumentos de carne y hueso, renovadas contiendas el humano acaecer
tengo tumbas esparcidas por el planeta de las que salgo al amparo de las sombras: les pongo flor nueva en la paz de lo desconocido, sin nombre, sin piedra, sin geografía alguna. Honro mi propia vida en su digno desfile erigiendo el tiempo como árbitro imparcial, universal cenotafio desnudo de símbolos evocando la total desidentidad. Lo concreto es una mente enjaulada, una asfixiante individualización, un país pidiendo sacrificios, un determinismo estatal, un conflicto inexistente. Reposan mis restos entre musgo, salitre y viento, humano acaecer
era la primera memoria edad oscura, desconocido monumento de materia oscura, el adiestramiento de un ejército de fotones, la primera guerra, sin tierras, sin noche y día. Va la memoria recreativa dinamizando su saber, ahora, aquí sentado a la brisa del tiempo
tu anhelo de poder habla de esas tumbas que haces tuyas, levanta esos monumentos al conflicto por los que se despeñarán los santos inocentes. Les das contexto, preciso análisis, identidad. Y cementerios. Armas los siglos de cardinales razones, una reacción anclada a un pasado que ya no es, una herida mal curada por desinfectar, una costra estructural que justifique ideología, un trauma que como pus se derrama en la boca del portador cristalizado: el mismo engaño, la misma ilusoria trampa de un dolor anterior al tiempo: somos sus fabricantes. Liviano te recorro de cementerio en cementerio, megalito, túmulo, funeraria urna por reconocerte entre los así llamados vivos: el mismo miedo, el mismo conflicto, el mismo falso líder. Releo aquella epigrafía heroica, sacralizada, herética, lingüística ilustración de la misma carencia por comprender la fatua, trágica ilusión colective ante el mismo señuelo, el pérfido abuso del chiquito cerebro político, lugar común, querido príncipe destronado
el artista desconocido es un soldado execrado
generas incesante casos, una jurisprudencia total que evite la muerte, que maquille estadísticas, que oculte el polvo bajo tu aseada alfombra; fomentas la curiosidad morbosa que te cuente de escondidas criptas, la tumba que guarda tus propios restos. El soporte albergas del dolor que avivas, una falaz memoria pilotando tus fuerzas por el territorio hostil que elegiste. Reconoces tus restos en cualquier punto del tiempo, cualquier forma, cualquier monumento. Me desentierras por identificarte, forense práctica de la conmemoración. Desaparecidos tus miembros rastreas de nuevo la historia abriendo grado, replanteando fundamentos en tu interior, conectando impensables extremos, rellenado memoria como pastel de sabores nuevos. Hay novedosa técnica con que alterar el tiempo, conectar espacios, ensanchar lo que llamas mente. Prosigue tu guerra, redefines muerte, te descuidas
quieres una tumba especial, un reino de paz que has sacado del mundo, una absurda espera, un descanso que no llega. Y ya está en tí. Conoces tradiciones como pesas que curvaran el espacio, ofrendados ramos a ídolos vacíos de significado, a opacos gestos te esposas, protocolos de poder como arena en los desiertos de la historia. La última cena es un deber marital con tu mundo
la guerra entre tus células responde a una excesiva exaltación del dual ataque -defensa, la alarma constante que tu voz amplificada difunde, el zumbido reverberado de un panal supuestamente amenazado, guerrera abeja sobrexcitada, su tecnológica lanza en afinado filo. Y en ecológico equilibrio gratuitamente se autodestruyen, sin monumentos, sin héroes ni traidores, sin ejércitos. Elevo un altar al ahora sin más espera que el aire que respiro: queda fuera tu guerra en el nivel e intensidad que fueren
"No molesten", se lee en una de las lápidas, conmemoración el sí -mismo, sin caído, sin vencedor, sin curvatura, sacro anonimato de la eternidad. Erige vida, serpentino adn estelar, inidentificable, abierto
finalicé guerra hace mucho ya, ni un sólo vocablo de insulto; habilité la cima de mi colina más cercana para ver el mar y en sus reflejos desaparecer, acuática tumba y paritorio primeros, el lugar de mi propia conmemoración sin conflictos, ahora, aquí sin posible espera pues no hay tiempo, reino de limo primordial desde el que diseñar mundos. Mi te honra de pura inmaterialidad
es un soldado execrado
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