medio domado con el azucarado pan de vida, medio ubicado entre los ríos que recorren mis entrañas, mi picuda montaña con su yelmo de nieve, mis manzanos comunales sobre los cantos rodados, medio ubicado cerca de los límites aceptados
cada accidente del terreno una isla de original relieve que apenas reconozco, un símbolo nuevo tratando de decirme, regiones de conocimiento puro
me estructuro anticlinal en el cúmulo de sedimentos emocionales, como un globo me hincho elevándome sobre los estratos más pesados soltando allí presión, ejerciendo el arriba en la relatividad de mis líneas, motivándome con dichos antiguos, lidiando con la intrusión ígnea de lo superficial. Me levanto erosionado de tanta estructura, de los relieves que se tornaron concéntricos, de los surcos abiertos en mi piel y sus correosas crestas, duros estratos. Su resistencia es un recado antiguo, sino indomable de permanente juventud que lo exterior petrifica, graníticas formas que cubren un centro ígneo. Y tú me exfolias cumpliendo las leyes térmicas que nos dimos, me dilatas buscando la quiebra tal percibes todo separado, mi agua profunda congelándose en una emocional gelifracción. Todas las capas evolutivas de la forma a tus expensas, inmensa salina difícil de mover, rosados diapiros que la presión interna abombará. Quizás estallan, quizás descomprimen por mis flancos, quizás se derriten mis casquetes glaciares con exquisita simetría, o en convexa parábola de masivas palabras. Quedan recuerdos en mi particular meseta Antártica. Domados
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