miércoles, 11 de septiembre de 2024

"Leyendo la 'Cronaca allegra' ", Giuseppe Barison (1853 - 1931) LLORAR DE ESTILO


la ciudad era un palacio de encuentros al otro lado de la vida, enorme arco de tierras bajas con accesos a mi corazón, pequeña rada de salvaje naturaleza en el mar bautizada. Podía hablarte de historias arremolinándose en torno a tí, de las monumentales plazas de los egos más magníficos sin plebiscito que valiera, catedralicios encuentros con un aire marcial, mi vieja ciudad. Guardo las joyas verdaderas con la soberbia de un castillo que resiste al tiempo, una fortificación erigida por el espíritu de la vida. Reina en todo la creación perpetua conquista tras conquista, líneas y líneas de un huevo cósmico a espaldas de mi entendimiento, lugares que crecen y desaparecen. Ese palacio de ramificadas dinastías es arte arquitectónico, singularidades sistemáticas, túneles excavados al tiempo por donde tu gravedad se escapa, te revolucionarias tropas de la forma vertiendo sus diseños, un depósito de ideas incautadas

bendigo el caos del que procedo, las maravillas de un mundo a ordenar, cada mito que eleva mi condición. Ese demencial tráfico es campo de posibilidades, mi piel desconchándose sin amabilidad alguna, mi retina impresionada a cada apertura, mi vieja ciudad. En los tiempos la ciudad vive mis revoluciones, sus desperfectos los míos, mis joyas su patrimonio aún deslucidas, vibrantes excepciones que iluminan mis ojos, mis restos en su costa que se estira, ningún día de más 

obvía tu no mi herencia milenaria, mi corona de plasma presenciando tu propio lustre, tu pujante gracia confundiéndose con la mía, esta relación sin retorno que en bucle renace, la súbita extrañeza de nuestros raciocinios, sus cuarteadas fronteras. Por mis callejuelas te encuentro hasta tu esencia, estrecho cruce donde se tiende el alma, un palacio de conciencias engastadas, un monte que asciende hasta tu ermita, la devoción de un mural de estrellas al otro lado de la ciudad 

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