en mis más abrigadas costas recibo los nombres que el viento me trae, procedencias de toda índole valle arriba, montaña abajo donde coger calor. Refieren períodos de camino llano
mi príncipe particular se abriga en el conocimiento de los más violentos soplos cuando todo cae a peso
soy procedencia portadora de lluvias, me considera viento estepario, estaciones para tu cultivo más prolífico, la base de tus más refinados recursos, hídrico amor para tus solitarias islas
la palabra de origen está en ese viento, aquel que guarda todas tus relaciones que al final son una, la voz que te abriga en los temporales, la que da tus frutos en los campos, amargos y dulces
me abrigas de la maledicencia en todo nivel, esa cefalea depresiva que busca propagarse en los incendios resecando las almas, relativizando hasta el absurdo, negándose el aire del que se alimenta, falaz ausencia. Me precipitas sobre esa surada como efecto
tu viento es abstracta corriente generando sus ciclos, nebuloso acompañamiento
me aportas lo notable en los rostros montañosos, destacas mis más blanquecinas cordilleras inmune a la arbitrariedad de los impactos más humanos, eres muralla en las llanuras belicosas. Mi garganta se humedece en esos episodios
genera tu viento los ríos que hacia el océano me recorren, genera procedencia que se arrastra cargada con las más impensables configuraciones, incluso la atmósfera imposible
la borrasca es una intensa acusación, una gradiente donde el vendaval se explaya, una parcialidad destructiva, una mutilación de tu cuerpo. Acumulan sus vertientes los vientos entrecruzados, pierden las montañas tu rostro. En las costas me abrigo entre tus nombres
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