mis turbulencias fuerzan la inversión nocturna, forma mi temperatura inclinados lados de mí mismo permitiendo ascensos y descensos. Sigo cualquier elevación
lo menudo cuartea lo real a martillazos, lluvia de fragmentos que al barlovento de mi ser se congelan; pierde el aire su humedad a sotavento, las rocas toman del Sol pequeños sorbos
mi nombre proviene de un hábitat comprendido por las montañas y los ríos, por los vientos que generan mente, que elevan mi temperatura en los inviernos del alma. Unas pocas horas accionan días sin puntos cardinales
mientras humedezco las pacíficas llamadas fuerzo el levantarme sobre las montañas, una condensación de mí mismo que quizás se precipite lluvia algún día refrescando el valle en que me muevo. Señala el pie mi índice al descender mi lado de sotavento. Caldean las montañas mi entorno
cambio la temperatura de altura, le doy un efecto ventoso que las lomas cercanas registran: van pasando ante mí los grados
se ha diluido la sombra en la lluvia, cae su vapor por la cuesta de barlovento en mi personal orografía, los índices fisiológicos se airean y templan cuando me elevo
una llamada del viento me endereza, acogen los estratos nubosos una bandada dispersa con mis plegarias, parece quedar inmóvil sin causa aparente, ondulo sobre las montañas sin amenaza alguna, sin visos de tormenta.Son horas de vida propicias, impone el Sol sus ciclos
ha mostrado el invierno reciente todas sus cartas, han dejado su parte en los alrededores
un viento pleno me encuentra aún ártico, habitante de lo inaudito disfrutando de sus temperaturas, de los grados que se mueven en graciosas fluctuaciones, de las mañanas y las tardes que a su son bailan. He corrido las cortinas de mi ser por acompañarlas, toda turbulencia suavizándose
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