jueves, 3 de agosto de 2023

Te llevo dentro de mí. Ray Coniff

me cambia tu sello anular ligándome a registros desconocidos, hay rayos entre las coníferas de mi frente, un contrato con la diversidad extendida, una cuña invisible pagando su tributo en las aguas que fluyen 

recibí esa reeducación entre bandazos vitales, los cruces que orquestaban, las artes necesarias en un mundo gris, sus arreglos en balanza 

huyendo de lo popular en vagos temas que convirtieran cada lugar en unos gramos de amor 

se manchan las coníferas encefálicas de saber ajeno, destacan arreglos corales sobre acantilados salvajes, un conocimiento inmediato al que darás forma en esplendoroso vómito. Te escondes en tu fé ciega aceptando lo que diste, y recibes aquellos arreglos matizados por casi imperceptibles detalles de superación. Destacan leves interpretaciones temáticas que la sencillez ha tamizado 

se aficionó tu música a mí, me lleva exóticos besos y un te quiero silencioso, frenesí de ojos a veces, el trote a veces de caballo viejo. Entre las gracias hay una constante impersonal atravesándonos, un festival de mares desconocidos, viñas de rebosante uva a punto de reventar, vida por descubrir, una orquesta de organismos por catalogar 

la carrera iniciática no sirve a institución alguna, no guerrea con objetos, espumoso arte sin arreglos trabajándote en todos los niveles de tu ser, lógicas y absurdas clonaciones probándose sin guía aparente mejorando formas, mecánicas, rayos que tomaran cuerpo entre los bandazos orquestados de tu frente, coral eventualidad, repentina lluvia que reformatea ese bosque de coníferas, otra oportunidad, contigo, sin tí, otra especie, otras leyes físicas. Es sin decir. Come una mantis tu cabeza en plena cópula reproductiva, no hay abrigo en ese árbol totalitario, son los frutos colgantes tu manjar. Apuesta a medianoche la luna contra tí afilando tus destrezas con su hacha de doble filo, sus astas puntiagudas; cuelga tu cabeza de una pica celta en el jardín: la pasea Salomé entre los nocturnos frutales, melancólico vaivén de tu alma entre los lunares rayos, sonido dulce que apaga las voces de tu ego 

los arreglos hacen de la variedad ritmo creativo, estándares de grupo ondulándose en el tiempo. Surgen los autores que le ponen nombre, acorde, número, color, una magnífica mismidad canalizada. Destacan estilos como partículas de una generosa suficiencia, un honroso agradecer; claman por audiencias que instrumentalicen sus logros en el nivel debido. Lo elemental es una suma de cualidades perpetuando creatividad, diferencias que transformen modelos desgastados, generar un origen renovado, popularizar. Me tomas en cada bocanada de aire, sin quien; a cada singularidad me aplicas sin más objetivo que tu salvaguarda. Y te sigo 

debutan maravillas entre las coníferas formando iniciados en el arte de nada, años arreglistas dirigiendo orquestas de seres virtuosos, una fulgurante excelencia interpretativa, una correcta percepción de cada realidad manifestándose en el mundo

se dilatan las frentes reorganizando la materia, versionan los días viejos remozando recuerdos, temas de apertura que elípticos giran sobre nuestras cabezas. En conjunto, una continuidad que nos sobrepasa desdiciendo la muerte 

siendo es amor inútil de cualificar, ni cuantificar. La cabecera de tu cama es un busto sajado entregado a las estrellas, una lista interminable de coros conocidos y por conocer, de originarios sonidos orquertándose en infinita promoción. Giramos incluso sumergidos en el tiempo, hijos de un continente extraviado, canciones de un primer viñedo, mares de lejanas lunas. Juega tu peso en los estadios de esos mares 

eres posterior a la conífera salvaje aún siendo luz, una promoción más del sonido original, cárnica herramienta de una unidad vocal  

comentan los árboles sus encuentros prediluvianos, deciden su canto para las letras que usarás, las palabras ocultas que harás número, la emoción posible. Le asignarás función, el arreglo pertinente a su entorno, tiempo, espacio primario, co-crearás: debutan maravillas. Me concedes a veces la línea recta de mi frente, la adecuada conversión de una percepción errónea que el grupo hará estándar. Lanzas esas líneas que el cosmos acabará dorando, conciertos de ritmo en forma de memoria, un continente sumergido que reflota en los ojos de sus hijos,  un experimento más de tus potencias. Bailamos entre las coníferas la danza ancestral 

sí, destacas músicas que entre sí cooperan como alas en un vuelo, vieja amistad de los primeros días en un balancín de niños. Toman ritmos, patalean como redobles sobre la caja de Pandora, una materia en la constante descomposición que compone. Todo alrededor se origina ahora en la alucinación colectiva. Lanzada línea te atraviesa, y ves la mano que la impulsa 

fundé bosques donde los bardos, sobre ramas brillantes, hacían vibrar el suelo con su voz profunda; hombres y mujeres danzaban al son de las aves, que traían invisibles grafemas a sus frentes tal doctores de un saber precientífico, una lumínica vaguedad, una pasmosa sencillez 
 
no había casi, el después era ahora, es ahora, se dilatan las frentes en esa forma de inmanente conocimiento, la luna llena pulida perla entre sus ojos. Oceánicas conchas se abren rehaciendo mitos de la creación, sueños que de tí se enamoran 

me alcancaste mucho antes de nacer época, gramos de amor dispersos me ganaste entre las coníferas, desconocidos registros entre los rayos de tu alma 

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