viernes, 17 de mayo de 2024

Flamethrower. J. Geils Band (ROCKFONÍA)

empezamos la tristeza con hechos originarios como un géiser que reventara el molde, un sonido que llega a cualquier reflejo que te quede, una demolición que registras. Lo absoluto te estalla en la cara, te la borra. Hacemos grabados de esa heroicidad, los colgamos en paredes como hitos verdaderos, festejamos su minúscula eternidad con su principio y su final. He puesto sobre el tapete las más meritorias razones y sus números en magníficas torres, los temas perdidos en el tiempo, las quiebras paradigmáticas siendo a mí mismo a quien lo daba, querido paseante entre los crímenes mundanos alzando su mano en el imbatible conjunto de mentiras. Sólo el disco solar mantiene el respeto por mí mismo, aún si se esconde entre nubes, sólo él anima las alas en mis pies 

despertar es un acto individual, un aparente accidente que acabará desterrando a la tristeza, un fallecimiento en vida, el desmentido de tu edad biológica, el hallazgo de tu verdadera casa. Toda información habla de tu deceso por la causa de la vida, se contiene toda ella en este pétalo que mi mano sostiene. Agradece todo homenaje su recuerdo más hermoso sin doblez, atómica realidad, exuberante naturaleza: tú 

después de tu sabor se helaron las fotografías perdiéndose los marcos, cualquier altura un telón raído por los guijarros del camino, una normalidad improductiva, la disolución de cualquier atisbo creativo. Guardo sino en mis estanterías donde mirar lo imprescindible, lo poco que circula compacto ante mis ojos, horas ridículas sin más placer que el dolor 

leo rutas de los diversos pensamientos que me visitan, siento su adolescente búsqueda del reconocimiento que no llega. Habla el disco solar sus números intangibles en la historia de las rocas, así dice mi geólogo particular. Y allí busco remembranzas, lugares de respeto. Cuento los giros elípticos y su pulso a la materia, con mezclas experimento de tristezas y alegrías en un juego de balanzas, las rocas afinando mi garganta, dotándome de lenguajes y estilos, armonizando caos, soplándome la letra de un poema, el acorde volador que me escucha, la vela que me impulsa. Hay ahí omnipresencia, tan apabullante que pierden mis pies voladores su ritmo en súbito terror,  presencias que desdicen mi física, el sudor de todo un cúmulo estelar. Sudo, lloro, respiro: un hecho originario 

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