edito mis relojes suizos con su cucú soplando desde el invierno, su núcleo de efectos ginebrinos situándome en estrechos pasadizos mentales y sus cardinales juramentos. entre los montes. Viajeros del viento se entrecruzan procedentes del frío seco en las llanuras del día a día, en las mesetas de lo relativo. Su razón me reconoce tiempo en la reducida visibilidad que sólo la lluvia aclara. Aparecen en cíclicos períodos precediendo la necesaria pausa de las horas, una calma que volverá a debilitarse
necesito presencias como islas vírgenes con un mínimo gradiente de presión, toda causa deslizándose hacia el mar y sus profundas depresiones
hay algún macizo central desde donde llamarme por mi nombre, donde el tiempo sopla sus azules cielos, donde atraer las nubes de generosa lluvia. Surcan ese viento multitud de nombres eligiendo sus puntos cardinales
edito mi durabilidad en creencias consecutivas, serias observaciones del mundo que el tiempo mella, estudios debilitados por las frecuencias más bajas
observa cada viento sus estaciones, acortan, estiran los meses
soplo en los gradientes elevados por la asociación incorrecta, se activan las corrientes más básicas de pensamiento, supero metros y metros de depresión humedeciendo la corriente con cálidas ofrendas, la abundancia de lluvia
edito mis frecuencias en la otredad cuando la claridad impera, una minoría de segundos
edito mi velocidad con moderados promedios en calculados intervalos, ráfagas inclusivas del todo
franquicia te distingo de cosmos soplando en los días húmedos, la compañía de tus precipitaciones
esos lugares de fuerza no son comunes, a veces se emparejan en acelerados vínculos como partículas entrelazadas allende lo que ves, excepcionales tempestades del alma en la inmanencia, donde la velocidad carece de sentido. Asoma el cuco de nuevo en su reloj
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