mi tercer día fue una larga desubicación donde estrené origen, todas mis plantas arrancadas de cuajo siguiendo fórmulas desconocidas, un prodigio de entrega en acientifica apariencia. Contenía lejanías no registradas, una crudeza nunca vista con desmesurados brillos que no ocultaban la oscuridad. Era incapaz de desenvolverme en ese nuevo ámbito, tan asistemático. Generaba extraños teoremas que como flores marchitaban inmanentes, el tiempo una burla, ficciones con variables infinitas y vida propia, indomables
el así florea de certeza despojado, encuentra su matemática la imprevisibilidad de vida, no hay refugio en esa trama combinatoria, y es sin embargo amor todo el juego de conjeturas, mismísimo plasma solar en tu interior. Pone él en escena las florituras del aparente caos, los cálculos que te invaden
vale la emoción de cada escena, su más ajena apariencia que miras desde el peso de tus números, tus palabras mayúsculas, una larga historia de anormal sensibilidad, tan inclasificable. Trae el foco que enciende cerebros estirando límites, su propia capacidad de mundos tras el sentimiento herido, de intangibles relaciones con lo desconocido, tan vivo, o muerto, como lo que ves. Magnifica todo lo encarnable en perfección, todo acude en cósmica empatía tras un saber que se evapora. No hay pérdida, si acaso de adjetivos, se esconden las cosas en su transformación, aprendes el juego infinito
pervive el interés por esa trama como oda a la idea, se ensucia, se aclara en su cotidianeidad, le das matemática, incluso principios con notas que la ubiquen tu primer día
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